domingo, 21 de diciembre de 2014

N° 384 - EL BUQUE INSIGNIA

LA VIDA EN  LA PROA DE "LA GLORIA":


Hace exactamente un año, el 22 de Diciembre del 2013, escribía en éste blog "CONTARLO TODO", un artículo en el que a partir del libro de Jeremías Gamboa, que es la nueva publicitada pluma de la literatura peruana -y digo publicitada pluma, porque en este medio como en toda actividad humana, no necesariamente cuenta la capacidad, tienen que ver el efecto mediático, las relaciones, los contactos, los editores, el negocio- y la literatura o mejor dicho la edición de libros; es finalmente un negocio; hablaba de las limitaciones de nuestra sociedad para promover a la gente joven en sus las diversas manifestaciones culturales, que expresan la renovación y la vigencia de nuestras letras y cultura.

A partir de ese argumento, encontré el pretexto perfecto para que me comience a valer madre, escribir solo sobre política, derecho, literatura o sobre la coyuntura nacional. Al final yo soy esencialmente un hombre independiente y este blog, es mi muro; mi propio periódico, el espacio donde tengo la posibilidad de expresar no solo lo que pienso sino también lo que siento. De saldar mis deudas afectivas con gente a la que muchas veces no he podido decirle por diversas razones -en su cara- que la quiero. Y aunque a ella no necesito decirle que la quiero, ni ella necesita decírmelo a mí. Me puse a escribir sobre el cumpleaños de la "Tía Gloria" -hermana de mi madre- que para mí ha sido siempre con irreverente afecto "Gloria", porque es la forma como se le llamaba en mi casa, a quien conjuntamente con Chana -la última de las hermanas de mi madre- eran antes que mis tías, una especie de hermanas mayores por la poca diferencia de edad con mis hermanos. Es por eso, por su cercanía, por el trato personal que se tenían entre mis hermanos y ellas y por el uso y costumbre de mi casa, que el llamarlas por su nombre, es algo que  asumí como propio. Aunque la formalidad y el conservadurismo de la Tía Gloria, no justifique la supresión del "Tía" como parte de mi trato, quiero dejar constancia que en mi caso, siempre lo consintió como un generoso acto de amor. 

Ayer "la Gloria" a la que yo le hacía los pedidos de camarones y langostinos por carta; la niña que aparece como dama en el matrimonio de mi madre; la profesora que se fue a trabajar a Tumbes donde encontró el amor  y a quien yo cuando niño, le contaba  que me dio varicela y que me había inscrito en el Club de Micky Mouse, cumplió años. Y aunque hoy es el buque insignia de la familia de mi madre, porque es la única que esta viva; para mi sigue siendo, por sobre todas las cosas, ese ser humano que es en mi vida, uno de los satélites en órbita, que giran alrededor del universo familiar; con el que aprendí y experimente, lo que es el amor de la familia; el respeto; la discrepancia aturada y afectuosa; el compromiso, la confidencia y hasta ese hombro con el que sabes que puedes contar. 

En medio de los discursos de reglamento en la fiesta que hubo por su cumpleaños - había ese emocionado silencio suyo que me recuerda a mi madre- y la fotografía del momento era verla rodeada de su mayor orgullo. De esos hijos a los que saco adelante a punta de esfuerzo y de sacrificio tras quedarse viuda con cuatro hijos chicos; no pude dejar de anudar esa imagen, a la de Lucho Cobeña León. A la imagen y el recuerdo de mi "Tío Lucho", su esposo. Es que para mi no hay Gloria sin Tío Lucho, como no hay "Juan sin Juanita"  y ella sabe a que me refiero

Entre finales de los sesentas y mediados de los setentas, con el Tío Lucho compartimos cosas, que inexorablemente desembocaron en una relación diferente; en el cariño y en una identificación de esas que deja huella en algún lugar del corazón. Desde las ultimas peleas de Mauro Mina, pasando por la madriza que le dio Luis Faustino Piriz en el primer round a Roberto Dávila en la primera defensa del título Sudamericano de los pesos pesados; hasta esos tripletes de la Copa Perú -cuando era una verdadera fiesta provinciana- el Ocopilla de Huancayo parecía la filial de Alianza Lima y el Tío Lucho hinchaba por los equipos norteños para que le ganaran al Melgar; todo eso hasta llegar a los gloriosos años setentas, cuando el combinado Municipal-Alianza le dio un baile al Bayer Munich, con Beckembauer, Mayer, Muller y Cía. 

El Tío Lucho fue en suma, siempre un referente para mí y la persona con quien compartí experiencias de vida imborrables. Recorriendo los títulos de su biblioteca de niño soñaba con tener una igual y hoy que la tengo, la incremento con la ilusión de que algún día, cuando mis nietos o sus hijos, urgen  en ella, mis cenizas van a saltar de contento. 

A principios del 1977, Don César Miro comenzó a publicar mis poemas en el Suplemento Dominical del Diario OJO; yo escribía entonces "amo los insectos detenidos en tus senos / su sabor su dureza celestial" y aunque le explicaba con "cara de palo" al Tío Lucho, que eso obedecía a la influencia de Baudelaire en mi poesía antes que a una experiencia personal" -porque afirmar lo contrario  tenía sabor de escándalo en esas épocas (aunque en honor a la verdad) "en todo tiempo se han cocido habas"-  el Tío Lucho no se quedaba muy convencido ante mis argumentos y mostraba sus preferencias por una poesía menos "imaginativa".

A estas alturas de mi vida, creo que el mayor valor de la existencia humana es seguir gastando suela. Ayer en medio del pastel de cumpleaños, de los discursos y del bailongo general había algo que giraba en el ambiente. Nadie se dio cuenta que alrededor de ese buque insignia que dice en la proa Gloria, había mucha gente alrededor. Que estaba el abuelo Felipe, la abuela Luisa cosiendo complacida sus muñecas de dos cabezas. Que estaban allí también sus hijos, los hermanos de Gloria. Que esa vieja casa de Torre Tagle, de primoroso estilo republicano de principios del siglo pasado -de la que ya no queda nada- volvía a cobrar vida. Si hasta con el Nano y con el Chulín, hicimos nuevamente en "la Pampa"  esas carreras de Cucarachitas Martinas con las que nos divertíamos de niños. 

Y allí estaba Lucho Cobeña León, viendo a su mujer y a sus hijos celebrando la vida. El mayor y el más elemental acto de amor que tenemos los seres humanos.

 (*) Ver en éste blog "CONTARLO TODO", 22 de Diciembre del 2013.

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