miércoles, 29 de abril de 2020

524 - EL LENGUAJE DE LOS POLITICOS

A PROPÓSITO DE LA "AGLOMERACIÓN" DEL PRESIDENTE DEL CONGRESO:



Tal vez por la grisura del personaje y su intrascendencia política a pesar del alto cargo que ostenta, han pasado desapercibidas las declaraciones del Presidente del Congreso Manuel Merino de Lama, que al mejor estilo de César Acuña, para desviar las críticas a su proyecto de ley, que busca que tanto la elección de listas en primarias abiertas, como la alternancia de sexos en las listas para la próxima elección, queden sin efecto; expresó que "él no quería dejar de lado la alternancia de género en las listas sino "desglobalizar" de un solo género, los extremos de las listas en la elección".

La ingeniosa frase de Merino, que no explico nunca cómo se puede "desglobalizar" una alternancia, lo pone no solo a la altura de César Acuña, sino de "frases para la histeria" de diversos políticos, como Toledo, Alán García, Humala o Castañeda, con su "No se cayó se desplomó", por citar lo más "representativo" de la política peruana, sin considerar que a estos señores -que un pueblo ignoranton eleva a los altares de la democracia,  convirtiéndolos en "Padres de la Patria"- la legitimidad les dura  poco, porque el populacho los termina criticando y repudiando por su mala gestión, su mediocridad, su demagogia y por la priorización de sus intereses personales antes que los intereses nacionales. 

La verdad es que en un país que olvida de que hemos tenido Presidentes del Congreso de la talla de Raul Porras Barrenechea, Luis Alberto Sánchez, Francisco García Calderón o Jose Galvez Barrenechea; los últimos lustros -con la caída de la credibilidad y de la falta de prestigio de la institución, de la clase política y de la política en general- hemos devenido en un "Congrezoo", que ha tenido como Presidente a cada caricatura de político, que para lo que han servido, es para ser un "fiel guardián" de las políticas públicas y de los cubileteos, de los gobiernos fujimoristas, toledistas o humalistas, con algunas honrosas excepciones por cierto. En esa dirección, por el bien del país ojalá que el saldo de Manuel Merino -que no es ninguna estrella de la política- y que llega al cargo por haber sido el único ex parlamentario del partido más votado en la elección, termine en azul.

Y en este escenario de  retórica alambicada, acostumbrada a dar vueltas en circulo, donde el lenguaje y la política se aderezan con el ridículo, la demagogia y la frase folklorica o de cliché,  el tema del lenguaje de los políticos, me dio vueltas desde la elección anterior, donde note que una de las banderas de los caciques partidarios y de los candidatos, era que "los jóvenes van a renovar  la política", que esta nueva camada de políticos va a "cambiar el rostro del Perú".  Que "estamos frente a un nuevo comienzo". Y la generalidad del discurso político era en tirios y troyanos, frases hechas, de chiché, repetición de muletillas demagogicas, gestos y poses de políticos tradicionales desangelados, que no saben ni hablar, que redundan en el punto común, que no convencen ni cautivan, a las masas en un país sin partidos, sin cultura cívica ni politica, cuyos ciudadanos los siguen coyunturalmente en épocas de elecciones, para ver que regalan o que sacan -porque estar cerca del poder siempre es bueno- o porque a la hora de la hora, si la elección es obligatoria, por alguien hay que votar, aunque sea tapándose la nariz. Y digo "coyunturalmente" porque la inflada de padrones con los "cuchucientos mil militantes" que dicen tener es otra farsa.

Y con ese  lenguaje sin propuestas sólidas y coherentes sino de palabreo iluso y ocurrente, el lenguaje de los políticos, se termina pareciendo al homogéneo lenguaje de los futbolistas, cuando hablan  de un partido, de sus dificultades o de sus posibilidades. Y así tenemos que el Puma Carranza podría  ser sin ningún problema Presidente del Congrezoo. Y el asunto de fondo de nuestra clase politica, es que no es una elite en el estricto sentido de la palabra, sino una minoría sin talento que milita en partidos, que no son sino franquicias y que son elegidos bajo el argumento de que "representan" al pueblo para terminar representandolo mal o representandose a ellos mismos y a sus intereses. Por eso quieren "elecciones con listas cerradas y bloqueadas".

Queda claro que si no saben ni hablar, es porque no leen; que si ni siquiera tienen un lenguaje gestual apropiado, es porque no conocen el tema y fingen o actúan, para manipular o engañar al elector, recreando un falso aire de intelectualidad de institucionalidad o de "equipo" porque la politica requiere de esfuerzos colectivos, que solo se impulsan para ser electos o utilizando a gente para ganarse "indulgencias con avemarías ajenas"

El lenguaje de los políticos es generalmente pobre, porque se trata de gente que no tiene mayor cultura y por eso necesitan "siete asistentes" que no son siempre gente que sabe más que ellos, para que los asesoren realmente,  porque el político "todo sabe" y "lo que no sabe lo inventa" sino gente que aunque tenga maestrías y doctorados en un país donde prima la "cultura del cartón", solo sirve para que le diga "sí" o  para halagar su vanidad o como ha sucedido anteriormente, aumentar sus ganancias en el rentable negocio de la política. Y sin ánimo de falsos testimonios, allí están los parlamentarios que como quedó demostrado por la televisión, no saben ni donde queda el VRAE y  cuya cultura general es el reflejo de una clase política, que busca solo el poder por el poder.  Que no selecciona a sus cuadros, ni los fiscaliza, ni menos los veta para presentar "lo mejor de la vidriera".

El hecho que la política este marcada por el dinero, por el poder o el mercantilismo y no por condiciones políticas, de idoneidad para el cargo; culturales, intelectuales o éticas, muestra la crisis moral y la decadencia de un sistema, que tarde o temprano nos va a pasar factura, pues los que deben gobernarnos, dirigirnos o guiar los destinos del Perú hacia ese país del Edén  que nos venden y que proclaman cada vez que hay elecciones, no existe porque la supuesta mejoría es sólo para ellos, básicamente en lo económico. A punto tal que hoy hay individuos que aprovechando su transitoria cuota de poder y la indiferencia de las franquicias políticas que se llaman "partidos", meten hasta a la mujer o a la querida al Congreso, ante la indiferencia cómplice de cúpulas partidarias a las que solo les interesa su proyecto personal, el poder y todo lo que se obtiene con el.

A tenor de todo lo anterior, es necesario rechazar ese lenguaje de frase hecha, demagogico, de cliché ,"futbolero" y que raya en el absurdo de los políticos, sean estos  viejos o jóvenes, porque resulta simplista, poco profundo, superficial y poco analitico. Un lenguaje que no responde a la necesidad de "enganchar" con el elector sino a sus propias limitaciones intelectuales. Un lenguaje que solo responde a la politica tradicional, a las viejas formas de hacer política que están presentes en la escena contemporánea, porque hoy solo se necesita dinero, relaciones y no capacidad e idoneidad para actuar en politica. 

El lenguaje de los políticos -con muy pocas excepciones insisto- rustico, demagogico, de punto común y frase hecha, no responde a una estrategia comunicacional para buscar el voto y   expresar el cambio o una voluntad de cambio, en función de la simplicidad del mensaje como sucede en otras democracias y con políticos de otra cultura política, sino que obedece a una pobreza de contenidos, de ideas  y de una oferta electoral que ni siquiera cuaja en el elector. Allí está  como prueba nuestro actual congreso, que es más de lo mismo. Un congreso que no ha mostrado empatía frente a la crisis, ni una verdadera convicción y conocimiento de lo que son sus funciones, perdiéndose en el  protagonismo personalista, en el figurettismo y en el efectismo para la tribuna. En  una oposición de "baja intensidad" al ejecutivo, pero oposición al fin. 

Newton decía que "para entender el mundo hay que partir de una abstracción". El lenguaje es en sí una abstracción que tiene que ver con el símbolo y el signo lingüístico. Una abstracción que no entienden los políticos. 

Stalin le dijo a Churchill en una reunión secreta -después de Yalta- y a finales de 1944, cuando decidieron dividirse las áreas de influencia sobre los Balcanes, sin comunicar a Estados Unidos (que terminó enterándose por su servicio secreto) "Tócame que parezco estatua" aludiendo no solo a su "grandeza como líder" y a la vigencia histórica del acuerdo , que Churchill, no objeto. Sino en razón de la estatua  en su nombre que existía en Rusia y que fue retirada tras su muerte. Sin saberlo  Reymond Manco parafraseo la frase de Stalin tiempo después, con un "Tócame que soy realidad". Por eso digo yo que el lenguaje de los políticos y de los futbolistas se parece. 

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