CHILE Y LA GUERRA DEL PACIFICO:
Yo soy un individuo muy interesado en el tema de la Guerra del Pacífico y ando detrás de cuanto objeto, documento o libro que se me cruce por delante, para mi pequeño museo o para mi biblioteca, una estantería que cultivo con mucha dedicación, pensando que algún día un nieto mío, que tal vez nunca conozca -porque uno no sabe cuando lo vendrá a buscar la catrina- lo aproveche. En el contexto de las fuentes históricas, debo de decir y reconocer que la historiografía chilena nos lleva la delantera, tanto en fuentes escritas -de diverso tipo- como en fuentes fotográficas. En este blog hay entre otros artículos, uno precisamente dedicado a la fotografía en la Guerra del Pacífico (**).
Y entre los libros que he conseguido últimamente, esta uno titulado "CHILE Y LA GUERRA DEL PACÍFICO", Carlos Donoso Rojas, Gonzalo Serrano del Pozo, Editores, Publicado por el Centro de Estudios del Bicentenario, que es la primera versión chilena sobre el saqueo de Lima a la que tengo acceso y que una vez más me causa sana envidia con relación a nuestros vecinos del sur dentro de la efemérides del Bicentenario de la Independencia.
No conozco esfuerzo editorial alguno en nuestro país a un año del bicentenario. De publicaciones sobre épocas y temas diversos de nuestra historia a precios populares; sobre las épocas de nuestra historia patria para celebrar el acontecimiento. Igual paso en el "Centenario de la Guerra del Pacifico" donde pusieron como Presidente o Director o no me acuerdo que de la Comisión, al General Miñano, héroe de la Guerra con el Ecuador, que sabia de estrategias de guerra, pero no de historia, ni de literatura, ni de organización cultural de este tipo de celebraciones. Y encima el general decía y se justificaba que no tenía fondos y mejor lo dejo allí para que no se me hinche el hígado.
El libro que comento, reúne una serie de artículos que espero poder reproducir de a pocos. Pero el primero que llamo mi atención, es el referido a el saqueo de Lima durante la Guerra del Pacífico, que es un tema doloroso para nosotros, pero cuya peculiaridad es que esta documentado a partir de la cultura de la Guerra y de fuentes jurídicas igualmente de la época -básicamente de la guerra de secesión norteamericana- con las que se pretende explicar el saqueo de Lima, que el autor del artículo Ricardo Nazer Ahumada, llama "analizar", pero que es en realidad una recopilación comentada -valiosa e interesante- sobre lo que se llevaron de nuestro patrimonio. Es bueno decir que un trabajo similar pero solo de carácter documental o sobre documentos, es el hecho por Carmen Mac Evoy, bajo el título "CHILE EN EL PERÚ".
Una primera aproximación del texto a la temática planteada, es que expresa que en la historiografía chilena sobre la Guerra del Pacífico, no hay ninguna mención sobre el saqueo o el envío de bienes culturales a Chile, salvo un ensayo de Sergio Villalobos, sobre "la historia que nos une y nos separa", que habla del tema en forma parcial, que intenta explicarla y que expresa que la "incautación se llevo a cabo de manera regular y cautelosa" algo que no es verdad ni es real. Es necesario indicar que el derecho de la guerra en esos tiempos, es decir durante la Guerra del Pacífico, se basaba en la resoluciones sobre la guerra del Congreso de Ginebra, sobre hospitales de sangre, heridos y prisioneros. Asimismo, el gobierno de Chile publico una recopilación titulada "El Derecho de la Guerra según los últimos progresos de la Civilización". que reunía disposiciones de países europeos sobre el tema y que fue distribuido entre la oficialidad y la tropa que viajaba al teatro de operaciones de la guerra.
La recopilación estaba constituida por (1) Resumen de los Trabajos presentados y una declaración internacional relativa a las leyes y usos de la guerra aprobado por la Conferencia de Bruselas (1874). (2) Declaración de San Petersburgo (1868). (3) Convención Internacional de Ginebra para mejorar la suerte de los militares heridos en campaña (1864). (4) Instrucciones para los Ejércitos de Estados Unidos de América en campaña (sin fecha). Tal como lo expresa Doña Carmen Mac Evoy en su libro "Guerreros Civilizadores", los chilenos se consideraban superiores a nosotros, una sociedad culta y civilizada a diferencia de nosotros o de los bolivianos, que eramos considerados una sociedad inculta, incivilizada y hasta tribal, por eso querían hacer una "guerra civilizada" o se consideraban "guerreros civilizadores".
Ningún país sudamericano o latinoamericano había escrito en esos tiempos y en esas fechas sobre el tema, sobre los derechos humanos en la guerra y el único antecedente, era un texto de Andres Bello, que expresaba que "el derecho estricto de la Guerra nos autoriza para quitar al enemigo no solamente las armas y los demás medios que tenga para ofendernos, sino las propiedades públicas y particulares, ya como satisfacción de lo que nos debe, ya para obligarle a una paz equitativa, ya en fin para escarmentarle y retraerle a él y a otros de injuriarnos".
En lo sustantivo la cultura de la guerra en la época, establecía que la acción beligerante debe ser dirigida exclusivamente contra las fuerzas y los elementos de guerra y no contra sus súbditos. En las instrucciones del Ejercito de los Estados Unidos que formaban parte del documento chileno, se establece que "las obras de arte, las bibliotecas y las colecciones e instrumentos científicos deben ser preservados de todo daño que nos ea inevitable", pero indicaba también, que el jefe de estado del gobierno conquistador, puede ordenar que se tome posesión de ellos y que se les traslade a su país definiéndose la propiedad definitiva en el Tratado de Paz.
Tras fracasar la paz en Octubre de 1880, en la Conferencia de Arica, el gobierno chileno decidió la ocupación de Lima, la "Campaña de Lima", para poner fin al conflicto. Tras la invasión de Lima, el libro consigna instrucciones del Ministro de Relaciones Exteriores chileno, Melquiades Valderrama, al Ministro de Guerra en campaña, José Francisco Vergara, que en los hechos terminaron siendo letra muerta. En principio porque hacía reiterada mención a respetar las leyes de la guerra, pero incidía en que los gastos de guerra deben ser financiados por el estado peruano y por contribuciones e impuestos a sus connacionales. Por otro lado, consideraba que todos lo bienes del Perú le corresponden a Chile y que se debe respetar los bienes de súbditos de otras naciones, algo que tampoco se cumplió a cabalidad.
La ocupación y la precaria situación de la economía, hicieron con el tiempo que la guerra gravosa para Chile y ya en febrero de 1881, tal como se reproduce en el libro, el Ministro de la Guerra le escribía su par en campaña de la necesidad de aplicar "medidas extremas para acabar con la guerra y firmar la paz". Los chilenos a partir de allí actuaron con extrema violencia, exasperado por la resistencia de Cáceres y crearon instituciones, como la Oficina Recaudadora de Contribuciones de Guerra para recaudar cupos de guerra.
En los primeros meses de la ocupación chilena a la Ciudad de Lima, fueron trasladados a Chile diversos bienes. Los edificios públicos incluido Palacio de Gobierno fueron desvalijados, instrumentos científicos y la biblioteca de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos fueron enviados a Chile, como también los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Ministerio de Hacienda y de la Biblioteca Nacional, las colecciones de los Museos Santa Catalina y Raymondi; estatuas, monumentos públicos y hasta animales del Zoológico del Palacio de la Exposición.
A Chile se trasladaron establecimientos industriales completos como la Maestranza Naval de Bellavista, la Fábrica de Pólvora, la Maestranza de Guías, la Casa de la Moneda y la Imprenta del Diario Oficial El Peruano. Para los chilenos era la mejor maquinaria de toda Sudamérica y estaba valorizada en por lo menos tres millones y medio de pesos de plata. Es necesario indicar que muchos bienes llegaron dañados, otros no llegaron porque se los robaron y después "los donaron", como es el caso del Coronel Pedro Lagos que "dono" al Liceo de Chillán, una gran cantidad de libros y un laboratorio de Física y Química de primer nivel. Es necesario dejar constancia que fueron también los propios peruanos los que después de las batallas de San Juan y Miraflores se dedicaron al saqueo y al pillaje de objetos diversos que terminaron vendiendo a los propios chilenos y a reducidores extranjeros y peruanos.
Un informe de Patricio Lynch al asumir la jefatura de la ocupación chilena -que tras el escándalo de los robos tomo diversas providencias sobre bienes que supuestamente pertenecían al Gobierno de Chile- detalla que algunos bienes fueron vendidos en remate público. No debe dejarse de mencionar el hecho de que en 1884, al terminar la guerra, el Presidente Santa María ordeno la devolución de algunos libros y documentos, que pertenecía a las Biblioteca Nacional, a la de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y a la Santa Inquisición por mediación de su amigo Don Ricardo Palma. A pesar de las recomendaciones documentales, la guerra significo que intereses de extranjeros fueran afectados y eso dio lugar a procesos de arbitraje de súbditos italianos, ingleses, franceses, alemanes, portugueses, suizos, belgas y del imperio austro-húngaro. El mayor numero de reclamaciones fue de italianos en número de 440. Los Tribunales funcionaron en Santiago y estuvieron constituidos por representantes de los países en conflicto y el tercero del Emperador de Brasil. El libro consigna los lugares del territorio nacional, donde se produjeron las afectaciones materia del arbitral
El ensayo tras consignar el número de libros inventariados, que termina no siendo una cifra exacta, pero que llego a los 7,697 volúmenes, deja constancia del malestar de siempre de la intelectualidad chilena, por el pillaje materializado, como es el caso en su tiempo, de Don Ignacio Domeyko, sabio e intelectual polaco que vivió en Chile en tiempos de la guerra, indica además el poco provecho como estado, que el saqueo represento al Gobierno de Chile, porque gran parte de esos bienes fueron robados por particulares -oficiales y soldados- que sirvieron el el teatro de operaciones; destruidos en su traslado o vendidos en el Perú.
Al final el libro concluye que los procedimientos preceptuados fueron letra muerta, los fragores, el odio y la venalidades de la guerra, hicieron que no se respetaran los procedimiento, ni que se establecieran procedimientos para contabilizar los bienes que fueron materia de apropiación o incautación, sobre todo durante el Comando de los Generales Cornelio Saavedra y Pedro Lagos, lo que cambio con la llegada de Patricio Lynch. Como la cultura de la guerra hoy es diferente, bien haría el gobierno en pedir la devolución de algunos monumentos , que sigan la linea de libros devueltos en el 2007 y en el 2017, algo que jamás va a suceder con el "Huascar" que es un trofeo de Guerra.
(*) "CHILE Y LA GUERRA DEL PACÍFICO", Carlos Donoso Roja, Gonzalo Serrano del Pozo, Editores. Centro de Estudios del Bicentenario, Primera Edición 2011.
(**) LA FOTOGRAFÍA EN LA GUERRA DEL PACÍFICO - Buscarlo en etiquetas como Guerra con Chile.
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