miércoles, 21 de mayo de 2014

N° 359 - CARLOS BRUCE, LA UNIÓN CIVIL....

Y EL "CONFLICTO DE INTERESES":




Yo soy católico, apostólico e hincha del glorioso SPORT BOYS del Callao. Pero también soy abogado -abogado del pueblo- pero hombre de leyes al fin y como tal, creo que el derecho debe regular la realidad social, las relaciones diversas que se dan entre los hombres. Creo también, que la democracia implica respetar  el derecho de las minorías. Que en el tema de los derechos de la comunidad homosexual,  no se puede decir que no es un tema prioritario para el país, porque hay otros temas de mayor interés o porque las mayorías nacionales no están de acuerdo.

La democracia, la sensibilidad social, la presión de los reclamos de las minorías, obliga a las clases dirigentes, a tomar conciencia de que lo que tiene que valorarse, es el reclamo, la necesidad, la prioridad de esa minoría o de ese sector que reclama una  ley o una obra determinada. Esa es una responsabilidad política, que no es materia de plebiscito sino del arte de gobernar. Y esto vale tanto para la comunidad homosexual, como para una comunidad cualquiera de la serranía del país que por ejemplo, reclama una carretera o una obra civil que para la burocracia limeña o regional o para el ciudadano del  mundo urbano puede no ser prioritaria. 

Quienes afirman que tras la declaración del Congresista Carlos Bruce; en el contexto de la promulgación de ley, hay conflicto de intereses, están en un error. Y están en un error, porque el conflicto de intereses se da cuando se obtiene un beneficio económico, material. En el caso de autos, lo que se busca es regular derechos de las personas. No hay "conflicto de intereses" cuando un minusválido promueve una ley para los accesos de discapacitados en ambientes públicos. No hay  conflicto de intereses cuando un congresista nativo, promueve leyes en favor de comunidades amazónicas y los ejemplos pueden ser así muchos y muy variados.

Yo soy padre, tengo una familia que me hace generalmente feliz -salvo cuando mis hijos invaden mi privacidad y mi perfume, mis chaplas, mis útiles de escritorio o mi rastrillo terminan en sus manos- y no les he ocultado nada. Porque creo que la responsabilidad que me toca frente a quienes considero no mis hijos sino "mis compañeros de viaje", es enseñarles a ver que el mundo es como es y que como la realidad no puede ser maquillada ni deformada, simplemente hay que entenderla desde una visión de vida que conjugue valores  y derechos. 

Creo que nadie quiere ser puta o nacer maricón. Que hay que respetar por encima de todo a la persona humana, que no hay que caricaturizarla ni estigmatizarla y que resulta absurdo generalizar a los seres humanos, desconociendo sus derechos, sus valores humanos y su capacidad de amar por el solo hecho de ser diferentes. En torno a este tema, he leído desde radicales homofóbicos a personajes con una pobreza de espíritu muy grande, que se presentan como catones de la moralidad y de la familia, pasando por fanáticos religiosos que hablan cojudamente de condenación eterna. Finalmente, el tema esta en manos del Congreso de la República, de una clase política que -aunque me gustaría equivocarme- estoy seguro que va a actuar más en función del calculo electoral, que en función de su responsabilidad como clase dirigente. 

Y en el contexto anterior, creo que los heterosexuales se casan y los homosexuales se unen. Que la ley como esta no puede pasar, porque recoge elementos de la institución matrimonial y resulta una norma en los hechos  -en el extremo de la disolución del vínculo por ejemplo- más compleja que la Ley de Unión de Hecho, para parejas heterosexuales.  Poner el requisito de los testigos, de la inscripción en el registro personal puede ser; pero de allí a toda la parafernalia del divorcio en las municipalidades o en notario, resulta un exceso, que deforma el principio de unión de parejas homosexuales y que da pie para que los detractores de los derechos de parejas del mismo sexo, se encrespen y digan que estamos frente al Matrimonio Gay. 

Hay que buscar el punto medio, hay que reivindicar el derecho de una minoría, regular un hecho social, pero sin copiar aspectos de la institución del matrimonio. Hay que dar una muestra de que si somos una sociedad democrática, que respeta los derechos de una minoría que de una u otra forma, ha hecho escuchar su voz, ha planteado la necesidad de una regulación, de una norma para vivir en sociedad. Otras minorías, que tal vez no generen tanta resistencia, en una sociedad conservadora, cucufata e hipócrita como la nuestra, verán aquí un ejemplo a seguir en sus reclamos o reivindicaciones. Para no perder el hilo conductor de esa sociedad conservadora, cucufata e hipócrita de la que hago mención, Carlos Bruce merece reconocimiento y respeto por su coraje y por el valor de decir su verdad. 

No creo que haya calculo político en su declaración, porque en el Perú -puedo decir con un poco de humor negro- que aunque éste muy deteriorado el oficio; se va a preferir ser político que rosquete. Que las dos cosas como que no van juntas, porque el poto y el voto tienen percepciones diferentes. Y la valiente declaración de Carlos Bruce, dice mucho de él como persona honesta en el medio en el que se desenvuelve. Un medio lleno de caretas, de mentiras, de medias verdades y demagogia.

  

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