miércoles, 17 de julio de 2013

N° 302 - DE ESPALDAS AL PUEBLO

LA MAFIA TAMBIÉN LLEGA A ACUERDOS:

Creo que es necesario analizar esta grosera y grotesca decisión del Congreso de la República, de nombrar personajes sin la independencia, sin los méritos profesionales ni personales, para los cargos en el Tribunal Constitucional o en la Defensoría del Pueblo; desde una lógica que tiene que ver con la falta de liderazgos de solera, con la falta de estadistas en el verdadero sentido del término en la primera magistratura de la nación. Un análisis que tiene que ver con la falta de cultura democrática y de institucionalidad, en los partidos representados en el parlamento por un lado y con la mediocridad y soberbia de la clase política que tenemos, por el otro lado. 




Si al interior de los partidos políticos, lo que priman son cúpulas dictatoriales que fundan su autoridad simplemente en repartir poder; en hacer lo que les viene en gana ante la ausencia de oposición interna. Si al interior de los partidos políticos, lo que prevalece son  cuotas de poder y maquinarias para controlarlos, en una dinámica en la que lo que menos importa es la ley; porque de lo que se trata es de ubicar en los cargos, a los patas a los incondicionales, a gente que responda a determinados intereses y no dando responsabilidades a los mejores militantes o a los más capaces. Si al interior de los partidos políticos, el hacer política se reduce a ganar elecciones, en la dinámica de la demagogia barata de un discurso político que no es autentico ni real. Si lo que se prioriza al interior de los partidos políticos, es el cubileteo, el arreglo por debajo de la mesa o la repartija, que tiene desde hoy para la política criolla, el solemne e inmaculado nombre de "acuerdo". Una votación como la de esta mañana no puede ni debe sorprendernos.

Para nuestros venerables padres de la patria, para nuestros respetables congresistas, el poder con el que están envestidos en representación del pueblo, no los obliga a interpretar y atender el sentir popular; sino a actuar única y exclusivamente en función de una óptica según la cual, el interés partidario es el interés nacional y el "acuerdo" al que lleguen, cualquiera que éste sea, es a pie forzado de importancia nacional. La representación del pueblo es así, la representación del partido, aunque estos (los partidos) en la realidad, no sean sino plataformas electorales  que se deslegitiman en el ejercicio del cargo.

El Sr. Cayo Galindo y el Sr. Víctor "Plancha Camisas" Mayorga, ex congresistas nacionalistas y funcionarios del actual régimen, no son juristas de reconocido prestigio, no son personajes con criterios de idoneidad para el cargo, porque son políticos de baja estofa, cuyo mayor mérito es ser militantes allegados a la cúpula del partido de gobierno, que lo que van a hacer en el cargo, es partidarizar tan importante y supremo tribunal para darle el control del mismo al gobierno y favorecerlo con sus decisiones. 

En la dirección anteriormente expuesta, la elección del abogado, del ex parlamentario y abogado de Fujimori, Rolando Souza, no hubiera sido posible sin el "acuerdo político"  en el que, lo que menos se evaluó, es el respeto a las instituciones, a su solera democrática; y todo por el manto de impunidad de un Congreso de la República, que reparte migajas bajo la batuta del experimentado y simpático Congresista García Belaunde, que cuadraba porcentajes en el reparto, como padrino o consiglieri de un acuerdo mafioso, que permite  a Pilar Fleitas; una agraciada incondicional de Toledo, que ha sido funcionaria fujimorista y que también ha paseado sus encantos y su incapacidad,  por el gobierno de Paniagua; en razón de sus estrechos vínculos, con un muy bien relacionado abogado andino, que la convirtió al toledismo (y que ha colocado en varios gobiernos  a sus parejas sentimentales) para llegar impuesta por PERÚ POSIBLE, a una Defensoría del Pueblo, que hay que ver en que se convierte en los próximos tiempos.

Le cabe a la sociedad civil iniciar una lucha frontal contra esta clase política que no respeta el mandato, la voluntad, ni la autoridad del pueblo. Le cabe a la sociedad civil arrinconar a estos congresistas que hacen de la democracia y de la institucionalidad un circo. Una clase política, que con soberbia y autosuficiencia, cree absurdamente, que sus intereses calzan o son los mismos que el interés nacional. Una clase política que ha entrado en un acelerado proceso de descomposición y de des legitimación por actuar de espaldas al pueblo y que olvida que las mafias también llegan a "acuerdos".



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