jueves, 18 de febrero de 2016

N° 418 - CONTRADICCIONES DE NUESTRA POLITICA

LOS INMORALES FUERA DEL GOBIERNO NO PUEDEN SER HONESTOS EJERCIÉNDOLO:



Había decidido no escribir por ahora sobre el día a día de la elección o sobre aspectos "pintorescos" de unos comicios, que los siento bastante aburridos y sobre los que hay abundante material para leer. El asunto es que los grandes líderes de antaño no existen, esa lucha de ideas y de ideales por liberar a los más pobres y a los oprimidos tampoco. Menos aún hay cultura política. Estas elecciones no son un ejemplo de ejercicio de docencia política y de  liderazgos de solera. Lo que hay es pragmatismo, electoralismo, puja por el poder. En ese contexto, no me cautivaba apretar las teclas, porque lo pintoresco y lo folklórico que esta frente a nosotros, es  simplemente  más de lo mismo. Teteos, candidatos que mienten descaradamente,  ofertas que no tienen sustento real, personajillos que no saben ni hablar o señoritos que hablan de más y que siendo parte de esta clase política tan venida a menos, pretenden desmarcarse y pasar piola. Pero lo que me hizo cambiar de opinión, es esa contradicción según la cual, los  corruptos, los traferos, los que pervierten la institucionalidad, la democracia y la ley  en la interna de sus partidos, al llegar al poder se van a convertir supuestamente, en iconos de honestidad y de decencia, en defensores de la democracia y de los grandes intereses nacionales. 

Es una verdad de perogrullo, que en el Perú no hay partidos políticos; que el electorado tiene una gran desconfianza y una marcada desilusión, con candidatos a la Presidencia que no tienen brillo; porque a los muy conocidos, a los que forman parte de lo que se llama "el elenco estable" de la  política, se les conoce hasta el hartazgo en sus vicios y en sus virtudes; y porque los nuevos, los recién llegados o reciclados, son pura busqueda del poder, un cascaron, una propuesta general y demagogica y una incógnita, que puede resultar  hamletiana. Como la de Ollanta Humala Tasso, que hizo trizas su "Honestidad para hacer la Diferencia" y termina con indicios muy sólidos, de que es -conjuntamente con su mujer- tanto o más choro que los personajes de los gobiernos anteriores que criticaba y aun critican.

En un país con una precaria institucionalidad, sin partidos políticos, sin políticos en el real y verdadero sentido de la palabra; en una sociedad sin cultura cívica ni política, sin valores ni principios y sin un concepto de nación. Lo que se da es el triste espectáculo de candidatos a la Presidencia o al Congrezoo que no inspiran confianza; porque las inscripciones o en los procedimientos electorales de donde emergen su postulación o la de sus candidatos al Congreso; porque en la "institucionalidad" de sus agrupaciones, ha habido una serie de dolosas irregularidades; lo que prima es la trafa y la trampa, el interés personal, el caudillismo, la falta de respeto a la ley, la inmoralidad y la prescindencia de ética política y la moral pública, en una contexto en el que los discursos políticos a los que apelan, hablan de honestidad, de moralidad, de decencia y de  anti corrupción con caretas, mascaras y mascaradas, en la que algunos ingenuos creen y que los oportunistas y los chambistas de siempre se encargan de maquillar y de disfrazar.

Y frente a esta realidad, la pregunta se cae de madura. Como gente que no respeta la ley, la institucionalidad, ni el estado de derecho. Como gente que busca el poder por el poder o el beneficio personal va a gobernarnos. Como van a gobernar honestamente o a combatir la corrupción. quienes recurren a las corruptelas y a pervertir la institucionalidad, la legalidad y la realidad para acercarse al poder. Y allí están, allí los tenemos en campaña, hablando de "razas distintas", abrazando niños o ancianos, hablando de democracia, de Haya de la Torre, de Fernando Belaunde, de Paniagua o de la madre Teresa de Calcuta; en medio de una legislación electoral hecha a su medida, porque ellos mismos desde el parlamento la han elaborado. Y lo concreto y lo real es que no hay sanciones reales ni legislación efectiva. 

Hay  mucho de subestimación y de desprecio hacia el ciudadano y el elector por parte de nuestros políticos. Nos miran por debajo del hombro y actúan frente a nosotros, con un cinismo digno de tablas. Sus "partidos" son una  caricatura, pachas de caciques políticos a los que simplemente  les importa el poder por el poder, para llegar y después ver que pasa. Por eso el Sr. Guzmán que se eligió de manera ilegal, arbitraria y leguleyezca, ante la posibilidad real de la improcedencia de su candidatura por no cumplir con la ley, habla de tomar las calles, de protestas ciudadanas, de "cuidados del voto ciudadano". 

En este penoso escenario, donde no hay un solo Acuña, sino varios Acuñas, de rostros y apellidos diversos y de diversas mañas, no hay razones para la ilusión y la esperanza de que el mercantilismo de hoy que se llama neoliberalismo cambie para favorecer a los más pobres y generar un país más igualitario. Mientras la sociedad civil no tenga activa participación en institucionalizar y en fiscalizar esta parte de la vida cotidiana de los peruanos, donde quienes hacen la ley hacen la trampa para favorecerse. Mientras no pongan contra la pared esta precariedad y estas mafias de la política que hoy  se llaman "partidos políticos" nada va a cambiar. Ni el discurso. Ni las manos que controlan el poder. Ni el futuro del país.



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