lunes, 17 de junio de 2019

N° 499 EL VIEJO Y EL MAR

EL "COMPAÑERO JEFE":

Ahora que estoy entrado en años, que he cambiado el capote por la muleta en el último tercio de mi vida. No digo que estoy "viejo" porque sigo teniendo la misma rebeldía, la misma irreverencia y el mismo humor de hace cuarenta años, pero no me siguen gustando celebraciones como las de hoy Día del Padre, porque pienso que la esencia de este tipo de festividades  se ha perdido con el tiempo. Me explico. Cuando el Presidente de Estados Unidos Calvin Cooligge instituyó la celebración en 1924, que después Lyndon Johnson la declaró oficial por decreto, el tercer domingo de Junio, la motivación, la celebración y lo que rodeaba a la festividad era otra cosa.

Y es que la vida moderna o mejor dicho, la tecnología, el consumismo y el mercantilismo que rodea nuestros días, le ha quitado ese sabor natural, ese épico sentido del "pequeño detalle" y de la simpleza de la vida a la celebración, como se han perdido muchas cosas si lo comparo de cuando era niño. Ya desde el momento que la gente anda prendida del celular antes que conversar la cosa es diferente.

En ésta era de la "opinión" y no de la "comunicación", hay saludos al por mayor, mercantilismo, más por formalismo antes que por una cuestión de fondo -aunque no necesariamente es en todos los casos- cuando antaño el acercarse al mismo saludo era más fresco, más auténtico, con más a olor de amor, de sentimiento, de compromiso o de verdadero afecto. Tiempo atrás el "Día del Padre" -que no llega a alcanzar los niveles de promoción del de la madre- era más íntimo, menos comercial y no había la necesidad del regalo o de que te vendan la idea de que tienes que comprar algo. Es decir me parece que termina siendo hoy un motivo para gastar, para usar "el face" o el celular y no necesariamente una razón para reunirnos o para abrazar emocionalmente a alguien en medio de nuestras agitadas vidas.

Al final, más allá de la parafernalia comercial, terminamos en éste día recordando a nuestros padres, reuniéndonos alrededor de una mesa, teniendo un motivo para juntarnos en esta ciudad, donde el transporte es un caos, porque se piensa que como el Estado es un mal empresario, todo debe ser  concesionado. Y como para el privado  se trata de un negocio y no de un servicio, movilizarnos significa cuatro horas al día en promedio y que en el Perú siempre "algo cambie para que todo siga igual". Esta es también una celebración, en la que seguimos la tradición de los "pinches gringos"  y no la tradición judeo cristiana, pues si siguiéramos la tradición judeo cristiana, el "Día del Padre" debería ser el 19 de Marzo, "Día de San José" y no la que señalaron en el país del Tío Sam. 

Lo anterior  me recuerda la contradicción que encuentro en el Dios en el cual creo. Que es que si reproducirnos es un acto de amor, el Dios hecho hombre no vino como un acto de amor por sus padres terrenales, sino que la madre es virgen y el Dios hecho hombre nació por obra del espíritu santo; lo que le da una connotación pecaminosa y peyorativa  al sexo y excluye a los dioses del placer o como decía finalmente Galeano "nuestros dioses no hacen el amor". Yo sigo creyendo que Lázaro sufrio de catalepsia y además me pregunto que, si la Virgen María subió al cielo en cuerpo y alma ¿Que pasó con su cuerpo donde fue si el cielo es una nube y es inmaterial?. Preguntas que solo sabré cuando me petatee, mis cenizas vayan a dar al mar y mi espíritu a las brasas del fuego eterno reafirmando que soy católico, apostólico e hincha del Sport Boys del Callao.

Y como se trata de felicitar o recordar a los padres, yo quiero escribir sobre mi relación con mi "Compañero Jefe", como le decía con cariño a mi padre. No porque fuera aprista, sino porque fue un antiaprista convicto y confeso, desde que enrolado en el ejército; en tiempos de la Revolución de Trujillo, se salvó de morir porque no fue la artillería al norte y porque le dolió la  muerte de varios de sus compañeros de armas en la  toma del Cuartel O'Donovan y al develar la revolución. Lo que no le gustaba escuchar, es que la respuesta de las tropas fue tanto o más sangrienta y salvaje que la aprista, razón del histórico enfrentamiento ya superado entre el APRA y el Ejército.

Eusebio Mansilla Barrientos, es un personaje fundamental en mi vida, una imagen de luz, no por el hecho de que fuera biológicamente mi padre, sino por lo que dejó en mí más allá de la vinculación genética. Y digo esto porque recuerdo ese potente verso de César Calvo "mi padre llegó ayer y esta más lejos".  Sin ser un hombre de gran cultura, era un persona con mucha sabiduría desde la perspectiva de lo que es la vida, un hombre que me enseñó a huir de la mediocridad, a "no ser uno más". Esa gente que cuando haces un balance de sus virtudes y defectos te termina cautivando siempre.

Yo solía hasta antes de que enfermara y ya de veinticuatro años, echarme a su costado con las luces del cuarto apagadas a conversar. Yo preguntaba y el respondía, en diálogos no alejados de discrepancias, por el radicalismo propio de una época en la que se formó y que le llevaba a afirmar que "así como me criaron a mi te crio yo"; algo en lo que tras una férrea oposición  y defensa de mis posiciones, terminaba cediendo......aunque claro nunca pude poner afiches en las paredes de mi cuarto y otras cosas por el estilo, como no convertir mi casa en una especie de museo hasta que muriera mi madre. 

Fueron momentos de sana discrepancia en los que dejaba la puya de que "cuando yo tenga mis hijos les voy a dejar que hagan con su cuarto o con sus ambientes lo que quieran". Algo que he hecho al educar a  mis hijos con plena libertad de tomar sus decisiones y asumir sus responsabilidades. La vida es como el fútbol les digo. "Yo soy el entrenador Uds. juegan su propio partido y lo ganan o lo pierden". Y si pierden o se equivocan siempre van a encontrar un hombro a disposición lo que no significa ni impunidad ni complicidad.

A pesar de la diferencia de edades -mi padre me tuvo a los cuarenta y siete años la misma edad en la que yo tuve a mi hijo Ramiro- fue una relación muy rica y su ejemplo como esposo, ha sido un importante en mi vida. Jamás le vi pedir una cuenta a  mi madre, cuestionar un gasto o ser desatento con mi madre; y aunque debo confesar que como producto de una niñez muy rígida, de esa educación castrante de inicios del siglo pasado, eran  poco afectuosos entre ellos y con sus hijos,  cuando le pregunté sobre el tema, me dijo que eso lo dejaba para la intimidad con su mujer y tengo que decir que la Maricucha, mi madre -sobreprotegida,  engreída y medio vaga como ama de casa- por las comodidades que le dio su marido en "las buenas épocas", se sintió devastada y muy sola cuando éste falleció. Eso lo supe cuando encontramos al morir unas notas que escribió a la muerte de su esposo y que no se si conserve mi hermana.

Don Eusebio Mansilla Barrientos, siempre me decía que "la madre de su mujer era como su madre" y aunque no era un ejemplo de sociabilidad, porque su vida transcurrió de su casa al trabajo y del trabajo a su casa, fue un hombre integrado a la familia de mi madre y muy considerado con mi abuela. Un hombre generoso y  de buen corazón cuando se trataba de ponerse en el pellejo del prójimo. 

Desde niño siempre pensé que una familia era como un país y había que escribir su historia, tener su bandera, su himno y su escudo. Hoy que tengo mi familia, tengo mi familia, mi escudo, mi himno y lo bueno de todo esto, que no he tenido que inventar un héroe en esta historia personal. Mi héroe fue de carne y hueso, una persona sencilla, esa agora a la que recurría siempre a pedir consejo o a escuchar su opinión antes de decidir. Un hombre que en el final de sus días mutando su piel conservadora, me sorprendió por su apertura cuando entablamos una relación ya de padre a hijo adulto y le contaba sobre mis cuitas de amor.

Poco antes de morir, cuando un derrame lo tenía postrado y apenas se le entendía y presentía  su muerte me dijo "me muero" para fallecer al día siguiente. Yo le dije que como los versos de Choquehuanca a Bolívar, "tu gloria crecerá como crecen las sobras cuando el sol declinan". Hoy el himno Mansilla lo tiene como principal protagonista, habla de un hombre del que aprendí que no es  el poder o el dinero lo que nos hace trascendentes. En la sencillez de los pequeños detalles, en el amor, en el ejemplo, en el ponerse siempre en el lugar del otro, en ser coherente, en no joder al prójimo y no ser uno más,  está la esencia de la vida que me mostró con su ejemplo. Espero que este himno lo canten los hijos de sus tataranietos hasta el fin de los tiempos; y que sus cenizas y mis cenizas se confundan en el mar cuando nos terminemos perdiendo en el tiempo ante el inexorable olvido de lo humano.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario