Si estuviera viva la Maricucha y no se hubiera "petateado" cumpliría 103 años. Su figura siempre me hizo recordar a esos versos de Jorge Eduardo Eielson en "Primera Muerte de María", "alta y silenciosa como una columna de humo". En realidad no era alta, pero si una mujer callada, poco expresiva. Yo siempre vivo con el recuerdo de ese chocolate que le dejaba debajo de su almohada y que era un secreto entre nosotros; o del recuerdo que me enchina la piel cuando solía "estrujarla y apretarla" para sacarle una sonrisa y que me dijera que es lo que quería comer esa noche, "si Pollo, Pizza o Chaufa" y ella me contestaba con esa tradicional respuesta de las madres del siglo pasado "lo que tu quieras"; para que entonces después de una "doble nelson", recién decía lo que quería comer.
Para un temperamento como el mío, siempre me resulto extraña la relación de ella con mi padre. Eran poco expresivos entre ambos, producto de la educación de los niños de su época, pero nunca dude de que hubo amor y consideración. Mi padre cuando yo le inquiría sobre el tema me decía que "el dejaba eso para la intimidad con la Maricucha" y de niño, sin entender lo que decían, me gustaba escucharlos hablar hasta que me quedaba dormido. Después de haber estado sobre todo, le costo acostumbrarse a la época de la "vacas flacas", pero se adapto y la muerte de su compañero, por más de cincuenta años la desbasto, porque mi padre siempre fue su escudo y la cabeza indiscutible de la familia..... aunque en honor a la verdad, el señor terminaba "aflojando" a la hora de comprar cosas; prefiriendo el gusto por la "estética" de mi madre a una cosa mejor o de mayor valor, por lo que se justificaba ante mí diciendo que "él respetaba la voluntad de mi madre". Esa "claudicación" significo que terminara devolviendo una grabadora profesional de esas grandes cuadradas que me regalo y comprándome una "chiquita" que parecía un juguete. Desde allí juré que mi lema, cuando tuviera mi propia familia sería " Yo Mando, Ordeno y Dispongo". y aunque en mi casa a veces me quieren agarrar entre cuatro - mi mujer y mis tres hijos- siempre me impongo, recordando que los "leones cuando están viejos" terminan siempre dejando el liderazgo de la manada. Por eso espero irme "al otro lado" contento y en pleno uso de mis facultades. Se también que todavía no es mi tiempo.
La Maricucha fue feliz -aunque nadie pudo ocupar el espacio de su marido- creo que fue feliz. Cuando murió, encontramos una cartas que reflejaban su dolor por la muerte de su esposo. Al verla rodeada por ese recuerdo al que se aferraba y de los silencios que la acompañaban, yo le decía "se te murió el marido y ya no eres la misma". Lo anterior porque me hubiera gustado tener como mamá -tras enviudar- a una "matrona", a una de esas mujeres fuertes y pro activas que se alzan como cabeza de su familia. Era imposible. Fue una mujer sobre protegida y engreída por mi padre, "media vaga" porque siempre tuvo gente de apoyo y era mi hermana por ejemplo, quien me peinaba y me alistaba mayormente para ir al Colegio. Yo cuando venía el ómnibus de La Salle de la Pueblo Libre, soltaba un "Chau Papá, Chau Mama, Chau Ada, Chau Quique, Chau Tito, Chau Elisa". Me despedía de mis papas y mis hermanos y de las dos últimas personas, que son hoy, una venerable bisabuela que nos acompaño durante un buen tiempo en las labores de la casa y su ya fallecido y recordado hijo, que llamaba "Mamá Cucha" a la Maricucha, "Pa Enrique" a mi padre y que a veces dormía con ellos.
Fueron muchas veces las que quise ahorcar al Tito, no porque durmiera con mis padres, sino porque encontraba mis supuestamente bien escondidas libretas del colegio, que por tener cinco o seis rojos tenía que tomar valor para mostrarlas a mis padres. El Tito abajo de la cama las contemplaba y las contemplaba, hasta que alguien lo descubría y me descubría. Como al final me hacía un favor lo terminaba perdonando. Por esas cosas inexplicables que tiene la vida, el día que enterrábamos a la Maricucha, Elisa sin saber nada llego a la casa para saludarla porque había soñado con ella. Tuvo tiempo de despedirla. Mi madre en la cocina se defendía, aunque parecía el fútbol Peruano de los 90 "una de cal y otras de arena". No fue una eximia cocinera cuando le toco entrarle a las ollas, pero hacia una "sopa teóloga" que hasta hoy extraño.
Escucharla hablar y recordar su vida en la Mina, concretamente en Julcani; de los carnavales; de las fiestas patronales en provincias. De cuando tomaban "Capitán" con mi padre, que es un trago en base a Vermouth que hasta ahora no he probado, que lo quiero tomar para ver a que sabe y descubrir lo que tanto le gustaba a la Maricucha era entretenidisimo para mí y para los eventuales interlocutores que la escuchaban. Yo solía acompañarla a la casa de mis abuelos cuando era niño y vivíamos en Pueblo Libre -ese Pueblo Libre que va desapareciendo- a la casa de sus amigas a quienes llamaba "las chicas", un vocablo que en esos tiempos me generaba una sonrisa y que hoy entiendo perfectamente; o a la Procesión de Viernes Santo en la Magdalena Vieja, una tradición que hasta hoy conservo y que se la he trasladado a mis hijos deseando que nunca se pierda, porque pienso que una familia no debe perder esa visión de su historia. Y por eso mi familia tiene su bandera, su escudo, su himno y su día, que es el 28 de Diciembre, día en que se casaron mis padres y día en el que nació mi hijo Ramiro. Eran tiempos en los que existía "La Remonta" esa enorme cancha de fútbol (en realidad eran tres) detrás del Cuartel "2 de Artillería" donde se jugaba el campeonato de la liga de Pueblo Libre y la gente iba a pasar allí sus fines de semana. Eran tiempos en los que siendo niño me asomaba por la ventana de mi casa para ver llegar a mis padres de la procesión de Domingo de Resurrección en Pueblo Libre -que es de madrugada- con los tamales y el pan caliente de reglamento.
Hoy mientras cantábamos el "Himno Mansilla" y cuando en los foros políticos veo una serie de "conferencias" sobre el Corona virus, que van desde "Como hacer el Amor en tiempos de Corona Virus" hasta "Como hacer Lomo Saltado en tiempos de Corona Virus" en lugar de tocar el tema de la crisis de lo que hoy se llaman partidos políticos, pensaba en cual seria la reacción de mi madre en estas épocas de crisis sanitaria. Como reaccionaría y que diria frente a esta realidad política que padecemos. Seguro hablaría de sus recuerdos de niña cuando cayo Leguia, de sus recuerdos del Centenario de la Independencia. La vería con sus miedos y sus temores, negándose a tener un celular entre las manos. Diciendo que me cuide.
Me hubiera gustado que mi madre conociera a mis hijos. Tal vez por la frustración de no haber podido disfrutar a mis abuelos y que me contaran como era la Lima de Antaño o el México de sus tiempos, pues solo a mi abuela materna Luisa la pude tener cerca por breve tiempo, mi abuelo materno murió cuando yo era niño y mis abuelos paternos murieron cuando yo no era ni pensaba ser siquiera un óvulo fecundado. Hoy tuvimos pastel en su nombre. Sus hijos nos aferramos a su recuerdo, tal vez porque cuando ya no estemos el olvido que es parte de la inexorable realidad del ser humano la alcance y este día pase desapercibido. Aquí esta la Maricucha y aquí estamos nosotros sus hijos para decirle ¡Felíz Día Mama!.
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