En una época y en un país en el que se vive "la cultura del cartón", donde "cualquier burro es doctor"; algo que he valorado siempre, es un buen café, una buena conversación, una persona inteligente frente a ti, que te cautive, que te encandile, que despierte tu admiración. Un individuo del que aprendas a entender la fascinación, los recovecos y las ironías de la vida. Y digo esto, porque una cosa es el conocimiento y otra cosa es la sabiduría de la vida. Y a lo largo de nuestras existencia, creo que los seres humanos podemos encontrar personas que conjuguen estos dos aspectos, que nada tienen que ver necesariamente con el dinero ni con el poder.
Hoy cuando tenemos Universidades Gallese, como diria el repudiado comentarista argentino Horacio Pagani -al que el portero peruano le tapo la boca con su actuación- hemos incrementado el numero de profesionales "Doctorados" o con "Maestrías", títulos que terminan siendo un requisito de forma y no de fondo para ascender en diversos aspectos de la escala social, pero que no reflejan necesariamente en los hechos o "en la cancha" -para hablar en términos futbolísticos- ese conocimiento.
Y lo anterior porque al final el respeto intelectual se gana y no depende de un título o mejor dicho de un cartón. Como siempre me decía mi padre, "el movimiento se demuestra andando". Porque el gran problema del Perú es la falta de cultura, de civismo, de ciudadanía y de ciudadanos. Porque no hay Estado, ni interés por el conocimiento, porque el movimiento cultural y el interés por la cultura o la promoción de las ideas en el Perú, tiene grandes y graves limitaciones que resulta ocioso detallar.
En ese apretado contexto, cuando se me pasaban los días para dedicarle unas líneas al fallecimiento del Maestro Fernando de Szyszlo, se vino el 12 de Octubre, que es el Día del Descubrimiento de América, pero también un aniversario más del nacimiento del Maestro Luis Alberto Sánchez Sánchez (Lima 1900) dos figuras representativas de la cultura peruana, fallecidos ambos de mas de noventa años, tras una larga y fructífera existencia.
En el caso del Maestro Sánchez, personaje desconocido para los jóvenes de hoy, él formo parte de la Generación del 900, que es la pleyade de intelectuales que nacen a finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, en el contexto de la reconstrucción nacional tras la debacle de la Guerra con Chile. Político, maestro universitario, abogado, historiador, critico literario, rector de San Marcos y periodista, fue un hombre vital hasta sus últimos días, cuando se podía escucharlo; saborear y disfrutar de su sabiduría y de su conocimiento en diversos escenarios. En la radio o las columnas de opinión de diarios y revistas ese LAS era monumental. Yo solía verlo por la Av. Lampa ingresando lentamente a un restaurante de comida norteña donde almorzaba frecuentemente.
Alguna vez me llamo la atención la mezquindad y la estúpida mediocridad intelectual de no reconocer sus méritos por su militancia aprista y guardo una anécdota con respecto a la agresión que sufrió Don Luis Alberto Sánchez -por militantes apristas- en medio del conflicto entre Armando Villanueva del Campo y Andrés Twonsend Escurra por la candidatura presidencial y los líos internos de los ochentas en el APRA. Por ese entonces era director del DIARIO CORREO, el desaparecido periodista y escritor de filiación aprista, Don Mario Castro Arenas y ante un articulo mío de desagravio a Sánchez por tan cobarde agresión; quien fuera destacado periodista y Embajador del Perú en Venezuela, se negó a publicarlo para no involucrarse en las pugnas de su partido. "No me quiero meter en problemas" me dijo. Cosas de la política.
En el caso del Maestro Fernando de Szyszlo, creo que el era de la gente que piensa que hay que estar "cerca de la política pero lejos de los políticos". Un hombre que a despecho de su avanzada edad mostró vitalidad, lucidez, bonhomia, hombría de bien y un compromiso intelectual con el país, tras su formación y su experiencia europea donde se formo como pintor; conociendo en París a destacados intelectuales de su época conjuntamente con quien fue su primera esposa la poetisa Blanca Varela. Szyszlo vivió y trabajo en su casa, en su espacio vital. Una casa en la que se reflejaba el buen gusto y la calidez que irradiaba el espíritu y la energía del personaje.
El gran pintor peruano, era un hombre sencillo, un hombre que tenía en su ser lo que César Hildebrant llama en su columna de este viernes "la pasión por el conocimiento", algo que parece perderse en el Perú de hoy, cautivado por la frivolidad, por la fascinación, por el figurettismo, por la vaporosa seguridad que da el poder y el dinero. Por el empeño en parecer y no en ser.
La de Szyszlo, es una dolorosa y gran perdida para un país, falto de figuras intelectuales de gran relevancia, en un país donde las ideas no abundan y donde el papel de los intelectuales se ve opacado por la mediocridad de los políticos y de la política criolla. Su recuerdo y su obra como la del Maestro Luis Alberto Sanchez es necesario tenerla siempre presente en las nuevas generaciones.
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