Yo debo confesar que soy un atifujimorista convicto y confeso. Que no vote nunca por Alberto Fujimori, que combatí su gobierno aquí y afuera y que tampoco vote por Keiko y menos votaría por Kenyi, aunque veo con simpatía su accionar político último, con un discurso conciliador y con una estrategia que pretende distanciarlo del revachismo de su hermana y del radicalismo de la bancada naranja. Debo dejar igualmente constancia, que creo que el gobierno de Alberto Fujimori hizo cosas buenas, pero lo bueno que hizo lo borro con la violación de derechos humanos, los latrocinios y la grosera desintitucionalidad de una democracia frágil, en un país sin cultura política y sin ciudadanía. No digo -como escucho por allí- que "destruyo la partidocracia", porque lo que hizo fue capitalizar la mediocridad de nuestra clase política, la vocación por el interés personal y la demagogia de los políticos, que explica el mayoritario apoyo al golpe por parte de una sociedad, que hoy expresa el mismo repudio y rechazo a caricaturas de políticos y a cascarones de partidos políticos que se esfuerzan por dar la imagen de lo que no son.
El Fujimorismo o mejor dicho el Fuji-Montesinismo, por lo que represento como dictadura con fachada democrática, ha ocupado el lugar del APRA en cuanto a la oposición ciudadana a un proyecto político. El antiaprismo protagonico de ayer ha dado paso al antifujimorismo de hoy, dejando al partido de Alfonso Ugarte como un "segundon"; como un "telonero" del odio político de la sociedad peruana. En ese contexto, un Fujimori sentenciado y preso por más de diez años, busca salir de la cárcel, en medio de sentimientos encontrados. Encontrados por los intereses alrededor de lo que políticamente representa para diversos personajes del cogollo naranja.
Por un lado, alrededor de su hija hay una serie de personajes que no son parte del fujimorismo fundacional, que la han rodeado y obligado a marcar distancia de iconos del pasado como Martha Chávez por ejemplo, bajo el presupuesto que, marcar distancia con el albertismo, la hará llegar a Keiko Fujimori a Palacio de Gobierno.
En ese escenario lo que se ve, es una Keyko Fujimori que maquilla el interés por que su padre no salga de prisión. Lo anterior por el temor -que según sus incondicionales y sus asesores- le significaría un padre libre reclamando su liderazgo en el partido. En el otro lado esta Kenyi, que se la esta jugando por la ex-carcelación de su progenitor y que esta buscando en esa dirección, ocupar el lugar de Keiko, aprovechando su pesada mochila de perdedora de dos elecciones consecutivas. Con un Alberto Fujimori libre y en olor de multitud, el populismo desbocado, por un "Chino" que tomaría el comando de FUERZA POPULAR y que propondría al pueblo -fundamentalmente a los sectores populares que lo reivindican y le dieron mayoría a su hija en el Congreso- volver a hacer lo bueno que hizo desterrando lo malo, podría catapultar al carismático Kenyi a Palacio de Gobierno con él como garante. Esa es aparentemente la lectura en los predios del menor de los Fujimori
En ese escenario lo que se ve, es una Keyko Fujimori que maquilla el interés por que su padre no salga de prisión. Lo anterior por el temor -que según sus incondicionales y sus asesores- le significaría un padre libre reclamando su liderazgo en el partido. En el otro lado esta Kenyi, que se la esta jugando por la ex-carcelación de su progenitor y que esta buscando en esa dirección, ocupar el lugar de Keiko, aprovechando su pesada mochila de perdedora de dos elecciones consecutivas. Con un Alberto Fujimori libre y en olor de multitud, el populismo desbocado, por un "Chino" que tomaría el comando de FUERZA POPULAR y que propondría al pueblo -fundamentalmente a los sectores populares que lo reivindican y le dieron mayoría a su hija en el Congreso- volver a hacer lo bueno que hizo desterrando lo malo, podría catapultar al carismático Kenyi a Palacio de Gobierno con él como garante. Esa es aparentemente la lectura en los predios del menor de los Fujimori
El tema de fondo es que en un país polarizado, el indulto a Fujimori tiene que tener decisión política; visión de Estado y no electoralismo, conceptos políticos; análisis costo-beneficio, estrategia y no dejarse llevar por el odio político y el rencor. La política obliga e implica generación de consensos, buscar el interés nacional y no el sabor y el olor y la necesidad de los votos. Este es un país sin vocación de dialogo; de consensos; sin institucionalidad, sin partidos y con un alto grado de cavernicolismo político. En ese contexto, hay una mayoría fujimorista en el Congreso; un gobierno débil, con un presidente que parece ser la versión peruana de Goñi Sanchez de Lozada y una confrontación que por la inmadurez de la clase política, va a terminar perjudicando al país, socavando la democracia, perturbando la economía y ahondando el descrédito de la clase política que lleve a Palacio "un remedio que sea peor que la enfermedad". Algo que ya nos pasó con Humala.
En el escenario anterior, si PPK fuera un politico sagaz, con decisión y seguridad política. Un hombre con nivel de estadista, que se pone por encima de la pugna y el odio de la calle, en un país donde no hay sentido del valor de lo colectivo, de la institucionalidad y de los derechos y obligaciones que implica la democracia y las decisiones al momento de ejercer el poder. Si Kuczynski escuchara a los que hacen análisis politico a su alrededor y no a la grita de una calle -que repite lo que fue y lo que hizo la dictadura- algo que es cierto pero que para construir país y futuro no sirve indultaría a Fujimori. Porque este es el Perú, ni el robo, ni los derechos humanos, ni las raterías ni la corrupción importan porque se pierden en la memoria colectiva. Si Kuczynski valorara lo anterior y tuviera otra talla, indultaría a Fujimori para como ha sucedido en sociedades más desarrolladas no quedarse anclados en el pasado y avanzar. Algo que dudo que se produzca.
Alberto Fujimori "libre", sería por otro lado -políticamente- el principal factor de desestabilización de FUERZA POPULAR desde adentro. Fujimori padre "libre", haría lo que Kenyi no puede hacer; des empoderar a su hermana, restarle autoridad. Su libertad puede ser además, la base de un necesario acuerdo político por el interés nacional. En medio de esos dos parámetros se puede construir gobernabilidad; pero se necesita una audacia política que Kuczynski no tiene.
El poder ejercido en beneficio de la sociedad, obliga a dialogar, a saber usar la potestad y el derecho a otorgar el olvido o el perdón en función de un interés superior. De buscar la reconciliación y la unión de una nación. Quierase o no hoy hay un país dividido. Hay una historia marcada por la falta de un concepto de nación; por la discriminación, por el racismo, por el odio politico.
Estamos en el siglo XXI, aspiramos a ser un país del primer mundo, sin institucionalidad, sin partidos, con una clase política del tercer mundo. Y algún día tenemos que comenzar a hacer carne ese viejo lema de "Firme y Feliz por la Unión"; en medio de las naturales discrepancias lógicamente. Pero no creo equivocarme, en decir que esto no va suceder. Nuestros políticos, nuestros gobernantes, como todo lo ven votos; o les interesa avivar el odio para sacar su tajada....... o se orinan ante el ruido de la calle.
Estamos en el siglo XXI, aspiramos a ser un país del primer mundo, sin institucionalidad, sin partidos, con una clase política del tercer mundo. Y algún día tenemos que comenzar a hacer carne ese viejo lema de "Firme y Feliz por la Unión"; en medio de las naturales discrepancias lógicamente. Pero no creo equivocarme, en decir que esto no va suceder. Nuestros políticos, nuestros gobernantes, como todo lo ven votos; o les interesa avivar el odio para sacar su tajada....... o se orinan ante el ruido de la calle.
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