Este es un país de novela; Y como en la historia de Hemingway, el viejo Santiago logró pescar un gran Merlín que lo encumbra a la posteridad y lo hace Presidente de la República, pero el gran pez, termina siendo acechado por el antropofagismo político; carcomido y devorado por los tiburones de su vocación de lobbysta, por sus demonios internos, por sus propias mentiras, por el mercantilismo, la ambición y la mediocridad de los políticos y de la política criolla, en un país donde la gente ha perdido la capacidad de indignación, la decencia y la vergüenza. Un país sin instituciones, sin ciudadanía y sin una clase dirigente a la altura de las responsabilidades de todo lo que implica gobernar. Un país en el que lo que prima es el sainete, el culto al ridículo y a la comedia; en el que se prioriza -como lo ha sido siempre- el interés personal o de grupo por encima de los grandes intereses nacionales.
Santiago pescó su gran Merlín, en el mar de las ilusiones de un país fracturado y dividido, que anhela un futuro mejor, en un país corroído por la corrupción y el desgobierno; donde la palabra empeñada no significa nada; donde la mentira se asume como verdad y el cinismo como parte de una personalidad histriónica. Un país donde la impunidad campea y donde la política es "el canto de sirenas" del poder por el poder, donde los corruptos de ayer o los que todavía no son descubiertos, quieren aparecer hoy o mejor dicho aparecen como los defensores de la lucha contra la corrupción.
Triste espectaculo en un país donde más allá de una crisis política, hay una crisis de valores, de ética, de principios como parte de la conciencia y el sentimiento nacional. Dolorosa realidad en un país sin liderazgos de solera, donde la gente ya no cree ni en la política ni en los políticos; donde el muchacho de esta novela o mejor dicho la juventud que acompaña al "viejo pescador", vive de espaldas a la realidad del país, a una buena educación. Una juventud que encima tiene fascinación por la frivolidad y el pragmatismo, que masifica a las gentes y que proyecta entre sombras de mas de lo mismo nuestro futuro.
Es esta una novela breve con un final sin sorpresas aunque exista algo de suspenso. Una historia que hemos repetido tantas veces en estos casi doscientos años de historia republicana, en medio de la demagogia y el efectismo de fariseos y oportunistas metidos a políticos y de un país sin cultura cívica ni política, que es presa de la ignorancia de las masas, del clientelismo y de la demagogia. Una vez más mostramos nuestras excrecencias como país y nuestra desnudez como nación. Este es un país que gobiernan y se lo comen los tiburones.Escualos que hoy están en cardumen oliendo la sangre.
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