LA DECANA DE AMERICA CUMPLE 472 AÑOS:
Hoy es 12 de Mayo del 2023; se celebra el 472º Aniversario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la que ingrese hace 47 años, al entonces Programa de Lingüística, para despues trasladarme a Antropología -en tiempos en los que podía pasarse de Educación Física a Medicina gracias al "traslado libre y sin trabas"- tiempos de los cuales tengo gratos e imborrables recuerdos. Por eso a pesar de que mis ocupaciones abogadiles me impiden escribir en este muro tanto como quisiera, me doy un tiempo para recordar esa juvenil etapa de mi vida; sobre todo porque la universidad como institución, debe ocupar un papel fundamental en la vida, el desarrollo y en la institucionalidad de un país. Y porque se ha convertido la educación universitaria en el Perú, en un "negocio rentable" para algunos comerciantes de la educación, que fungen de "maestros de la educación", de ascetas, que usan su aurea, para marketearse por puro protagonismo y que mueven sus brazos políticos para hacer de este negocio, un gran negocio.
Y es que debiendo ser la universidad en el Perú, un instrumento base para la formación de las élites que tomen la conducción del país, la institución ha caído en una mediocridad tremenda, sin una fiscalización eficaz tras desmontarse la SUNEDU, con clases virtuales de hasta cinco horas seguidas, lo que es antipedagógico. Lo concreto y lo real, es que son contadas con los dedos de una mano, las universidades que pueden llamarse como reza su nombre. Que se sigue haciendo populismo y demagogia desde el congreso, creando universidades en las regiones, en un país donde no hay muchos docentes que realmente dicten cátedra, que se llamen realmente maestros, porque este es un país donde no se hace investigación y donde sin mayor desarrollo profesional -gracias a la cultura del cartón- se puede pasar de una maestría a un doctorado en cuatro años, tras titularse, para usarlo en el ascenso laboral o en dictar clases, repitiendo de paporreta lo que dicen los libros.
Una triste realidad, que se acentúa cuando la Fiscal de la Nación aprovecha un evento público para guapear a sus críticos desde la tribuna, reafirmando que ha sustentado sus tesis de maestría y doctorado, pero olvidando de que la majestad del cargo, la ética y la decencia, la obligan a ser transparente y dice entonces, que "no va a ser ella la que los va a mostrar para no hacer un circo", ofendiendo la inteligencia ajena, el sentido común y burlándose de la ciudadanía.
Al final tanto la universidad pública como la privada viven una crisis de identidad en el Perú. La pública como San Marcos, encorsetada en parámetros ideológicos, sin recursos, sin una proyección significativa al alma y a la cultura nacional. Y la privada ofreciendo pensiones de "a china", títulos a corto plazo y traslados con pensiones recortadas para engrosar el alumnado y por tanto los ingresos de sus propietarios que no pagan impuestos y dedican sus ganancias para hacer política. Y la pregunta cae de madura, en ese escenario. ¿Qué clase dirigente, que élites políticas, civiles, empresariales vamos a formar?. Que futuro nos espera como país, sin no hay capacidad para formar capital humano, para crear conocimiento, cultura y desarrollo.
San Marcos fue mi puerta de entrada al mundo. Una parte importante de mi vida adolescente, no necesariamente desde el punto de vista profesional, porque mientras yo estudiaba en San Marcos -donde no me recibí porque eran tiempos de los recesos y del terrorismo- estudié paralelamente derecho y me titule de abogado en la UNIVERSIDAD SAN MARTÍN DE PORRES. La importancia de San Marcos en mi vida, tiene que ver con mi formación humana, con la libertad del aprendizaje, de las ideas y del conocimiento, que por ser forzado no encontré en el colegio La Salle, donde estudie y donde como me "chuparon" dos veces, termine de "rara avis" al ingresar a dos universidades al mismo tiempo, tras tener una fama de bruto, por repetir de año dos veces, que sumado al año que estuve en el Raimondi y que deje por enfermedad, hizo que el colegio lo terminara en 13 años.
Ese interés por aprender, por saber, por investigar, por desasnarme, ese sentirme libre y explorar diversas facetas de la vida me encandilo y exploto en San Marcos. Eso es algo que me llena el alma y me hace recordar con afecto mi paso por la Ciudad Universitaria, mis anécdotas y mis experiencias que los viejos solemos repetir con las disculpas del caso.
La socialización, el ganar calle, el contacto con gente de diversas realidades geográficas, de estratos sociales diversos, de pensamientos, ideologías y culturas distintas; el despertar al hábito de la lectura, me significó en esa época un proceso de crecimiento y de maduración que hoy pasa inadvertido porque estamos en un mundo globalizado y esa interacción forma parte de la cotidianeidad de un mundo más liberal y menos conservador, aunque hay algunos personajes que no quieren que se hable de "grupos de poder" a los que pertenecen y que no se hable tampoco de una "discriminación" que realmente existe en la sociedad peruana y que se refleja en el incidente del Regatas Lima.
En 1976 al ingresar a Lingüística en San Marcos, yo descubrí no solamente un mundo diferente al del colegio -que tanto me costó, que nunca me gustó y del que siempre me rebelé- sino que experimente el amor de la adolescencia, ese amor de los años primeros, que te marca de por vida, que te hace tocar las nubes, que desencadena intereses y potencialidades,. Ese amor que crees que es para siempre, qué piensas que llega para quedarse y que como alguna vez escribí en un artículo en México, me hizo a mis 19 años, ser poeta, escritor, ciudadano del mundo y hasta abogado.
En ese lejano 1976, la estatua del Che Guevara coronaba imponente el ingreso al pabellón de derecho, donde se encontraba el programa de Lingüística. Yo llegue a la universidad, después de algunas semanas del inicio de clases, para evitar que me cortaran el pelo como era la costumbre en esos años para los que ingresaban a la universidad. Y tengo sabrosas anécdotas como aquella vez que de cachimbo, en medio de la clase de materialismo dialéctico, agarre una conversada de polendas con una compañera que nunca he vuelto a ver. La profesora al advertir que estábamos en otra cosa, le dijo muy seria a Eliana (así se llamaba la joven) ¿Señorita de qué corriente estamos hablando?. Con la irónica maldad y el humor negro que me acompaña desde mi niñez, le dije en voz baja "de la corriente eléctrica". Mi despistada nueva amiga, sin medir el impacto de la frase, la soltó de inmediato y en respuesta la maestra la boto del salón. Lo bueno es que lo tomo con humor y no hubo resentimientos.
Eran tiempos aquellos en los que se buscaban perros para colgar y se daban "vivas" a la lucha armada. Tiempos en los que con mi compañera de aquellos años nos íbamos caminando desde San Marcos a Miraflores, con un cigarro entre los dedos, tratando de entender el mundo y haciendo el amor y no la guerra. Y aunque tomamos caminos diferentes, jamás se corto ese imaginario cordón umbilical que ata las cosas que nos unieron, como el amor a su madre, fallecida hace ya casi un mes. Esos sentimientos puros y limpios que nos llenan el alma, que nutren nuestra vida y que recogemos en la juventud son los que nos van a acompañar hasta el fin de nuestros días.Como alguna vez escribí en otro artículo, en San Marcos la pase bien, me traslade de Lingüística a Antropología; me iba a escuchar clases de Literatura -asistía a los talleres de poesía de Don Marcos Martos- le hacía leer mis poemas al poeta Mito Tumi buscando su aceptación y leía a Don Cronwell Jara de cuyo cuento "Hueso Duro" escribí un artículo en el diario Crítica 80, personajes a quienes veía como gigantes de la literatura, que no veo hace tiempo y a quienes admiraba como escritores. Con los años, sigo con satisfacción que Don Oscar Limache, que es de la 74 de Lingüística y que vive como yo en Maranga, es hoy -aunque con varios kilos de más de la figura juvenil que conocí- todo un connotado poeta, un promotor cultural, que viaja por el mundo y que tiene pendiente autografiarme su libro ganador del Premio Cope "Viaje a la Lengua del Puercoespín".
Yo trate de asimilar todo lo que podía en San Marcos, en Psicología iba a las clases de Don Saúl Peña -que eran clases magistrales- también me iba a las clases de Economía donde estaba el profesor Cóndor, a quien de cariño le decían "Condorito" y que aunque ya no lo veo, debe seguir viviendo en San Miguel. En esa facultad, yo daba examen por mi compañera de entonces -y hasta aprobaba- cuando se iba a La Paz. Eran otros tiempos, la gente era más confiada, pero tengo que reconocer que lo mío era todo un acto de audacia y de "cinismo cuasi político", al decir cuando pasaban lista, que mi nombre era "Silvio" y no "Silvia", que no tenía la culpa que me hubieran puesto ese nombre y que "lo iba a rectificar en Secretaria General". Como no me pedían carnet, ni documento alguno, salía bien librado y creo que las compañeras que estaban conmigo espectando mi "lanzada", terminaban más asustadas que yo, pero matándonos de risa. Las cosas que uno hace por amor.
Eran tiempos en los que me conseguí una gran escalera para pintar con vela -en una de las aulas magnas de derecho- el techo del salón y entre corazones, los nombres de dos compañeritos, que quería que se arreglaran, aunque debo de reconocer que como cupido no la hice. Tiempos en los que hacia adaptaciones de historias de la época con mis compañeros. Don Mambo Park era "Mamo a Chupark". Y donde las "turcas" con los compañeros que tenían "mejor afinada la garganta" eran históricas, no solo en las tienditas alrededor de la universidad, sino donde mejor se aplacara la sed. Los grandes placeres siempre se encuentran en los sitios más bajos. Eran también tiempos en los que ni se pensaba que el "tomar de un solo vaso" iba a desaparecer por una pandemia, aunque siendo "una costumbre bien peruana" yo creo que nuca se va a perder y va a terminar volviendo como las moda retro.
Fue en San Marcos, que aprendí a tomar decisiones. Y lo voy a contar mil veces. Un trabajo de campo, sobre reforma agraria en la "Cooperativa Juan del Valle", para ver el efecto de la reforma agraria en una hacienda en la que se daban las condiciones de las tres regiones del país ,termino en una gran borrachera, porque los muchachos eran mayoría y "democráticamente" por votación se tomo la decisión de comprar todos los fondos recaudados en cerveza, ante el enojo de las chicas. Yo como delegado me cure en salud y me lave las manos, pasándome toda la noche conversando con las chicas, con algunos "chilcanitos". Al amanecer el espectáculo era dantesco, la gente estaba como muerta tirada alrededor de la Casa Hacienda. Un alumno -cuyo nombre no recuerdo- que se fue a Huaral para sacarse una muela y regreso al combate, era de los pocos que estaba todavía valientemente en pie, dándole curso a las pocas cervezas que ya quedaban, mientras que el chofer del "burro" reclamaba que el alumno Carlos Dávila, le quito el asiento de atrás que él se reservaba para dormir y que encima le hizo la bronca.
Mucha gente pensaba que mi traspaso a Antropología tenia que ver con mis maestros del curso de antropología de ese entonces, con quienes hice una buena amistad. En esos tiempos del gobierno militar el toque de queda era a las doce de la noche y recién a las doce y cuarto, me estaban dejando en mi casa, despues de interesantes conversaciones en medio de algunas cervezas. Lo cierto es que no se como pero llegaban bien a sus casas. Cuando casi treintaicinco años despues lo vi en la Universidad Católica en un acto electoral, yo era en mi interior un niño alegre por ver a su maestro y el me trato con solemnidad e indiferencia. Otros tiempos.
Yo regreso a San Marcos cada vez que puedo. Hace poco regrese porque a despecho de mis casi setenta almanaques, no pierdo las ganas de hacer mi Maestría de Ciencias Sociales, solo por el placer de hacerlo, porque espero pasar mis últimos años de vida dedicado a leer y a escribir. No se si lo logre. Pero que lo quiero, lo quiero. La infraestructura ha cambiado mucho, pero no llega a ser lo que debería ser. Y el problema pasa creo yo, por la autoridades. La actual Rectora, la verdad que deja mucho que desear y mas parece que esta allí gracias al cubileteo político de los sectores de izquierda enquistados en la universidad. La Decana de América sigue siendo el reflejo de la crisis de la universidad en el Perú y sobre todo de la universidad pública en el Perú.. El Maestro Luis Alberto Sánchez decía sobre la universidad en el Perú "no hay plata por eso hay crisis, hay crisis porque no hay plata". Un círculo vicioso que es de nunca acabar. Que tiene que ver con que hay profesores pero se necesitan maestros. Que no hay investigación a la altura que se merece el país.
Y si seguía Pedro Castillo hubiéramos tenido "ingreso libre", es decir el demagógico, populista y absurdo concepto de universidad popular, con que engañan muchas seudo universidades que prácticamente le preguntan al alumno, cuanto es uno más uno, para que ingresen a esos centros, en los que la formación es bastante mediocre. La universidad no debe ser popular, debe ser para los que tienen capacidad y actitudes no solo para ingresar a la universidad, sino para terminar una carrera universitaria y desarrollarse como tal. En suma para las élites. No para las élites económicas, sino para formar élites de diverso tipo de las que hablábamos al comenzar este artículo. Algo difícil mientras subsista la "Cultura del Cartón".
En mis tiempos en San Marcos, se comenzó a construir el cerco que hoy marca los linderos de la universidad, tiempos de lucha, de bombas lacrimógenas, de tanquetas dentro de la universidad, en medio de estribillos como "El Cerco cuartelarío lo derrumbaremos". Y a casi cincuenta años de esos lejanos días, creo que la universidad en el Perú, salvo honrosas excepciones, sea pública o privada, "sigue cercada" por corsés ideológico- politicos, por el mercantilismo, por la mediocridad. Es lo que tenemos por no formar élites, lo que hace que gobiernen los mequetrefes que nos gobiernan y detentan el poder.
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