martes, 21 de abril de 2015

N° 397 - LA "REPRESENTATIVIDAD" PARLAMENTARIA

LOS CONGRESISTAS VIAJEROS Y LA IMPUNIDAD:


Este es un país surrealista. Un país que canta a las glorias pasadas, porque termina siendo el ayer -en función del tiempo y de ser el Perú un país sin memoria histórica- lo mejor que se tiene. Este es un país marcado por la mediocridad de su clase dirigente. Por eso es que en la perspectiva de un pasado que termina a pie forzado, como  motivo de orgullo; su presente  es sinónimo de inconformidad y su futuro incierto; en un escenario donde la impunidad y la falta de moral pública sientan sus mejores reales. 

Este es  igualmente un país fraccionado, porque además de lo anteriormente expuesto, es un pueblo que intenta un proyecto nacional, que se frustra por la falta no solo de una clase dirigente, sino por la ausencia de masas educadas e instruidas. Por la falta de una cultura política que resalte el valor y la importancia de lo colectivo en la sociedad. Por la incapacidad de ver más allá de nuestras narices y por tener una visión de futuro  cortoplacista, mercantil y retórica.

Sin principios y valores de diverso cuño para formar una sociedad de oportunidades, el "Firme y Felíz por la Unión" como lema de nación, termina siendo una frase de cliché. Y lo es porque en un país de ignorantes, la mediocridad con poder, se enseñorea y campea ante la falta de educación, de cultura cívico-política y lo anterior, muy a pesar del lastre que significa su  cavernicolismo, sus complejos adánicos, su demagogia y su clientelismo. La política en el Perú se ha convertido en ese contexto, en una obsesión por el poder y no en un esfuerzo colectivo por el bienestar nacional. Por eso en lugar de partidos políticos hay franquicias  y en lugar de líderes, de políticos de solera, de gente capacitada, de cuadros técnicos, lo que hay son cúpulas enquistadas, personajes que dicen ser "políticos" pero que lo son de "medio pelo", inteligencias grises, militantes ambiciosos y con una agenda personal como prioridad, que coligados a los oportunistas y a los arribistas de siempre, caricaturizan la política y marcan la crisis y la extinción de los partidos tradicionales en el Perú

De su desmedida ambición de poder, del espíritu anti democrático y autoritario  que se cobija en un discurso que a tiro de la realidad, no calza, subestima la inteligencia ajena y se siente impune e intocable en el ejercicio del poder -en favor en función de determinados intereses que muchas veces están por encima de los grandes intereses nacionales- es que tenemos "actos políticos" como el de los congresistas fujimoristas, que viajaron a Puno con fondos del Congreso, es decir con dinero de todos los peruanos para un acto partidario.

Que estos ilustres señores, que son económicamente privilegiados en un país de grandes desigualdades, tengan el cuajo, la flema y la concha, de  pagar sus pasajes con dineros públicos, dice mucho no solo de su poco criterio sino del nivel de respeto y de consideración, que le tienen al pueblo que los eligió. De la ausencia de pudor y de vergüenza. Tal vez por ello haya quienes quieren refundar la "línea aérea de bandera" volver a un estado empresario que puede usufructuar..."boletos gratis y plata  como cancha".

Mientras el latrocinio no era descubierto, para estos señores de la política todo estaba bien. Porque todos los congresistas hacen lo mismo, porque todos viajan a actividades partidarias o de desarrollo de imagen personal con dinero público, apoyándose en la "representatividad"  de la que están investidos. El problema es que al verse descubiertos, sus pares actúan con espíritu de cuerpo, porque cuando todos sufren del mismo mal, todo esta bien. Es decir como todos "representan"  al país, todos viajan "sacrificando familia" por el Perú, cumpliendo con "el sagrado magisterio parlamentario" y pueden en ese sentido viajar y hacer proselitismo político con pasajes del Congreso de la República.

Es porque "trabajan por el Perú", porque "hacen política en favor del Perú" que se archiva la denuncia por mal uso de fondos públicos. Las viejas y unánimes -por lo del "todo"- formas de hacer política anudadas a la mediocridad, a la falta de moral pública, de ética y de respeto a los electores de hoy, creo que obligan a pensar en el futuro no solo  de la democracia en el Perú, sino en el futuro del Perú. En el país que le dejamos a nuestros hijos. 



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