A PROPÓSITO DE LA LEY DE ACCESO AL TRABAJO:
La crisis política generada por la promulgación de la Ley 30288, ley que promueve supuestamente, el acceso de jóvenes al mercado laboral y a la protección social, hay que analizarla desde diversas aristas. En principio, esta crisis es el resultado de una sociedad acostumbrada al Populismo de Estado, a regímenes oportunistas y demagógicos, que por factores electorales han dado leyes que permanentemente han distorsionado el proteccionismo, el carácter tutelar y regulador del estado, para convertirlo en clientelismo, aprovechándose de los antagonismos de clase, de la desigualdad social, de las masas asalariadas insatisfechas.
La crisis política generada por la promulgación de la Ley 30288, ley que promueve supuestamente, el acceso de jóvenes al mercado laboral y a la protección social, hay que analizarla desde diversas aristas. En principio, esta crisis es el resultado de una sociedad acostumbrada al Populismo de Estado, a regímenes oportunistas y demagógicos, que por factores electorales han dado leyes que permanentemente han distorsionado el proteccionismo, el carácter tutelar y regulador del estado, para convertirlo en clientelismo, aprovechándose de los antagonismos de clase, de la desigualdad social, de las masas asalariadas insatisfechas.
Por otro lado, esta crisis política, por una ley de acceso al mercado laboral de los jóvenes, es también una muestra de la desconfianza y de la permanente lucha entre las élites y las masas -en un país como el nuestro- donde antes que un proyecto nacional prevalecen intereses personales, particulares o de grupo. Donde el gran problema a lo largo de su historia repúblicana, es que no hay una clase dirigente con solera, con capacidad y visión de estado, sino personajes mediocres, que buscan el poder en una democracia con una precaria institucionalidad, sin cultura cívica ni política, sin valores ni principios éticos.
El populismo en el Perú, no es otra cosa -no ha sido otra cosa- que la expresión de las contradicciones entre la sociedad y una economía dependiente que obedece a determinados patrones socio culturales, por los que los gobiernos en el ejercicio del poder expresan un carácter pluriclasista, por el que supuestamente, representan a todos las clases y grupos sociales, a todos los sectores, aunque en los hechos y en la realidad, eso no sea necesariamente cierto. Un gobierno responde a intereses de clases, de sesgo económico, a visiones de política. Y la política es finalmente el medio para buscar el equilibrio, el consenso, el punto medio que impulse un proyecto de nación o una visión de futuro. En ese contexto, el Estado Populista termina siendo un estado, que produce actos políticos de diverso cuño, por los que se pretende satisfacer las necesidades de los ciudadanos, sin importar mucho la responsabilidad económica del hecho político o el carácter democrático del régimen.
Los gobiernos populistas a lo largo de la historia del Perú, han sido democráticos o autoritarios. El primer gobierno de Alan García y la dictadura de Manuel Odría, son un claro ejemplo de ello. En el caso de Don Manuel A. Odría, me viene a la memoria aquella frase que se imputa a su autoría de que "la democracia no se come". Una frase que no salio de las neuronas del "General de la Alegría" sino que fue una adaptación o un deformado plagio de la frase de Getúlio Vargas de que "los votos no llenan las barrigas", en medio del discurso político de los cincuentas en favor de los pobres, de los desposeidos, de ignorados, clamando por una "sociedad justa" que hoy algunos demagogos que fungen de líderes de partidos anclados en el pasado y sin capacidad ni lucidez intelectual para renovarse ideológicamente, siguen repitiendo ante masas ignorantes.
Frente a un país sin institucionalidad, frente a un país informal; frente a un país con una clase dirigente bastante mediocre, que genera la desconfianza de las masas, no solo por su incapacidad, sino porque por su conducta, esta en medio de un permanente proceso de inestabilidad política. Una "ley de gabinete", que nace de la tecnocracia del Ministerio de Economía y Finanzas y que pretende imponer un gobierno sin capacidad de persuadir a las masas -supuestamente favorecidas por la ley- porque es incapaz de crear consensos, de hacer docencia política; termina condenada al fracaso.
La Ley 30288, en lo que toca a su relación con la realidad que pretende regular, a esa alta tasa de desempleo, a la informalidad de ese sector, a esa relación jurídico-factica, no es mala; más alla de errores como el no reparto de utilidades, es perfectible. El problema es la ignorancia de las masas -el creer que el estado debe ser sobreproteger al trabajador- el desconocer la diferencia entre derecho adquirido y la adaptación de la ley al cambio y a la realidad social. El problema es el descontento popular frente a gobiernos que perciben ajenos a sus intereses; el problema es la desconfianza en los gobernantes; la proclividad de una sociedad en la que el ciudadano común y corriente, busca siempre el interés propio, porque no tiene conciencia de lo que significa el bienestar nacional o mejor dicho el bien común, ante la ausencia de educarnos en función de patrones socioculturales en ese sentido.
La imposición de una norma sin un gran debate nacional y sin crear conciencia y consensos de su necesidad y de sus beneficios, es parte de ese autoritarismo de democracias representativas de fachada, en la que se le hace creer al ciudadano o al militante que la democracia es simplemente el arte y el ensarte de elegir. "Un militante un voto" dicen. Como si dentro de esas formas de elección no hubiera posibilidad de manipular o de direccionar.
El arte de gobernar implica no solo dictar normas, el arte de gobernar implica su adhesión por las masas; el establecimiento de un clima social en el que esta normatividad debe aplicarse. Y eso es algo que ya no se va a dar, porque una vez más Humala ha mostrado su torpeza y su falta de liderazgo y nivel de estadista. Para terminarla de sepultar, los demagogos y los oportunistas que pululan en la política peruana, han salido a formular sus criticas contra una ley que apoyaron y suscribieron inicialmente. Hay votos de por medio, juego de imágenes, gestos y poses. Cosas de la política criolla.
El populismo en el Perú, no es otra cosa -no ha sido otra cosa- que la expresión de las contradicciones entre la sociedad y una economía dependiente que obedece a determinados patrones socio culturales, por los que los gobiernos en el ejercicio del poder expresan un carácter pluriclasista, por el que supuestamente, representan a todos las clases y grupos sociales, a todos los sectores, aunque en los hechos y en la realidad, eso no sea necesariamente cierto. Un gobierno responde a intereses de clases, de sesgo económico, a visiones de política. Y la política es finalmente el medio para buscar el equilibrio, el consenso, el punto medio que impulse un proyecto de nación o una visión de futuro. En ese contexto, el Estado Populista termina siendo un estado, que produce actos políticos de diverso cuño, por los que se pretende satisfacer las necesidades de los ciudadanos, sin importar mucho la responsabilidad económica del hecho político o el carácter democrático del régimen.
Los gobiernos populistas a lo largo de la historia del Perú, han sido democráticos o autoritarios. El primer gobierno de Alan García y la dictadura de Manuel Odría, son un claro ejemplo de ello. En el caso de Don Manuel A. Odría, me viene a la memoria aquella frase que se imputa a su autoría de que "la democracia no se come". Una frase que no salio de las neuronas del "General de la Alegría" sino que fue una adaptación o un deformado plagio de la frase de Getúlio Vargas de que "los votos no llenan las barrigas", en medio del discurso político de los cincuentas en favor de los pobres, de los desposeidos, de ignorados, clamando por una "sociedad justa" que hoy algunos demagogos que fungen de líderes de partidos anclados en el pasado y sin capacidad ni lucidez intelectual para renovarse ideológicamente, siguen repitiendo ante masas ignorantes.
Frente a un país sin institucionalidad, frente a un país informal; frente a un país con una clase dirigente bastante mediocre, que genera la desconfianza de las masas, no solo por su incapacidad, sino porque por su conducta, esta en medio de un permanente proceso de inestabilidad política. Una "ley de gabinete", que nace de la tecnocracia del Ministerio de Economía y Finanzas y que pretende imponer un gobierno sin capacidad de persuadir a las masas -supuestamente favorecidas por la ley- porque es incapaz de crear consensos, de hacer docencia política; termina condenada al fracaso.
La Ley 30288, en lo que toca a su relación con la realidad que pretende regular, a esa alta tasa de desempleo, a la informalidad de ese sector, a esa relación jurídico-factica, no es mala; más alla de errores como el no reparto de utilidades, es perfectible. El problema es la ignorancia de las masas -el creer que el estado debe ser sobreproteger al trabajador- el desconocer la diferencia entre derecho adquirido y la adaptación de la ley al cambio y a la realidad social. El problema es el descontento popular frente a gobiernos que perciben ajenos a sus intereses; el problema es la desconfianza en los gobernantes; la proclividad de una sociedad en la que el ciudadano común y corriente, busca siempre el interés propio, porque no tiene conciencia de lo que significa el bienestar nacional o mejor dicho el bien común, ante la ausencia de educarnos en función de patrones socioculturales en ese sentido.
La imposición de una norma sin un gran debate nacional y sin crear conciencia y consensos de su necesidad y de sus beneficios, es parte de ese autoritarismo de democracias representativas de fachada, en la que se le hace creer al ciudadano o al militante que la democracia es simplemente el arte y el ensarte de elegir. "Un militante un voto" dicen. Como si dentro de esas formas de elección no hubiera posibilidad de manipular o de direccionar.
El arte de gobernar implica no solo dictar normas, el arte de gobernar implica su adhesión por las masas; el establecimiento de un clima social en el que esta normatividad debe aplicarse. Y eso es algo que ya no se va a dar, porque una vez más Humala ha mostrado su torpeza y su falta de liderazgo y nivel de estadista. Para terminarla de sepultar, los demagogos y los oportunistas que pululan en la política peruana, han salido a formular sus criticas contra una ley que apoyaron y suscribieron inicialmente. Hay votos de por medio, juego de imágenes, gestos y poses. Cosas de la política criolla.
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