jueves, 9 de mayo de 2013

N° 290 - JAVIER DIEZ CANSECO

UN ESPACIO DIFÍCIL DE LLENAR:

En un país donde los partidos políticos están en crisis, donde no hay adversarios sino enemigos políticos, donde no hay debate ni confrontación de ideas, porque estas se confunden con el insulto y la diatriba. En un país donde la política tiene la esencia de la demagogia y el sabor de la mediocridad; donde cada quien al interior de los partidos políticos (que no forman) creen tener el predominio de la verdad absoluta y la política es vista como una lucha de los buenos contra los malos; de los que supuestamente reúnen todas las virtudes frente a los enemigos políticos, que supuestamente atesoran todos los defectos; aunque siempre hay espacio para el arreglo debajo de la mesa, para el silencio cómplice o para el pacto infame de hablar a media voz, porque la política es "buscar consensos". En un país con una institucionalidad precaria, sin liderazgos articulados y de solera, no puedo dejar de escribir sobre Javier Diez Canseco, aunque el tema se me escape de las teclas, estando Diez Canseco muerto y enterrado.

Hombre polémico, radical, articulado y coherente; Diez Canseco era como lo han dicho muchos, de esos políticos con quien se podía discrepar, pero que era gestor de ideas y defensor de conceptos; un hombre ante el que se tiene que aceptar; en un escenario como el nuestro; que era necesario. Que era políticamente imprescindible. 

Su muerte deja un espacio difícil de llenar en la política peruana. Y aquí no se trata de santificar a nadie, se trata de reconocer uno de los pocos  personajes de  valía de la política peruana actual y de los últimos treintaicinco años; un hombre que no necesito como esos conocidos demagogos de pacotilla que están en el Congreso; prenderse de un tema para aparecer como defensores de los intereses populares o buscar "atender" a los más pobres,  para juntar votos que aseguren su reelección, gracias a la ignorancia, a la ingenuidad y a la buena fe del pueblo. Diez Canseco fue un hombre que más allá de sus radicalismos y de sus errores (que indudablemente como cualquier mortal  tuvo) acuño una ejecutoria que es un ejemplo no solo para quienes comparten sus ideas, sino para quienes buscan referentes y modelos en el quehacer político. 

Y si para quienes lo conocieron (desde diversas trincheras) los hechos que motivaron su suspensión, no fueron  reales; para nosotros representan un error que sirvió a sus adversarios para lo que sirvió.  Un lamentable error, en alguien que debió ser consciente, de que el tema,   iba a ser motivo de conjeturas de especulaciones, de escarnio y de vendetta, para la gran cantidad de enemigos políticos que acumulo en su vida, porque quierase o no, lo relacionaba con el punto común de la política criolla del que siempre estuvo distante; el beneficio propio. 

Al final la venganza de sus enemigos, comenzando por la pareja presidencial, le paso factura. Una factura política, que el pueblo se encargo de romper, dándole  un  reconocimiento a su talento político, a su trayectoria y a su legado a la política peruana; donde sin duda JAVIER DIEZ CANSECO, ocupaba un espacio que va a ser difícil de llenar.




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