El sensible fallecimiento, en México DF, del escritor colombiano Gabriel García Márquez, ha generado un enorme pesar en el mundo y sobre todo entre los lectores de habla hispana. Mucho es lo que seguramente se va a escribir del nobel colombiano, donde CIEN AÑOS DE SOLEDAD, ocupa un lugar estelar entre las obras más leídas en habla hispana. Para mí, fue uno de esos textos que leí de corrido durante tres días seguidos. Eran otras épocas; tiempos marcados por la vida universitaria y por el amor de la juventud, que despertó mi vocación literaria y que me llevo desde ser creativo publicitario, hasta ejercer el periodismo (aunque en el Perú nunca gane un cobre) y que en esos tiempos, me hacía escribir poesía y relatos cortos -humorísticos- adaptados a compañeros de clase de la facultad de Lingüística, algunos que hasta hoy conservo.
Desde esta trinchera, que no tiene mayor pretensión que la de comunicar sentimientos, pensamientos y emociones, con algo de originalidad, creo que el García Marquéz, que podemos presentar, es un García Márquez poco conocido. Aquel Gabo que estuvo íntimamente ligado al cine y que tuvo una gran actividad en ese campo. Entre adaptaciones de sus obras, argumentos y guiones, podemos mencionar María de mi Corazón (1978-1980) Eréndina (1982) Tiempo de Morir (1985) Crónica de una muerte Anunciada (1987) Un Señor muy Viejo con unas Alas Enormes (1988) Edipo Alcalde (1996) y las series de televisión Amores Difíciles (1987-1988) y Me alquilo para Soñar (1992).
El cine fue una de las pasiones del Nobel colombiano, que fue Presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, desde su creación en 1986 y uno de los principales maestros de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños en Cuba, donde impartía un taller sobre escritura de guiones. "La bendita manía de Contar" el título de éste artículo, es a la vez un libro que recoge uno de los talleres dictados por García Márquez, donde el escritor habla sobre sus ideas en torno al hecho de contar historias, al elán creador, a las diferencias entre guionista y escritor.
En el contexto anterior, es necesario indicar que hay apuntes magistrales del escritor colombiano, como aquel donde expresa que lo que más le importa en éste mundo es el proceso de la creación; un proceso de creación que le lleva a preguntarse, que clase de misterio es ese que hace que el simple deseo de contar historias, se convierta en una pasión. Que un ser humano sea capaz de morir por ella; morir de hambre, de frío o de lo que sea dice, con tal de hacer una cosa que no se puede ver ni tocar y que al fin y al cabo, si bien se mira no sirve para nada.
En el contexto anterior, es necesario indicar que hay apuntes magistrales del escritor colombiano, como aquel donde expresa que lo que más le importa en éste mundo es el proceso de la creación; un proceso de creación que le lleva a preguntarse, que clase de misterio es ese que hace que el simple deseo de contar historias, se convierta en una pasión. Que un ser humano sea capaz de morir por ella; morir de hambre, de frío o de lo que sea dice, con tal de hacer una cosa que no se puede ver ni tocar y que al fin y al cabo, si bien se mira no sirve para nada.
Márquez en sus talleres, reflexionaba sobre el "caprichoso vaivén de la imaginación", en meditar sobre el momento exacto en que surge una idea, que es según él, parecido al momento en el que el cazador ve saltar la liebre y dispara su fusil. Con algo de humor Don Gabo le decía a sus alumnos en el taller, que era un convencido de que el mundo estaba dividido entre los que saben contar historias y los que no, algo que en un sentido más amplio, tiene que ver -anotando con humor- con los que cagan bien y los que cagan mal. Con lo que sin querer, convertía en escritores a los políticos. Para García Marquéz, el cuentero nace no se hace, haciendo incapie que el Don no basta, se necesita oficio y eso implica, cultura, técnica, experiencia.
Gabo, en el texto que recoge sus talleres, expresa que la mayor parte de los cuentos con los que inicio su formación literaria se los escucho a su madre, que no tenía formación literaria alguna. Que se consideraba el hombre más libre del mundo, en la medida que no estaba atado a nada ni tenía compromiso con nadie y que eso se debe a haber hecho durante toda su vida, única y exclusivamente lo que ha querido: Contar historias. Es decir, según él: Padecía de la bendita manía de contar.
(*) "LA BENDITA MANÍA DE CONTAR", Gabriel García Márquez; Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños - Cuba (1998) Ollero & Ramos Editores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario