CAMPAÑA DE LA BREÑA
Dos años
y seis meses
estuvo Andrés conmigo
y aquí
jamás hubo paz.
Me amaba
Y era demasiado celoso para dejarme.
En RELATOS DE LA GUERRA DEL PACIFICO
JMN - 1979
Lo que nos deja la crisis diplomática con Chile es que se equivoco el gobierno peruano, que se equivocó la diplomacia peruana, al no manejar la crisis en los niveles inferiores de sus respectivos gobiernos. El error del Presidente del Perú fue pedir disculpas a su par chileno, decir que Donayre va a pasar al retiro, pero no como resultado de su declaración antichilena, sino por lo del gasolinazo y en fecha posterior. Al final superado el incidente, más allá del papelón y de la crisis de autoridad del “poder civil” ante los excesos de éste “General de la Alegría” del siglo XXI; en lo que no se puede equivocar no solo este gobierno, sino los próximos gobiernos, es en lo relativo a la necesidad de preparación, de re-equipamiento y de renovación de material de nuestras Fuerzas Armadas, como arma disuasiva para mantener nuestra integridad nacional y para preservar nuestros recursos energéticos y nuestros recursos hídricos, que son el guano y el salitre del presente siglo.
Es indudable que es difícil equiparar el gasto militar de Chile y su potencia de fuego, pero lo recomendable, lo fundamental, en esta relación de vecinos distantes, de hipócritas y diplomáticas muestras de hermandad, es al menos mantener esa diferencia en una proporción de dos a uno para poder neutralizarla y no repetir el doloroso episodio de 1879.
En ese contexto necesitamos tener una política clara de la necesidad de RENOVAR (no de re potenciar) nuestro armamento. De comprar material con criterio técnico, escuchando a los especialistas militares y no a partir de civiles con poder que todo lo saben o como se compro durante la época de Fujimori, con una falta de criterio, con una ambición personal y una rapiña digna de un pelotón de fusilamiento. Raterías que terminaron en nada, porque en este país robar al Estado es una práctica común, es un pecado o un error y no un delito como lo llamó Bedoya Reyes. El problema fundamental es nuestra clase política, nuestra clase gobernante, que hoy como ayer se aggiorna en discursos pacifistas, en frases de clise y confunde políticas de defensa con la angustia y el temor a que nos tilden de propiciar una “carrera armamentista”, que es en lo que está Chile sin empacho y sin rubor.
Si se trata de neutralizar la superioridad aérea de Chile hay que comprar radares y artillería antiaérea con el suficiente poder de fuego para evitar que entren en nuestro territorio. Hay que mantener nuestras naves operativas y comprar un numero mayor de unidades que permita defender con éxito nuestro espacio aéreo. Si se trata de neutralizar la superioridad blindada de Chile, hay que comprar helicópteros con la tecnología y el poder de fuego necesario para barrer desde el aire a los tanques chilenos. El material soviético que tenemos es bueno y en ese contexto habría que suscribir los convenios y acuerdos necesarios, no solo para reparar sino para producir en el Perú helicópteros de combate. Habría que invertir en investigación militar para economizar recursos y en esa dirección el trabajo de los Casanave es interesante.
En el caso del ejército nuestra clase política “democrática, pacifista y fundada en la buena vecindad y en la unidad latinoamericana” debe entender que si hay dinero, necesitamos comprar nuevo material. Que no podemos “repotenciar” material que tiene más de cuarenta años y que por el avance tecnológico nunca va a estar a la altura de la perfomance y de la potencia de fuego de equipos con solo quince años o dieciocho años de antigüedad. Por lógica elemental un carro del setenta con motor reparado nunca se va a equiparar a un automóvil del año 1998.
Seguir con la retórica que fuimos el primer país en tener una fuerza naval submarina, es demagogia barata e infantilismo, si no compramos nuevos submarinos para reponer el material dado de baja. Las adquisiciones chilenas nos dejan en mal pie en lo que fue una de nuestras principales y tradicionales ventajas ante un supuesto conflicto y el submarino es y seguirá siendo un arma fundamental para la victoria. En el ámbito de las fuerzas navales, meses atrás algún político hablaba de dar de baja al Crucero Almirante Grau, por ser muy caro en su mantenimiento, por “ser muy grande” , muy visible a los ataques enemigos y que en ese ámbito, solo necesitábamos buques pequeños, fragatas o corbetas misileras. Si esto fuera cierto los americanos o los rusos no contarían con estas naves, como el caso del Crucero “Pedro el Grande” que estuvo en Venezuela participando en las maniobras navales conjuntas. En el caso del Perú, el Fujimorismo anti patriota y demagógico, dio de baja y mando absurdamente al desguesadero como parte de los acuerdos del Cenepa, al Crucero Aguirre, de mayor tonelaje que el Almirante Grau y que trasformado en un porta helicópteros era un arma fundamental en la guerra naval en el Pacífico, por su autonomía y su potencia de fuego.
A tenor de lo anteriormente expuesto, el crucero ligero Almirante Grau (el último de su tipo en actividad en el mundo) no puede seguir la misma suerte del Crucero Aguirre. Debe convertirse en porta helicópteros, mantenerse como parte de la flota y tener la partida necesaria para en su momento, en caso de conflicto (dotarlo de la potencia de fuego y) usarlo estrategicamente, lo que lo haría determinante en un escenario bélico marítimo. Al final son reflexiones alejadas de pretensiones de analista militar. Son simples reflexiones de un ciudadano interesado en la defensa nacional, en nuestras siempre tirantes y amicales relaciones con Chile. Reflexiones que a la luz del doloroso pasado que vivieron nuestros ancestros; creen que aunque siempre los peruanos nos equivocamos dos veces. No podemos repetir en este caso, nuevamente el mismo error o escribir la misma historia.
Si se trata de neutralizar la superioridad aérea de Chile hay que comprar radares y artillería antiaérea con el suficiente poder de fuego para evitar que entren en nuestro territorio. Hay que mantener nuestras naves operativas y comprar un numero mayor de unidades que permita defender con éxito nuestro espacio aéreo. Si se trata de neutralizar la superioridad blindada de Chile, hay que comprar helicópteros con la tecnología y el poder de fuego necesario para barrer desde el aire a los tanques chilenos. El material soviético que tenemos es bueno y en ese contexto habría que suscribir los convenios y acuerdos necesarios, no solo para reparar sino para producir en el Perú helicópteros de combate. Habría que invertir en investigación militar para economizar recursos y en esa dirección el trabajo de los Casanave es interesante.
En el caso del ejército nuestra clase política “democrática, pacifista y fundada en la buena vecindad y en la unidad latinoamericana” debe entender que si hay dinero, necesitamos comprar nuevo material. Que no podemos “repotenciar” material que tiene más de cuarenta años y que por el avance tecnológico nunca va a estar a la altura de la perfomance y de la potencia de fuego de equipos con solo quince años o dieciocho años de antigüedad. Por lógica elemental un carro del setenta con motor reparado nunca se va a equiparar a un automóvil del año 1998.
Seguir con la retórica que fuimos el primer país en tener una fuerza naval submarina, es demagogia barata e infantilismo, si no compramos nuevos submarinos para reponer el material dado de baja. Las adquisiciones chilenas nos dejan en mal pie en lo que fue una de nuestras principales y tradicionales ventajas ante un supuesto conflicto y el submarino es y seguirá siendo un arma fundamental para la victoria. En el ámbito de las fuerzas navales, meses atrás algún político hablaba de dar de baja al Crucero Almirante Grau, por ser muy caro en su mantenimiento, por “ser muy grande” , muy visible a los ataques enemigos y que en ese ámbito, solo necesitábamos buques pequeños, fragatas o corbetas misileras. Si esto fuera cierto los americanos o los rusos no contarían con estas naves, como el caso del Crucero “Pedro el Grande” que estuvo en Venezuela participando en las maniobras navales conjuntas. En el caso del Perú, el Fujimorismo anti patriota y demagógico, dio de baja y mando absurdamente al desguesadero como parte de los acuerdos del Cenepa, al Crucero Aguirre, de mayor tonelaje que el Almirante Grau y que trasformado en un porta helicópteros era un arma fundamental en la guerra naval en el Pacífico, por su autonomía y su potencia de fuego.
A tenor de lo anteriormente expuesto, el crucero ligero Almirante Grau (el último de su tipo en actividad en el mundo) no puede seguir la misma suerte del Crucero Aguirre. Debe convertirse en porta helicópteros, mantenerse como parte de la flota y tener la partida necesaria para en su momento, en caso de conflicto (dotarlo de la potencia de fuego y) usarlo estrategicamente, lo que lo haría determinante en un escenario bélico marítimo. Al final son reflexiones alejadas de pretensiones de analista militar. Son simples reflexiones de un ciudadano interesado en la defensa nacional, en nuestras siempre tirantes y amicales relaciones con Chile. Reflexiones que a la luz del doloroso pasado que vivieron nuestros ancestros; creen que aunque siempre los peruanos nos equivocamos dos veces. No podemos repetir en este caso, nuevamente el mismo error o escribir la misma historia.
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