UNA HISTORIA DE MAMÁ:
Creo que esta es una historia que vale la pena volver a contarla. Conocí a la Maricucha un 23 de Septiembre de 1956, en ese entonces ya tenía dos hijos bastante mayores. Yo la recuerdo haciendo las labores del hogar, cantando o escuchando sus radionovelas -mientras yo jugaba con boliche como canicas- la recuerdo tambien, hablando de cuando era niña, de cuando Don Augusto B. Leguía visito el Museo Bolivariano de Pueblo Libre con el Presidente de Venezuela -descubrí que eso fue para el Centenario de la Independencia- o rememorando sus días y su vida en la mina. Cuando hablaba de la visita del Presidente de Venezuela y de que se sabía el himno llanero que me cantaba; recordaba yo la visita del hoy Emperador Hiroito -en ese entonces Príncipe heredero- y de como nos cuadramos en la puerta del museo con el Nano y con el Chulín -mis primos hermanos- para ver entrar el séquito imperial japones, que nos regalo yenes aunque el Chulín se rasgara los ojos en su delante y sin sonrojarse.
A pesar de conocer sus historias de tanto oírlas en diversas épocas de mi vida; yo solía escucharlas siempre, con la misma novedosa atención, con la que la Tía Rosa veía el "Manto Sagrado" o "Ben Hur" en cada Semana Santa y con el mismo placer. En mi niñez siempre viví en Pueblo Libre en la calle Torre Tagle, a pocas cuadras de la casa de mi abuela materna y solía acompañarla para que vea a su madre o para compartir la fiesta que significaba ver nacer a los hijos de su hermanas menores.La Dona y creo que Graciana o Lourdes nacieron allí. Eran tiempos donde habían las parteras del barrio y no había tanto mercantilismo alrededor de un nacimiento.
Creo que esta es una historia que vale la pena volver a contarla. Conocí a la Maricucha un 23 de Septiembre de 1956, en ese entonces ya tenía dos hijos bastante mayores. Yo la recuerdo haciendo las labores del hogar, cantando o escuchando sus radionovelas -mientras yo jugaba con boliche como canicas- la recuerdo tambien, hablando de cuando era niña, de cuando Don Augusto B. Leguía visito el Museo Bolivariano de Pueblo Libre con el Presidente de Venezuela -descubrí que eso fue para el Centenario de la Independencia- o rememorando sus días y su vida en la mina. Cuando hablaba de la visita del Presidente de Venezuela y de que se sabía el himno llanero que me cantaba; recordaba yo la visita del hoy Emperador Hiroito -en ese entonces Príncipe heredero- y de como nos cuadramos en la puerta del museo con el Nano y con el Chulín -mis primos hermanos- para ver entrar el séquito imperial japones, que nos regalo yenes aunque el Chulín se rasgara los ojos en su delante y sin sonrojarse.
A pesar de conocer sus historias de tanto oírlas en diversas épocas de mi vida; yo solía escucharlas siempre, con la misma novedosa atención, con la que la Tía Rosa veía el "Manto Sagrado" o "Ben Hur" en cada Semana Santa y con el mismo placer. En mi niñez siempre viví en Pueblo Libre en la calle Torre Tagle, a pocas cuadras de la casa de mi abuela materna y solía acompañarla para que vea a su madre o para compartir la fiesta que significaba ver nacer a los hijos de su hermanas menores.La Dona y creo que Graciana o Lourdes nacieron allí. Eran tiempos donde habían las parteras del barrio y no había tanto mercantilismo alrededor de un nacimiento.
Tengo hasta ahora, a pesar del tiempo transcurrido, el sabor y el olor de solemnidad y de calor familiar de esa casa de los padres de la Maricucha frente a lo que fue el Cuartel del Batallón 2° de Artillería, cuando los días 2 de Mayo fecha de su festividad, había "Paseo de Antorchas" y los niños se peleaban porque el gran Perico León, que fue el Paolo Guerrero de los años setentas y que hizo su servicio militar en ese cuartel, les diera la antorcha que él llevaba. Eran tiempos en los que había verbena y Doña Jesús Vasquez y Romulo Varillas u otros grandes de la época, iban a cantar a un estrado que se levantaba frente al parque pegado al mercado. Esa casa de Torre Tagle, era una casa construida por mi abuelo a principios del siglo pasado, de cuya primorosa arquitectura republicana ya hoy no queda nada. Como va quedando muy poco de ese Pueblo Libre de mi niñez cuando la procesión del Santo Sepulcro en viernes santo era multitudinaria.
La Maricucha fue feliz, me consta. No solo lo percibí. Me lo dijo cuando murió su compañero por más de cincuenta años. Su esposo fue una persona que marco mi vida. Solía conversar con él en su dormitorio, con las luces apagadas, metiendo mi cabeza en su costado. Yo preguntaba y esa agora respondía. Aunque como pareja se llevaban bien, debo de reconocer en honor a la verdad, de que como familia resultaron bastante aburridos. Pocas veces salíamos juntos, en familia -tal vez eso explique muchas cosas- con sus hijos y no había mucha chispa ni humor entre ellos.
La Maricucha fue feliz, me consta. No solo lo percibí. Me lo dijo cuando murió su compañero por más de cincuenta años. Su esposo fue una persona que marco mi vida. Solía conversar con él en su dormitorio, con las luces apagadas, metiendo mi cabeza en su costado. Yo preguntaba y esa agora respondía. Aunque como pareja se llevaban bien, debo de reconocer en honor a la verdad, de que como familia resultaron bastante aburridos. Pocas veces salíamos juntos, en familia -tal vez eso explique muchas cosas- con sus hijos y no había mucha chispa ni humor entre ellos.
Lo que me gustaba de la Maricucha, es que no hablaba demás, ni tampoco de menos. Eso resaltaba su figura y le daba un aire de mujer sensata, interesante, y educada, aunque como la mayoría de mujeres de su generación no lo fuera. Jamás la vi hablar con la suficiencia y la audacia de los ignorantes, de lo que desconocía; ni ser una mujer rencillosa o rencorosa De ella aprendí a desterrar de mi espíritu, el sentimiento de venganza y a esperar que frente a la vida, el tiempo hiciera lo suyo y sacara las cosas o la verdad a luz. Esa es su mayor enseñanza.
Hoy que comparto la vida con mi mujer -tal vez lo único que es real, absoluto y totalmente mío- y con sus hijos, que también son míos, aunque yo prefiero llamarlos "mis compañeros de viaje" porque al final eso creo que somos y no me hace mucha gracia, porque vez gente crecer que quieren imponer la fuerza de su juventud y usan tu perfume, se llevan tu crema de afeitar o te dejan sin yogurth y captan la atención de tu mujer. En ese instante sientes no solo que has perdido tu privacidad, sino que te vas volviendo viejo. En el caso de mi familia, con el tiempo he entendido la dinámica de la relación de mis padres, hubo amor, todo estaba aparentemente bien, pero no hubo un elemento integrador, unificador y cada quien termina en lo suyo.
Yo de niño salía con el marido de la Maricucha -o sea con mi Papá- los fines de semana a todas partes; pocas veces salí con ambos o salimos los cinco a la vez, "de reventon", a pasear, a comer o simplemente a compartir. Debo de reconocer que de su mano -de la mano de mi padre- conocí Lima.....y comí siempre rico. La diferencia era bien marcada; mientras que con la Maricucha era un cono de helado, con él era un Peach Melba o un Fosh o un Banana Split en la Botica Francesa. A pesar de que sobre este punto se me pedía guardar el más absoluto silencio, para mi fue siempre un motivo para sacar "cachita" de las granjerías obtenidas a los demás miembros de la familia. "He comido chifa" decía, mientras me sobaba la barriga con una sonrisa.
Ella fue siempre una mujer callada, creo que el ser parte de una generación de padres castrantes, donde el niño bien educado era el que no movía ni una ceja, la hizo así. Por eso yo disfrutaba de sus momentos de humor o hacía cualquier cosa por verla sonreír; desde apretarla contra mi pecho o tumbarla en la cama, para que dijera algo -por lo general se quejaba de que le hacía daño- o compartir esa complicidad con la que le arrancaba un mohín, al decirle bajito que le había dejado un chocolate debajo de su almohada.
Si por lo general la Maricucha era bastante parca y poco expresiva, la muerte de su marido la desbasto. Acostumbrada a caminar de su mano, a que él fuera la fuerza, el que la hiciera sentirse siempre protegida; ante la muerte de la pareja se volvió vulnerable y no fue la matrona que me hubiera gustado que fuera. Cuando la veía débil y no ser firme en determinados temas, yo solía reprocharle, el que "se fue al diablo" cuando se le murió el marido y que eso no era justo. Por eso cambie la dinámica del poder en su casa e instituí una "Monarquía Constitucional", donde "la Reina, Reina pero no gobierna". Como Primer Ministro trate de hacerlo lo mejor que pude y creo que no lo hice tan mal.
Yo insisto que en la vida, esas definiciones de padres, hijos, abuelos o primos, no me gustan. La hermandad termina siendo muchas veces un accidente genético. Y yo prefiero tener en mi vida compañeros de viaje. Desde el punto de vista formal, la Maricucha es una persona que antes que como madre, valore en su dimensión humana, como una persona que con virtudes y defectos deja una visión de vida, un ejemplo y un sentimiento. Como para mí que soy católico, apostólico e hincha del Glorioso Sport Boys del Callao, la muerte es el Sheol o sea la nada -y los muertos ni te cuidan ni te protegen- como equivocadamente creen muchos católicos, yo recuerdo hoy al ser humano, a la mujer que me trajo al mundo y que me enseño a caminar en la vida sin alimentar lo que es el rencor....."tiempo al tiempo" decía. Y a lo largo de mi vida entendí que sin haber leído a San Agustín, la Maricucha sabía que el tiempo es el mejor amigo de la verdad. Hasta el fin de sus días, yo trate de darle lo mejor de mí, de hacerla feliz,. Tal vez no lo hice en la dimensión que hubiera deseado. Pero le arranque siempre una sonrisa. Feliz Día Mamá.
Si por lo general la Maricucha era bastante parca y poco expresiva, la muerte de su marido la desbasto. Acostumbrada a caminar de su mano, a que él fuera la fuerza, el que la hiciera sentirse siempre protegida; ante la muerte de la pareja se volvió vulnerable y no fue la matrona que me hubiera gustado que fuera. Cuando la veía débil y no ser firme en determinados temas, yo solía reprocharle, el que "se fue al diablo" cuando se le murió el marido y que eso no era justo. Por eso cambie la dinámica del poder en su casa e instituí una "Monarquía Constitucional", donde "la Reina, Reina pero no gobierna". Como Primer Ministro trate de hacerlo lo mejor que pude y creo que no lo hice tan mal.
Yo insisto que en la vida, esas definiciones de padres, hijos, abuelos o primos, no me gustan. La hermandad termina siendo muchas veces un accidente genético. Y yo prefiero tener en mi vida compañeros de viaje. Desde el punto de vista formal, la Maricucha es una persona que antes que como madre, valore en su dimensión humana, como una persona que con virtudes y defectos deja una visión de vida, un ejemplo y un sentimiento. Como para mí que soy católico, apostólico e hincha del Glorioso Sport Boys del Callao, la muerte es el Sheol o sea la nada -y los muertos ni te cuidan ni te protegen- como equivocadamente creen muchos católicos, yo recuerdo hoy al ser humano, a la mujer que me trajo al mundo y que me enseño a caminar en la vida sin alimentar lo que es el rencor....."tiempo al tiempo" decía. Y a lo largo de mi vida entendí que sin haber leído a San Agustín, la Maricucha sabía que el tiempo es el mejor amigo de la verdad. Hasta el fin de sus días, yo trate de darle lo mejor de mí, de hacerla feliz,. Tal vez no lo hice en la dimensión que hubiera deseado. Pero le arranque siempre una sonrisa. Feliz Día Mamá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario