EN SU 469° ANIVERSARIO:
El 12 de Mayo del 2020, se celebró el 469º Aniversario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y por estar tecleando otros temas que tienen que ver con las leguleyadas de nuestros padres de la patria, para "declarar" intereses que en realidad no quieren declarar, no lo hice en el día, pero no puedo dejar de escribir sobre un lugar que está cerca de mi corazón, que fue mi puerta de entrada al mundo. San Marcos es para mí, como para muchos peruanos una parte importante de mi vida.
En mi caso personal, la importancia de la Universidad San Marcos, no lo es necesariamente desde el punto de vista profesional, porque mientras yo estudiaba en San Marcos -donde no me recibi porque eran tiempos de los recesos y del terrorismo- estudié paralelamente derecho y me recibí de abogado en la UNIVERSIDAD SAN MARTÍN DE PORRES. La importancia de San Marcos en mi vida, lo es desde el punto de vista de mi formación humana, del aprendizaje y del conocimiento. Del interés por aprender, por saber, por investigar, por desasnarme, por sentirme libre y explorar diversas facetas de la vida. Pero sobre todo como digo, desde el punto de vista humano.
La socialización, el ganar calle, el contacto con gente de diversas realidades geográficas, de estratos sociales diversos, de pensamientos y culturas distintas, el despertar al hábito de la lectura, me significó en esa época un proceso de crecimiento y de maduración que hoy pasa inadvertido porque estamos en un mundo globalizado y esa interacción forma parte de la cotidianeidad de un mundo más liberal y menos conservador, aunque hay algunos personajes de la política criolla, que no quieren que se hable de "grupos de poder" a los que pertenecen y que no se hable tampoco de una "discriminación" que realmente existe.
El 12 de Mayo del 2020, se celebró el 469º Aniversario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y por estar tecleando otros temas que tienen que ver con las leguleyadas de nuestros padres de la patria, para "declarar" intereses que en realidad no quieren declarar, no lo hice en el día, pero no puedo dejar de escribir sobre un lugar que está cerca de mi corazón, que fue mi puerta de entrada al mundo. San Marcos es para mí, como para muchos peruanos una parte importante de mi vida.
En mi caso personal, la importancia de la Universidad San Marcos, no lo es necesariamente desde el punto de vista profesional, porque mientras yo estudiaba en San Marcos -donde no me recibi porque eran tiempos de los recesos y del terrorismo- estudié paralelamente derecho y me recibí de abogado en la UNIVERSIDAD SAN MARTÍN DE PORRES. La importancia de San Marcos en mi vida, lo es desde el punto de vista de mi formación humana, del aprendizaje y del conocimiento. Del interés por aprender, por saber, por investigar, por desasnarme, por sentirme libre y explorar diversas facetas de la vida. Pero sobre todo como digo, desde el punto de vista humano.
La socialización, el ganar calle, el contacto con gente de diversas realidades geográficas, de estratos sociales diversos, de pensamientos y culturas distintas, el despertar al hábito de la lectura, me significó en esa época un proceso de crecimiento y de maduración que hoy pasa inadvertido porque estamos en un mundo globalizado y esa interacción forma parte de la cotidianeidad de un mundo más liberal y menos conservador, aunque hay algunos personajes de la política criolla, que no quieren que se hable de "grupos de poder" a los que pertenecen y que no se hable tampoco de una "discriminación" que realmente existe.
Era 1976 al ingresar a Lingüística en San Marcos, yo descubrí no solamente un mundo diferente al del colegio -que tanto me costó, que nunca me gustó y del que siempre me rebelé- sino que experimente el amor de la adolescencia, ese amor de los años primeros, que te marca de por vida, que te hace tocar las nubes, que desencadena intereses y potencialidades,. Ese amor que crees que es para siempre, qué piensas que llega para quedarse y que como alguna vez escribí, me hizo a mis 19 años, ser poeta, escritor, ciudadano del mundo y hasta abogado.
La estatua del Che Guevara coronaba imponente el ingreso al pabellón de derecho, donde se encontraba el programa de Lingüística. Yo llegue a la vida universitaria, después de algunas semanas del inicio de clases, para evitar que me cortaran el pelo como era la costumbre en esos años para los que ingresaban a la universidad. En medio de la clase de materialismo dialéctico, agarre una conversada histórica con la divertida compañera de mi costado a quien nadie de mis compañeros de entonces a vuelto a ver. La profesora al advertir que estábamos en otra cosa, le dijo muy seria a Eliana (así se llamaba la joven) ¿Señorita de qué corriente estamos hablando?. Con la irónica maldad y el humor negro que me acompaña desde mi niñez, le dije en voz baja "DE LA CORRIENTE ELÉCTRICA". Mi despistada nueva amiga, algo distraída y sin medir el impacto de la frase, la soltó de inmediato. En respuesta la maestra la boto del salón.
Mientras me sentía como un "perro" viendo salir a mi amiga de la clase, unos ojos me marcaron con enojo desde la fila ubicada debajo de mi carpeta reprochando mi maldad: Esa tarde termine enamorado de quien me dispensó tan singular mirada y mientras con los años, en la Ciudad Universitaria se buscaban perros para colgar y se daban "vivas" a la lucha armada, nosotros nos íbamos caminando desde San Marcos a Miraflores, con un cigarro entre los dedos, tratando de entender el mundo y haciendo el amor y no la guerra. Y aunque la guerra vino después, jamás corto ese imaginario cordón vital que ata las cosas que nos unieron. Esos sentimientos puros y limpios que nos llenan el alma y que vamos a experimentar hasta el fin de nuestros días.
En San Marcos la pase bien, me traslade de Lingüística a Antropología, me iba a escuchar clases de Literatura -iba a los talleres de poesía de Don Marcos Martos- le hacía leer mis poemas a Don Mito Tumi buscando su aceptación y leía a Don Cronwel Jara de cuyo cuento "Hueso Duro" escribí un artículo. En Psicología iba a las clases de Don Saúl Peña -que eran clases magistrales- tambien me iba a las clases de Economía donde estaba el profesor Codor, a quien de cariño le decían "Condorito" y que aunque ya no lo veo, debe seguir viviendo en San Miguel. En esa facultad daba examen por mi compañera de entonces -y hasta aprobaba- cuando se iba a La Paz. Eran otros tiempos, la gente era más confiada, pero tengo que reconocer que era todo un acto de audacia y de "cinismo cuasi político", decir cuando pasaban lista que mi nombre era "Silvio" y no "Silvia" y que "lo iba a rectificar en Secretaria General". Como no me pedían carnet, ni documento alguno, salía bien librado y creo que las compañeras que estaban conmigo espectando mi "lanzada", terminaban más asustadas que yo, pero matándonos de risa. Las cosas que uno hace por amor.
En esos días, solía hacer adaptaciones de historias de la época con mis compañeros. Don Mambo Park era "Mamo a Chupark" y cómo Lingüística estaba en ese entonces en el tercer piso de la Facultad de Derecho, después de conseguirme un escalerón, pinte el techo de uno de esos salones altos del pabellón, con los nombres de dos compañeros que "se hacían ojitos"; y nos íbamos a "chupar" con los compañeros que tenían "mejor garganta" en una tiendita que estaba al costado de la Ciudad Universitaria. Eran tiempos en los que ni se pensaba que el "tomar de un solo vaso" iba a desaparecer por una pandemia, cuarenta y cuatro años después.
Fue en San Marcos, que pude ver lo "injustas" que son las mujeres cuando los hombres toman decisiones. Nos fuimos a un trabajo de campo, sobre reforma agraria en una Cooperativa en Huaral cuyo nombre si mal no recuerdo era "Cooperativa Juan del Valle", para ver el efecto de la reforma agraria; y las chicas se enojaron porque la decisión de los muchachos, "poco democrática" es cierto, porque fue inconsulta; pero eran mayoría los varones, fue comprar casi todos los fondos en trago para pasar la noche.
Antes los hechos consumados y una pila de cajas de cerveza llegando a la Cooperativa, la bronca fue grande. Las muchachas se fueron a recluir en un ambiente bastante enojadas y los muchachos terminaron durmiendo "la mona" desperdigados por los jardines de la cooperativa cuál muertos en una batalla. Yo "como todo un caballero", prepare un balde de chilcano y me quede con otro compañero, compartiendo y conversando con las chicas, tratando de disculpar a los muchachos y de explicar la situación en mi condición de "delegado". Esa noche, fue heroico el gesto de un compañero -cuyo nombre tampoco recuerdo porque era del turno noche- de ir al pueblo a sacarse una muela y regresar para poner su mejor esfuerzo y ayudar a terminar todas esas cajas de cerveza que parecían imposibles de poderse consumir.
Hace algunos años regrese a San Marcos. Ya no hay estatua del Che Guevara, Ciencias Sociales tiene su propio pabellón, la biblioteca tiene un nuevo edificio y las áreas que colindaban con la Av. Colonial muestran una infraestructura impresionante. Pero la Decana de América sigue siendo el reflejo de la crisis de la universidad en el Perú y sobre todo de la universidad pública. Como decía Luis Alberto Sánchez, "no hay plata por eso hay crisis, hay crisis porque no hay plata". Un círculo vicioso que es de nunca acabar. Que tiene que ver con que hay profesores pero se necesitan maestros. No hay investigación a la altura que se merece la universidad como decana de América o mejor dicho esta es pobre en inversión por falta de recursos. Todo porque ahora que la universidad es un negocio que usan los políticos para marketearse, se sigue manteniendo ese absurdo concepto de universidad popular cuando la universidad no debe ser popular, debe ser para las élites. No para las élites económicas, sino para las élites intelectuales. Para los que tienen capacidad y actitudes no solo para ingresar a la universidad sino para terminar una carrera universitaria y desarrollarse como tal. Algo difícil en un país donde se cultiva la "Cultura del Cartón".
Hace unos días falleció un compañero de la UNIVERSIDAD SAN MARTIN PORRES y me dio una pena muy grande, porque con "los muchachos y las chicas" de la promoción estamos en contacto. No puedo decir "nos reunimos" porque yo no voy mucho a esas reuniones, por trabajo o porque con los años me he vuelto gregario, disfruto mi soledad y mi trabajo y mi mundo es compartido y disfrutado con mi esposa y mis hijos. A estas alturas de la vida, este tipo de amistades y recuerdos siempre son gratos. La conversación en gente mayor -que antes era sobre los hijos y el trabajo- gira sobre los nietos, las enfermedades, los medicamentos y la política, sobre recuerdos como los que aquí anudo. Espero que con mis compañeros de San Marcos después de que todo esto de la crisis sanitaria pase, nos volvamos a reunir como lo hacíamos en el café frente a economía que ya no existe. Para recordar cuando se tomaban locales para los traslados internos; cuando corríamos para evitar el olor de las bombas lacrimógenas y la gente gritaba "El cerco cuartelario...lo derrumbaremos". Es que la amistad no tiene cercos.
En San Marcos la pase bien, me traslade de Lingüística a Antropología, me iba a escuchar clases de Literatura -iba a los talleres de poesía de Don Marcos Martos- le hacía leer mis poemas a Don Mito Tumi buscando su aceptación y leía a Don Cronwel Jara de cuyo cuento "Hueso Duro" escribí un artículo. En Psicología iba a las clases de Don Saúl Peña -que eran clases magistrales- tambien me iba a las clases de Economía donde estaba el profesor Codor, a quien de cariño le decían "Condorito" y que aunque ya no lo veo, debe seguir viviendo en San Miguel. En esa facultad daba examen por mi compañera de entonces -y hasta aprobaba- cuando se iba a La Paz. Eran otros tiempos, la gente era más confiada, pero tengo que reconocer que era todo un acto de audacia y de "cinismo cuasi político", decir cuando pasaban lista que mi nombre era "Silvio" y no "Silvia" y que "lo iba a rectificar en Secretaria General". Como no me pedían carnet, ni documento alguno, salía bien librado y creo que las compañeras que estaban conmigo espectando mi "lanzada", terminaban más asustadas que yo, pero matándonos de risa. Las cosas que uno hace por amor.
En esos días, solía hacer adaptaciones de historias de la época con mis compañeros. Don Mambo Park era "Mamo a Chupark" y cómo Lingüística estaba en ese entonces en el tercer piso de la Facultad de Derecho, después de conseguirme un escalerón, pinte el techo de uno de esos salones altos del pabellón, con los nombres de dos compañeros que "se hacían ojitos"; y nos íbamos a "chupar" con los compañeros que tenían "mejor garganta" en una tiendita que estaba al costado de la Ciudad Universitaria. Eran tiempos en los que ni se pensaba que el "tomar de un solo vaso" iba a desaparecer por una pandemia, cuarenta y cuatro años después.
Fue en San Marcos, que pude ver lo "injustas" que son las mujeres cuando los hombres toman decisiones. Nos fuimos a un trabajo de campo, sobre reforma agraria en una Cooperativa en Huaral cuyo nombre si mal no recuerdo era "Cooperativa Juan del Valle", para ver el efecto de la reforma agraria; y las chicas se enojaron porque la decisión de los muchachos, "poco democrática" es cierto, porque fue inconsulta; pero eran mayoría los varones, fue comprar casi todos los fondos en trago para pasar la noche.
Antes los hechos consumados y una pila de cajas de cerveza llegando a la Cooperativa, la bronca fue grande. Las muchachas se fueron a recluir en un ambiente bastante enojadas y los muchachos terminaron durmiendo "la mona" desperdigados por los jardines de la cooperativa cuál muertos en una batalla. Yo "como todo un caballero", prepare un balde de chilcano y me quede con otro compañero, compartiendo y conversando con las chicas, tratando de disculpar a los muchachos y de explicar la situación en mi condición de "delegado". Esa noche, fue heroico el gesto de un compañero -cuyo nombre tampoco recuerdo porque era del turno noche- de ir al pueblo a sacarse una muela y regresar para poner su mejor esfuerzo y ayudar a terminar todas esas cajas de cerveza que parecían imposibles de poderse consumir.
Hace algunos años regrese a San Marcos. Ya no hay estatua del Che Guevara, Ciencias Sociales tiene su propio pabellón, la biblioteca tiene un nuevo edificio y las áreas que colindaban con la Av. Colonial muestran una infraestructura impresionante. Pero la Decana de América sigue siendo el reflejo de la crisis de la universidad en el Perú y sobre todo de la universidad pública. Como decía Luis Alberto Sánchez, "no hay plata por eso hay crisis, hay crisis porque no hay plata". Un círculo vicioso que es de nunca acabar. Que tiene que ver con que hay profesores pero se necesitan maestros. No hay investigación a la altura que se merece la universidad como decana de América o mejor dicho esta es pobre en inversión por falta de recursos. Todo porque ahora que la universidad es un negocio que usan los políticos para marketearse, se sigue manteniendo ese absurdo concepto de universidad popular cuando la universidad no debe ser popular, debe ser para las élites. No para las élites económicas, sino para las élites intelectuales. Para los que tienen capacidad y actitudes no solo para ingresar a la universidad sino para terminar una carrera universitaria y desarrollarse como tal. Algo difícil en un país donde se cultiva la "Cultura del Cartón".
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