
En esa sociedad, con una precaria institucionalidad; con una débil democracia y una absoluta falta de respeto a valores y a principios que constituyen nuestra identidad; hay hechos que no pueden dejarse pasar, que resultan intolerables, que tienen que denunciarse y rechazarse, porque el país, el concepto de nación, el respeto a lo que representa la patria -más allá de chauvinismos o de nacionalismos baratos- esta por encima de bandearías políticas, de intereses personales. Y esto porque la política debe ser sobre todo un permanente ejercicio de docencia.
En la campaña electoral del 2011, el Sr. Gonzalo Alegría, presento un baile usando el himno nacional y la bandera, que caricaturizaba, que distorsionaba nuestros símbolos patrios y que probablemente no mereció mucha atención de la prensa, porque entendían que podría significar publicidad gratuita para el personaje. Lo cierto es que ni el JURADO NACIONAL DE ELECCIONES (JNE) ni el MINISTERIO DE DEFENSA, ni la FISCALÍA DE LA NACIÓN, tomaron acciones posteriormente a la elección, tal vez porque se trataba de un personaje de la clase política y porque a estos "privilegiados" de la sociedad peruana, se les permite todo o casi todo, porque este es el país del doble rasero, del doble standar, de la escopeta de dos cañones.
Y digo lo anterior, porque a la Srta. Leysy Suarez, cuyos encantos son innegables, se le proceso y sentencio por lo mismo que hizo Alegría -y sin que haya roto la bandera inclusive- que es lo mismo que ha hecho un pre-candidato a la alcaldía, cuyo rostro aparece en una bandera peruana que una joven que dicen que es Tilsa Lozano, supuestamente "sumada a la campaña" tiene entre las manos.
Y digo lo anterior, porque a la Srta. Leysy Suarez, cuyos encantos son innegables, se le proceso y sentencio por lo mismo que hizo Alegría -y sin que haya roto la bandera inclusive- que es lo mismo que ha hecho un pre-candidato a la alcaldía, cuyo rostro aparece en una bandera peruana que una joven que dicen que es Tilsa Lozano, supuestamente "sumada a la campaña" tiene entre las manos.
Lo más grave de todo esto, es que ante la protesta por un hecho que resulta políticamente inaceptable, el burdo montaje, en lugar de merecer la rectificación del pre candidato o la docente corrección del partido o de sus principales dirigentes, es objeto del silencio cómplice, es visto como "una humorada que no entienden los viejos" o como "una anécdota" intrascendente; que nos lleva a reflexionar cuanto vale el Perú, el país, los valores y/o los símbolos patrios, para quienes hacen "profesionalmente" política. Para estas costras dirigenciales, ancladas en estas covachas de intereses personales que se llaman partidos políticos y que es una obligación ciudadana rescatar, adecentar -o de perdida luchar- por una cuestión de principios. No solo para que dejen de ser lo que son, sino sobre todo para que nuestra política, nuestros partidos y nuestra democracia sean diferentes.
La Ley N° 8916, establece la normatividad que debe tener el ciudadano frente a los símbolos patrios, como deben usarse y en que circunstancias. Pero aquí la ley vale un carajo, no importa ni cuenta. En un país sin institucionalidad, donde todo vale, donde lo que cuenta es sacarle la vuelta a la ley, huevear gente, llegar al poder, al cargo público y satisfacer intereses propios. En un país donde Florcita Polo es un referente de lo que debe ser un personaje público; en una sociedad donde la ex-Congresista Susana Díaz es el modelo de muchos políticos criollos que están ávidos de protagonismo y figurettismo mediático que les genere votos; identificar en un país de ignorantes a un candidato con la bandera y de manos de una figura de la farándula, es pretender convertirlo en un patriota, en un hombre que ama al Perú. En un icono nacional.
El problema es que solo las geishas, sus ayayeros, sus adeptos o los familiares del candidato se van a creer ese cuento. En un país donde la política se sufre; es una obligación ciudadana rechazar y denunciar estos estropicios, porque el país y lo que representa no pueden ser caricaturizados, por quienes ya caricaturizan la política y los partidos políticos en el Perú.
Al final con un poco de humor, creo que esto sirve para reivindicar a Doña Leysy Suarez. Con su cuerpo sobre una bandera peruana, había una mayor posibilidad de despertar el amor al Perú. Explotar la sensualidad de un sentimiento por el que se sacrificaron Grau y Bolognesi. Lo otro es simplemente una falta de respeto por quienes aspiran a gobernarnos y que desde el gobierno, deben supuestamente respetar la ley y entre ellas, esa ley que trata de los símbolos nacionales. Una ley que no puede ser objeto de "humoradas" ni de "anecdóticos" malos usos. Docencia política le llaman.
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