LA NECESIDAD DE UNA NUEVA CLASE DIRIGENTE:
Una sociedad civilizada, basada en el principio del bien común, se sustenta en los efectos de la educación y de la cultura en el ser social. Una sociedad civilizada, progresista, democrática y basada en los principios de igualdad y de solidaridad; tiene que engendrar obligatoriamente, hombres y mujeres que busquen mayoritariamente ser el resultado de la interacción del hogar, de la educación y del medio social en el que se desarrollan. En los valores y los principios que el entorno marca en su vida, para convertirlos en ciudadanos, que son los que hacen que una sociedad sea viable, lo suficientemente viable para combatir sus propias excrecencias y sus miserias. Miserias que no son otra cosa que las venalidades humanas a lo largo del tiempo. A propósito de lo dicho, Sartre decía que "Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él".
Y escribo lo anterior, porque no puedo negar la frustración, la pena y la indignación que me produce en el tercio final de mi vida, que no hayamos sabido forjar una clase politica educada, culta, con principios, valores, vocación de servicio y visión de país, que materialice un proyecto de nación. Una clase politica de solera democrática, que le de al Perú estabilidad politica, estabilidad económica, institucionalidad, unidad y progreso. Gobernados por impresentables, oportunistas, demagogos, gente sin escrúpulos y delincuentes, que se agrupan en seudo partidos políticos. Que no les interesa convertir en verdaderos articuladores y representantes de los intereses populares, porque desde su posición de privilegio -a quienes fungen de líderes- solo les motiva mantener sus privilegios, sus posiciones de poder y satisfacer o negociar intereses propios y de terceros.
Y el deterioro de nuestra democracia en el presente siglo, ha sido bastante marcado y dinámico. No hay ni partidos políticos nacionales ni movimientos regionales con la institucionalidad necesaria para consolidar una propuesta regional seria, técnica y que de paso a partidos políticos de origen provinciano. Solo PERU LIBRE -que paso de movimiento regional a partido politico sin serlo realmente- logro dar ese paso, para terminar -aprovechando la coyuntura y el descontento social- cuajar que Pedro Castillo y Doña Dina Boluarte, sean protagonistas estelares de nuestro historia más reciente, teniendo como teloneros a personajes que desconocen la majestad de lo que es ser Ministro de Estado y son serviles operadores del poder de turno; y por un Congreso que es sin lugar a dudas, el peor congreso de la historia republicana -con muy contadas excepciones- plagado de delincuentes que se presentan como "políticos", a los que sus propios colegas, blindan por los votos para las granjerías a las que nos tienen acostumbrados, pareciendo más una sociedad de "auxilios mutuos" que un partido politico.
La inteligencia y la pasión que yo percibí en los políticos y en la politica de mi infancia y de mi adolescencia no existe más. Hoy prima el pragmatismo, la frivolidad, la falta de escrúpulos, la desvergüenza, el cinismo en los "representantes del pueblo". Al final nunca hemos tenido partidos con una verdadera institucionalidad y organización y su antigüedad obedece a razones cuantitativas pero no cualitativas. El APRA paso del liderazgo y el caudillismo de Haya de la Torre al de Alan García y al declinar la estrella de Alan, por más que se haya vuelto a inscribir, ya no es el APRA que marcaba la agenda, que tenía un mística de acción y un martirologio del cual enorgullecerse. Y así como el Partido Civil nació para apartar al militarismo del poder, ACCION POPULAR nace como una alternativa democrática frente al APRA y al Comunismo, Belaunde es la imagen del estadista, del visionario, del líder y del politico honesto, algo que siempre se dijo no caracteriza a sus seguidores y que se acrecienta hoy en día, cuando el partido es un fantasma que pena en la escena nacional y en el congreso hay una bancada de ramplones y mediocres mocha sueldos e ignorantones; a los que se suman, líderes demagogos, frívolos o marketeros como el Dr. Garcia o el Sr. Diez Canseco y en Paseo Colón, una serie de dirigentes de "medio pelo" que usan la imagen de Belaunde para vender un partido inexistente, siendo lo más probable, que en la próxima elección pierda la inscripción. En esa dirección el fujimorismo tal vez el partido mas organizado y mas ligado a los oscuros intereses del país, sigue siendo un partido caudillista, con nombre y apellido propio y una mochila bastante pesada que hace que el anti fujimorismo siempre termine inclinando la balanza a favor de quien se enfrente al Fujimori que sea el candidato presidencial.
Yo no pretendo escribir sobre las miserias morales y la frivolidad de Dina Boluarte. Creo que sobre el tema, vamos a tener sabrosas crónicas y reportajes televisivos, que con lujo de detalles van a desnudar las mentiras, la demagogia y el cinismo, de quien quiso aparecer como decente y honesta y que fue simplemente, más de lo mismo con aroma de mujer. Lo que trato de explicar en estas lineas, en medio de mis limitaciones, es como la falta de casa en la formación del individuo, como la falta de educación y de cultura, hace que tengamos esta democracia de caricatura, sin valores y principios, sin ética, vergüenza, ni moral en los que nos gobiernan. Lo que hace que terminemos gobernados por los personajes que padecemos en la política criolla. Que los Antauro, los Castillo, los Del Castillo, los Acuña, los Vitochos, los Montoya, los Ollanta y los PPK, se dirijan a nosotros con soberbia y fariseica autoridad moral, conjuntamente con todos esos cacasenos que tenemos en el Congreso, que viven y lucran viviendo de la politica a nuestras expensas.
En los albores del siglo pasado apareció la Generación del Novecientos. Allí esta el maestro Luis Alberto Sánchez, José Carlos Mariategui, José de la Riva Agüero, Víctor Andres Belaunde, intelectuales preocupados por el Perú que debería resurgir de la derrota de la Guerra del Pacífico. A ellos habría que sumar la Generación del Centenario, en la que para mi, destaca un sanmarquino poco conocido pero brillante, hombre estudioso y preocupado por las reivindicaciones indígenas, cuyo nombre lleva la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, me refiero a Pedro Zullen, generación y a la que perteneció Horacio Urteaga, estudioso de las época incaica y colonial.
Entre los nombres que dieron brillo intelectual a las generaciones de principios del siglo pasado, no se puede dejar de mencionar a Jorge Basadre, a Luis E. Valcárcel, a Raúl Porras Barrenechea. Hoy en día, cuando ya no esta Tito Flores Galindo, Alfonso Quiroz, Carlos Ivan De Gregori o Julio Cotler; los intelectuales en un país que no lee y donde la edición libros es ilimitada estan poco menos que en el anonimato, alejados de los partidos políticos y de la política, brilla con luz propia Doña Carmen Mac Evoy y su prolífica obra. Por estos días de agitación politica, los más requeridos son abogados constitucionalistas, que los hay para todos los gustos y de todo precio.
Herederos de una gran civilización, somos el país de circunloquio. Un país de coyunturas, del hoy y del ahora. un país sin una visión de futuro. El país del abismo social y del estado empírico del que hablaba Basadre. Y eso tiene que cambiar si no queremos pasar de país minero a republica bananera que ya muestra algunos rasgos muy marcados. Lo anterior, porque si dejamos como hasta ahora, el destino del país en manos de una gentuza, no podemos esperar nada bueno. Le toca a la sociedad civil, levantarse y presionar al poder de turno. Tener capacidad de indignarse y eso implica organizarse. Hay que refundar el país, mejorar la calidad humana de nuestra gente y eso es tarea de una educación con valores. Hay que forjar una clase dirigente de verdad. Hablamos de reivindicaciones económicas y nos olvidamos de las reivindicaciones educativas y culturales que son igualmente importantes. La Sra. Boluarte es una anécdota más en nuestra fallida historia republicana: Una mujer que ignora que no puede esconder el humo cuando encendió el fuego. Cuyo camino a la cárcel se comenzó a escribir un viernes santo.