ALEJANDRO TOLEDO, CENAIDA URIBE Y LA IMPUNIDAD:
No somos una República Bananera, somos simplemente una Republiqueta. Un país donde históricamente la clase dirigente, ya sea por raza, por dinero, por negocios o por poder, ha privilegiado sus intereses personales o de grupo y le ha dado la espalda a las reivindicaciones de las grandes mayorías que construyen una nación con igualdad de oportunidades para todos. Porque nuestra clase dirigente, nuestra clase política, ha dado siempre la impresión de repartir migajas, de entregar lo que sobra, de ser caritativos con los de abajo. Porque esa clase política que desde el poder se ufana de hacer la obra pública por la que fue elegido; se ha aferrado con uñas y dientes a la frase de Don Ramiro Priale, que fue un líder histórico del APRA, un político de los que ya no hay; que decía que "conversar no es pactar". Una frase por la que los políticos de hoy cubiletean todo, hasta los valores y los principios. Una frase por la que han distorsionado el concepto de la negociación política y la convierten en "repartijas".
Y en esta republiqueta donde se habla de democracia, de inclusión; de partidos políticos que no existen. En esta democracia de chafalonería, donde el crecimiento económico le da color y aires de credibilidad; no hay un conciencia del valor de la cosa pública, porque no hay una nación en el verdadero sentido del concepto y por eso el peruano esta acostumbrado a pensar primero en él, segundo en él y tercero en él. Y por eso, la política de la hora presente, es por un lado un discurso político que habla de inclusión, del beneficio de las grandes mayorías nacionales, del desarrollo nacional. Pero frente a él, frente a las palabras hay una realidad que nos muestra por sobre toda esa retórica hueca; cuotas de poder, corrupción, chacras personales, demagogia, clientelismo mediatico e impunidad; taras que fracturan la precaria unidad, con regionalismos que sin partidos nacionales, han reemplazado a los terratenientes de antaño por los caciques políticos de hoy; personajes que son por lo general -en un país de ignorantes- maestros, periodistas o demagogos metidos en política, en medio de una sociedad que se ha mostrado siempre laxa, débil, sin capacidad de reacción o indiferente frente al poder.
Por eso aunque indigne, no extraña la resolución que limpia a la Congresista Cenaida Uribe, cuyo único mérito político para estar en el congreso y estirar el cuello, es haber sido una excelente voleybolista. Por eso tampoco extraña la singular resolución que denuncia a la suegra de Toledo y a su apoderado, pero que a pesar de todos los indicios, las contradicciones y las groseras mentiras del cholo y de su mujer, los tiene fuera; ya sea porque no hay "políticos muertos" o por miedo.
Es que nuestra justicia es ciega, sorda y muda. Mira con ojos de compasión al poderoso, al que tiene dinero o relaciones; en un país donde los abogados "arregladores" o los que tienen relaciones -como los grandes estudios- son los "abogados de éxito" . Por eso los nombran ministros o funcionarios públicos, para que sus clientes o sus empresas puedan hacer negocios con el estado, en medio de un manto de impunidad que se sustenta en la credibilidad de la criollada o en la fraternal máxima multipartidaria de la política nacional, de que "hoy por tí mañana por mí".
En el Perú de hoy, de ayer y de siempre, la lógica y el sentido común no sirven de mucho. La justicia y la verdad, son relativas. Los valores y los principios dependen de las circunstancias. La política es hoy economía. Y la democracia es simplemente elegir cada cinco años al mal menor o a un bien numero de demagogos, que llegan al poder engatuzando o regalando cosas; en un país que se esta aferrando a etiquetarse como un país de "emprendedores" cuando lo que necesitamos son políticos de oficio, gente honesta, capaz; que piense y repiense el país y el futuro. Necesitamos una nueva clase dirigente, que tenga valores y principios para buscar el bienestar nacional y no solo gente exitosa en los negocios, gente que haga dinero, que se la juegue por su proyecto personal o por el bienestar propio.
Este es un país que se esta acomodando a enorgullecerse de tener la mejor comida del mundo, de crecer sostenidamente, aunque no se redistribuya equitativamente. Y por eso al mejor cocinero del país ya lo quieren hacer Presidente, sobre todo los correligionarios del padre, que creen que Acurio los va sacar del anonimato, de su partido fantasmal, de su oportunismo, de su orfandad electoral y su falta de ideas. Y aquí hay que reconocer el talento, la honestidad y el compromiso con el país de Gastón Acurio. Un compromiso que el lo siente gastronómico, empresarial; alejado de la política tradicional, sin demagogia ni falsos protagonismos.
Al final, en medio de este panorama, de éste país de contrastes: En medio de que lo que gira alrededor de las resoluciones que exculpan a Alejandro Toledo y a Cenaida Uribe, es una grosera muestra de la impunidad del poderoso en el Perú. Queda claro de que además de nuestros palmares gastronómicos. Somos una de las mejores republiquetas del mundo.
Al final, en medio de este panorama, de éste país de contrastes: En medio de que lo que gira alrededor de las resoluciones que exculpan a Alejandro Toledo y a Cenaida Uribe, es una grosera muestra de la impunidad del poderoso en el Perú. Queda claro de que además de nuestros palmares gastronómicos. Somos una de las mejores republiquetas del mundo.