martes, 23 de diciembre de 2008

N° 45 - LA TELETON DE ALAN

SOLIDARIDAD Y FIGURETTISMO EN EL PERÙ:


Muchos ciudadanos y políticos de oposición criticaron a Alan García por organizar la TELETON a favor de la Clínica San Juan de Dios. Lourdes Flores le llamó “Mil Oficios” y Ollanta Humala critico su excesivo protagonismo. Lo cierto es que el Presidente Alan García llevo a cabo la TELETON de manera exitosa y se recaudaron casi DIEZ MILLONES DE SOLES (S/. 10´000.00) una cifra nunca antes reunida en este tipo de eventos y que permitirá atender a más de veinticinco mil niños en los próximos años, en una institución que desde 1952 brinda atención diversificada a pacientes discapacitados de manera descentralizada.

Ahora bien, en medio de la exitosa jornada, antes que el figurettismo, el problema es la indiferencia Presidencial. El Hogar Clínica San Juan de Dios, tiene una crisis de gerencia y han aflorado una serie de irregularidades desde que los curas españoles de la Orden Hospitalaria de San Juan, dejaron la entidad. Un buen número de antiguos trabajadores ha sido despedido, pero el Presidente ni se preocupo por ellos, ni se inmuto por una problemática con olor a corrupción; ese “pequeño gran detalle” no le importó. No hubo sensibilidad con los trabajadores, criterio con un problema que puede hacer que se despilfarre lo recaudado, en medio de una mala administración y una farra de grandes sueldos a gente sin experiencia. Al final, va a ser el tiempo el que va a terminar descubriendo esa verdad que Alan García no ha querido tocar en su afán de que solo cuente para la propaganda política, el apoyo a la institución y no el buen destino de los fondos para un fin social.

Y lo concreto y lo real, es que el figurettismo que se le achaca a Alan García es una suerte de conducta nacional. No hay peruano (y sobre todo político) que por lo general no quiera hacerse notar. En una conversación, aunque no sepa del tema, siempre vamos a encontrar al individuo que “mete su cuchara”, que interviene, que opina aunque no sepa gran cosa. En este país siempre hay el personaje que estira el cuello o saca el pecho, el que es incapaz de aceptar que no sabe algo. Que hace gala de sus relaciones o “fintea” que las tiene para hacerse importante. Que como la ignorancia es audaz, quiera imponer su criterio o su verdad, aunque esta éste alejada de la realidad o no tenga sustento. Alan García desde la cúspide del poder, hace declaraciones populistas, ofrecimientos demagógicos; quiere liberar a Magaly Medina, quiere hacer lo que la ley le impide, mostrarse como un ser superior, como un hombre todo poderoso. No es un figuretti, es el figueretti mayor en una sociedad en la que el gesto, la pose y la apariencia es lo que cuenta. En una sociedad en lo que lo importante es llamar la atención, en la que lo sustantivo no es ser sino parecer. Y por eso (entre otras tantas razones) estamos jodidos.

sábado, 13 de diciembre de 2008

N° 44 - EL CHOLO EN MÉXICO


SUS DIFERENCIAS CON SER CHOLO EN EL PERÚ:


El vocablo Cholo se comenzó a utilizar en la frontera de México y Estados Unidos, en los años sesentas, para calificar emigrantes mexicanos de baja condición social. En realidad el cholismo (como variante y prolongación del fenómeno pachuco) es más que una conducta social negativa, es la manifestación del conflicto social entre sectores marginados de chicanos e indocumentados mexicanos, que nace en el Barrio Este de la Ciudad de Los Ángeles, durante un periodo de represión al movimiento chicano, que tiene su crisis en la refriegas al Moratorium Nacional Chicano, que desencadeno una espiral de violencia a finales de 1970 y en Enero de 1971.

En este clima de inestabilidad, en esta espiral de violencia nace el cholo mexicano, un individuo contestatario; que reafirma su identidad, sus raíces, sus reivindicaciones y su cultura, en el uso de iconos como la imagen de la Virgen de Guadalupe, el tricolor nacional o el “brown is beautiful” que en medio de una parafernalia de penachos, habla y vestimenta singular materializa una identidad que se proyecta a México. 

En realidad el cholismo mexicano, no tiene la connotación racista y discriminatoria que puede tener en el Perú por ejemplo. El cholo o el cholismo en México, es una respuesta violenta a la violencia estructural que se expresa en la desigualdad social, en la falta de oportunidades, en la discriminación de los chicanos de California y es hoy por hoy, una manera de ver la vida, una manera de vivir de gente joven. Una contracultura asociada al pandillaje y a la proclividad por lo delictivo (no necesariamente) y por lo marginal, que recrea un mito estampado en las paredes. En los miles de graffitis con los que los cholos caminan con sus mujeres, marcan su territorio y dejan su mensaje contra cultural.

N° 43 - PITUCOS, LIMEÑITOS, CHOLOS CON CH.

DISCRIMINACION, RACISMO Y DIVISION EN LA POLITICA


Mucho se ha escrito sobre la discriminación racial en el Perú, sobre el sectarismo. El último texto que llegó a mis manos, “Nos habíamos choleado tanto”, de Jorge Bruce, es un libro interesante, pero sin pretender desmerecerlo, en lo personal no me dejo una sensación de placer, como expresión de totalidad. En concreto, lo definitivo es que somos un país, una sociedad racista, discriminatoria, marcada por el dinero y las apariencias. El maestro Luís Alberto Sánchez, decía que en el Perú, el cholo que tiene plata se agringa, que el gringo pobre se achola. En una sociedad consumista, pobre, con carencias y sin mayor educación y cultura, el dinero ha pasado a suplir en muchas actividades (como en la política) el valor de la capacidad y de la idoneidad para determinados cargos. Y el gris parlamento que sufrimos desde hace varios gobiernos, es una muestra de que; una cosa es que para hacer política se necesite dinero y otra la subasta de números, de posiciones, de cargos y de curules, para financiar las campañas presidenciales que vemos cada cinco años. Un remate al paso y al peso, que hace congresistas a gente impresentable, que en cinco años "prestigia" la caricaturesca, folklórica y pintoresca fauna política peruana.

La mera verdad es que los partidos son hoy por hoy, en mayor o menor grado, simples membretes, exclusivas franquicias políticas, dominadas por grupos que buscan primero satisfacer sus intereses personales, “partidarios” o su vanidad de poder y después los intereses nacionales. Gente que en muchos casos esta unida por cálculos políticos, por conveniencias y no por visiones ideológicas de construcción de país. Por eso es que en función de la “capacidad” de las cúpulas, de un liderazgo y de una mayor o menor organización, los partidos y los políticos, están tan devaluados en el imaginario popular.

El APRA (como los demás partidos políticos) no tiene cuadros, esta librada o es dependiente del verbo, de las calidades político personales y del carisma de Alan García y en ese contexto su futuro sin Alan no es auspicioso. El resto está en lo mismo (en mayor o menor grado) y por eso se quiere eliminar el voto preferencial, sin que se construyan partidos abiertos, democráticos. Partidos que sean instituciones de verdad. Al final, como ésta mediocre casta política que nos gobierna tiene el poder y legisla, van a buscar acomodarse, negociar, sacar adelante con el apoyo de una ONPE (que cree que la teoría funciona en un país como este aunque la realidad no calze) “listas cerradas y bloqueadas” en la que ellos, sus amigotes y sus achichincles, puedan llegar a un Congreso, en el que por el mecanismo del voto preferencial no entrarían.

Este país, es un mosaico de ejemplos en el que los políticos (que deben representar la unidad, el liderazgo, la capacidad, la docencia y los principios) cada vez que sufren el rechazo y la indignación del pueblo, apelan a la explicación facilista y demagógica; al mensaje racista, discriminatorio, a dividir para reinar. Como el pueblo es mayoritariamente cholo, pobre; el punto común de la política peruana es articular un discurso que los convierte en acérrimos defensores de los intereses populares. Allí está Fujimori, hablando de “ser un peruano como tú” levantándose el país en peso y enviando a los hijos a estudiar al extranjero con recursos del erario nacional. Allí está el cholo Toledo, apelando a su aspecto cobrizo, pero chupando etiqueta azul y gastando el dinero de todos los peruanos, en una vida palaciega muelle, propia de la sangre azulada de la aristocracia Cabana que nos gobernó, mientras su mujer (que también tuvo con la plata del pueblo delirios de grandeza) se alucinaba una chola fashión, una zanahoria andina más peruana que la Congresista Arpasi.

Y así llegamos a García, que como jamás espero una reacción masiva e incontrolable de la masa popular reunida en Acho con ocasión del Día del Dirigente Popular (un gentío que lo recibió entre abucheos y le tiro botellas de plástico reeditando el incidente de Toledo del 2001 en el Estadio Nacional) no encontró mejor argumento que soltarse las trenzas y expresar que no le gustan los pitucos de izquierda, sino los hombres de color cobrizo, que son según el los verdaderos peruanos, los que luchan por la justicia social.

Para volver a citar a su compañero Luís Alberto Sánchez, Alan García olvido que somos un país mestizo; que el mestizaje es fecundo y la hibridez no. Turbado por el rechazo popular, García ignoró que el APRA nace como una alianza de clases. Que un país como el nuestro busca ser menos racista y discriminatorio. Que el Perú debe construirse con el esfuerzo de todos. Y apelo al populismo y a la demagogia, al fácil argumento de enfrentar blancos contra indios, ricos contra pobres. De echarle la culpa de los lastres del gobierno al Congreso, en la seguridad que Velásquez Quesquén iba a agachar la cabeza y hasta a pedir servilmente el Premio Nobel para su líder.

En lugar de asumir el rechazo de manera viril y honesta, y apelando a su innegable capacidad oratoria, Alan García se limpio en cabeza ajena, pretendió exacerbar un racismo y una división que nos impide ser realmente una nación y termino expresando una de las taras de nuestra clase política: Su insistencia en el engaño, en la imagen de lo que no se es. Su falta de coraje democrático para reconocer el error. A fin de cuentas, lo que el país, lo que el pueblo gusta, quiere y necesita, son políticos (que independientemente del color de su piel o de su estrato social) sean gente capaz, honesta, comprometida, sensible a los intereses nacionales. El pueblo necesita menos demagogos y populistas en la política peruana. Una clase política respetada, vigorosa en conductas democráticas e imaginativa en ideas. Pero para eso se necesitan partidos políticos. Y eso es lo que no tenemos; aunque al interior de ellos, haya gente que cree que comiendo pichón, van a eructar pavo.

lunes, 8 de diciembre de 2008

N° 42 - LOS ERRORES QUE NO PODEMOS VOLVER A COMETER

LA RELACIÓN CON CHILE Y NUESTRO RE EQUIPAMIENTO MILITAR:


CAMPAÑA DE LA BREÑA

Dos años
y seis meses
estuvo Andrés conmigo
y aquí
jamás hubo paz.
Me amaba
Y era demasiado celoso para dejarme.

En RELATOS DE LA GUERRA DEL PACIFICO
JMN - 1979

Lo que nos deja la crisis diplomática con Chile es que se equivoco el gobierno peruano, que se equivocó la diplomacia peruana, al no manejar la crisis en los niveles inferiores de sus respectivos gobiernos. El error del Presidente del Perú fue pedir disculpas a su par chileno, decir que Donayre va a pasar al retiro, pero no como resultado de su declaración antichilena, sino por lo del gasolinazo y en fecha posterior. Al final superado el incidente, más allá del papelón y de la crisis de autoridad del “poder civil” ante los excesos de éste “General de la Alegría” del siglo XXI; en lo que no se puede equivocar no solo este gobierno, sino los próximos gobiernos, es en lo relativo a la necesidad de preparación, de re-equipamiento y de renovación de material de nuestras Fuerzas Armadas, como arma disuasiva para mantener nuestra integridad nacional y para preservar nuestros recursos energéticos y nuestros recursos hídricos, que son el guano y el salitre del presente siglo.

Es indudable que es difícil equiparar el gasto militar de Chile y su potencia de fuego, pero lo recomendable, lo fundamental, en esta relación de vecinos distantes, de hipócritas y diplomáticas muestras de hermandad, es al menos mantener esa diferencia en una proporción de dos a uno para poder neutralizarla y no repetir el doloroso episodio de 1879.
En ese contexto necesitamos tener una política clara de la necesidad de RENOVAR (no de re potenciar) nuestro armamento. De comprar material con criterio técnico, escuchando a los especialistas militares y no a partir de civiles con poder que todo lo saben o como se compro durante la época de Fujimori, con una falta de criterio, con una ambición personal y una rapiña digna de un pelotón de fusilamiento. Raterías que terminaron en nada, porque en este país robar al Estado es una práctica común, es un pecado o un error y no un delito como lo llamó Bedoya Reyes. El problema fundamental es nuestra clase política, nuestra clase gobernante, que hoy como ayer se aggiorna en discursos pacifistas, en frases de clise y confunde políticas de defensa con la angustia y el temor a que nos tilden de propiciar una “carrera armamentista”, que es en lo que está Chile sin empacho y sin rubor.


Si se trata de neutralizar la superioridad aérea de Chile hay que comprar radares y artillería antiaérea con el suficiente poder de fuego para evitar que entren en nuestro territorio. Hay que mantener nuestras naves operativas y comprar un numero mayor de unidades que permita defender con éxito nuestro espacio aéreo. Si se trata de neutralizar la superioridad blindada de Chile, hay que comprar helicópteros con la tecnología y el poder de fuego necesario para barrer desde el aire a los tanques chilenos. El material soviético que tenemos es bueno y en ese contexto habría que suscribir los convenios y acuerdos necesarios, no solo para reparar sino para producir en el Perú helicópteros de combate. Habría que invertir en investigación militar para economizar recursos y en esa dirección el trabajo de los Casanave es interesante.

En el caso del ejército nuestra clase política “democrática, pacifista y fundada en la buena vecindad y en la unidad latinoamericana” debe entender que si hay dinero, necesitamos comprar nuevo material. Que no podemos “repotenciar” material que tiene más de cuarenta años y que por el avance tecnológico nunca va a estar a la altura de la perfomance y de la potencia de fuego de equipos con solo quince años o dieciocho años de antigüedad. Por lógica elemental un carro del setenta con motor reparado nunca se va a equiparar a un automóvil del año 1998.

Seguir con la retórica que fuimos el primer país en tener una fuerza naval submarina, es demagogia barata e infantilismo, si no compramos nuevos submarinos para reponer el material dado de baja. Las adquisiciones chilenas nos dejan en mal pie en lo que fue una de nuestras principales y tradicionales ventajas ante un supuesto conflicto y el submarino es y seguirá siendo un arma fundamental para la victoria. En el ámbito de las fuerzas navales, meses atrás algún político hablaba de dar de baja al Crucero Almirante Grau, por ser muy caro en su mantenimiento, por “ser muy grande” , muy visible a los ataques enemigos y que en ese ámbito, solo necesitábamos buques pequeños, fragatas o corbetas misileras. Si esto fuera cierto los americanos o los rusos no contarían con estas naves, como el caso del Crucero “Pedro el Grande” que estuvo en Venezuela participando en las maniobras navales conjuntas. En el caso del Perú, el Fujimorismo anti patriota y demagógico, dio de baja y mando absurdamente al desguesadero como parte de los acuerdos del Cenepa, al Crucero Aguirre, de mayor tonelaje que el Almirante Grau y que trasformado en un porta helicópteros era un arma fundamental en la guerra naval en el Pacífico, por su autonomía y su potencia de fuego.

A tenor de lo anteriormente expuesto, el crucero ligero Almirante Grau (el último de su tipo en actividad en el mundo) no puede seguir la misma suerte del Crucero Aguirre. Debe convertirse en porta helicópteros, mantenerse como parte de la flota y tener la partida necesaria para en su momento, en caso de conflicto (dotarlo de la potencia de fuego y) usarlo estrategicamente, lo que lo haría determinante en un escenario bélico marítimo. Al final son reflexiones alejadas de pretensiones de analista militar. Son simples reflexiones de un ciudadano interesado en la defensa nacional, en nuestras siempre tirantes y amicales relaciones con Chile. Reflexiones que a la luz del doloroso pasado que vivieron nuestros ancestros; creen que aunque siempre los peruanos nos equivocamos dos veces. No podemos repetir en este caso, nuevamente el mismo error o escribir la misma historia.

sábado, 6 de diciembre de 2008

N° 41 - LA AUTONOMÍA DEL TIBET


EL APOYO DE LA UE AL DALAI LAMA:

Tenzin Gyatzo, padre espiritual del budismo, décimo tercer Dalai Lama ha recibido el homenaje y el apoyo de la Unión Europea en su lucha por la autonomía del Tibet y nosotros no podemos dejar de escribir sobre este hecho; que en el Perú tal vez no tiene la importancia que debería tener por ser ésta una sociedad eminentemente católica, cristiana; pero que más allá de las repercusiones políticas expresa en la humanidad de su santidad, una energía positiva. La energía que habita en el interior de los seres humanos y que tiene que ver con el bien, con el amor, con la ética y el compromiso moral. En suma, aplicado a una colectividad como la sociedad peruana, la búsqueda de esa fuerza interior que nos impulse a construir un país solidario, con igualdad de oportunidades para todos.

Desde nuestra perspectiva, política y espiritualidad son inseparables. Si bien la política es el arte de las realidades, no es menos cierto que buscar transformar una sociedad, que hacerla más justa, menos miserable, implica abrir el corazón, tener compasión por el prójimo, ser tolerantes, sensibles al sufrimiento humano. Es decir tener una actitud mental y espiritual frente a la realidad objetiva. Una actitud que parta de enfrentar la pobreza, la injusticia social, sintiéndose uno más de aquellos desposeídos y no observando desde arriba, desde el pedestal de un ser superior. Una posición que termina simplemente en el lugar común, en la retórica efectista, en la frase hecha. En el cambio que deja todo igual.
La historia del budismo se remonta al Siglo V a.c. cuando el Príncipe Shakyamuni de Nepal, al darse cuenta de la falta de sentido de una vida muelle, deja a su esposa y a su hijo y abandona el palacio real para internarse en la selva y que convive con un grupo de ascetas dedicado a la meditación, buscando liberarse de la vida mundana. Como dicha práctica no le significó la sabiduría e iluminación que buscaba, Shakymuni dejó a sus compañeros y se sentó bajo la sombra de un árbol Bodhi, gracias a lo cual descubrió el camino que rige todos los fenómenos alcanzando el estado omnipresente e iluminado de un buda.

Tras viajar a la India donde se encontró con sus compañeros ascetas, el Buda debelo la verdad del sufrimiento, su origen, la posibilidad de remisión y el camino que conducía a esa remisión. Esta verdad desde el punto de vista del budismo, muestra la verdadera naturaleza humana, las causas, los factores que lo provocan y el camino mediante el cual es ser humano puede librarse del sufrimiento.

La política es bajo esta perspectiva una confesión, una fe, una religión. Buscar la felicidad y evitar el sufrimiento es un deseo innato del ser humano, un deseo que en lo social implica mejores condiciones de vida y bienestar, que es el objetivo al que deben guiar quienes hacen política activa, quienes forman parte de la clase dirigente, quienes son los líderes, las cabezas visibles del movimiento social.

Para guiar a una colectividad hacia mejores condiciones de vida es necesario tener determinadas cualidades y potencialidades, tener confianza en uno mismo Y esa es la tarea de los partidos. Hacer que cada militante sea un mejor ser humano, que cada correligionario, compañero, camarada, hermano o como quieran llamarlo, entienda que es un elemento fundamental para el cambio, para generar esperanza y que por tanto debe exigirse a si mismo, ser un ejemplo de vida, cultivar valores humanos. La esperanza se nutre de determinadas condiciones y el elemento básico del liderazgo individual o colectivo, es visualizar el futuro a partir de la realidad, para construirlo, para materializarlo. Eso de alguna manera, es hacer política con responsabilidad, con un verdadero compromiso social.
Si no caminamos en la vida con verdad. Si negamos nuestra realidad, si la manipulamos o la distorsionamos, no vamos a poder construir el futuro, no vamos a ser instrumento de ningún cambio. Una colectividad política, conformada por hombres achatados intelectualmente, sin cultura, sin preparación, sin una actitud mental positiva, sin dinámica, sin honestidad, no va a significar de ninguna manera un elemento de transformación social.
Creer que se puede ganar una elección solo con la fuerza de los recursos económicos, con abundante propaganda o nada más que con un “buen candidato”, es lo mismo que gobernar escudándose en las cifras y viendo un país abismalmente desigual; es lo mismo que pensar desde el punto de vista individual, que los problemas de la vida diaria se pueden resolver con dinero o con bienes materiales. Es la vida interior, la realidad interior la que resulta vital para encontrar el éxito y la felicidad. El equilibrio entre el desarrollo material y el crecimiento espiritual interior es trascendental tanto para el ser humano como para una colectividad política. Un partido sin liderazgo, sin mística, sin organización, sin valores colectivos, sin una verdadera y real preocupación por el bienestar colectivo, carece de la fuerza interior y la confianza en materializar un cambio.

En el Perú necesitamos recuperar la fe en nosotros mismos, necesitamos enfrentar nuestra destino y luchar por la verdad, buscar la armonía y con ello construir el futuro. Ser un país pequeño, sobre dimensionado por la retórica e ilusionado por las cifras no nos sirve de mucho. El ejemplo de vida, la realidad es la verdad. Bajo la influencia espiritual del Dalai Lama podemos decir que hay que caminar con sabiduría por la escena nacional. Ser y no parecer.