viernes, 25 de abril de 2014

N° 357 - ENSAYO A DOS VOCES

CESAR CALVO & JAVIER HERAUD:



En el artículo anterior hablaba de César Calvo y al hablar de César Calvo y de sus libros, lo volví a buscar entre los míos, que no son míos, sino los de muchos seres humanos,  que logran materializar la  sensibilidad de quienes con oficio, esculpen en los signos y los símbolos de la palabra. 

En ese universo imaginario  de letras y de espíritus, hay unos versos que fueron escritos por César Calvo, al alimón con su buen amigo Javier Heraud en 1961; palabras que fueron dejadas sobre el papel, para pintar un libro de poemas.  Un libro que concursara en los Juegos Florales de la Universidad Nacional de San Marcos. Unos juegos florales que ya no existen o si   existen, ya pasan desapercibidos, porque hemos perdido esa necesidad de sacar a la luz, de difundir nuevos poetas, que expresen la renovación y vigencia de nuestras letras y cultura. Leer estos versos escritos, al alimón, creo que es una buena manera de terminar la semana; de relajarse con una cerveza en la mano y olvidarse de las miserias de la política:



I

Es necesario volver
una vez más
a la noche que nunca
conocimos, a los ríos
que siempre se negaron:
es naufragio
es el último navío.
Acaso una vez más
es necesario. El tiempo
se acorta
y no regresa. Heridos,
es necesario
reanudar los puertos.
El tema sigue siendo
lo perdido (mi corazón
también). El invierno
gastara sus lluvias
si los arboles mueren.
Y habremos de anegarnos
sin remedio
sentados en un parque
de Diciembre.

II

Ha llegado la hora
de volver.
hoy los ríos 
destruyen
las cosechas,
y ha quedado sin nadie
la alegría.
Es necesario (entonces)
correr, gritar un poco,
saludar el retorno
de los días
(necesita sus alas
la tristeza)
y recibir
el canto del rocío
desde los labios
dulces
de la hierba.

III

Nuevamente,
ahora que las lluvias
del verano
enlodan los caminos
del retorno,
hay que cortar los trinos
de las aves,
los truenos
de las noches,
y entrar en casa
de la vida,
a tientas,
para que no se enteren
las hojas
y
las sombras.

IV


Ni el olvido
sabrá de este regreso.
Apenas si el aroma
de las tardes,
al esculpir sus rosas
en el viento,
hablará de nosotros.
Y desde nuestras solas
soledades, seguirán
extrañándonos los ecos.


V


Será partir de nuevo
éste regreso.
De la luz
a la luz de la nube
a los ríos,
de la fuente
a la boca de las aves
y de las aves
a su antiguo vuelo.
Recorriendo
con los ojos
de la tarde
las llanuras del tiempo
derramado,
abriremos
una sonrisa en cada valle.



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