sábado, 10 de diciembre de 2011

N° 197 - A PROPÓSITO DE LA DISCRIMINACIÓN EN EL PERÚ


DE INGAS Y MANDINGAS:



En el UBK de LARCOMAR se dio una vez más un acto contra natura, es decir contra nuestra propia naturaleza. A un cholito, a un cusqueño, a un ciudadano de facciones indígenas no lo dejaron entrar al cine por ser cholo, es decir por ser peruano. Don Luis Alberto Sánchez con ese ingenio que lo caracterizaba, decía que en el Perú el cholo que tiene plata se agringa y el gringo misio se achola. Que el mestizaje es fecundo y la hibridez no.


En el fondo discriminar es un acto inconsciente y natural en una sociedad como la nuestra, lo ha sido siempre.Yo diría que es una especie de "reflejo condicionado" porque desde niños muchas veces sin que nadie lo imponga discriminamos, choleamos.  Este ejercicio natural de los peruanos tiene que ver con la dominación de una cultura sobre otra, con la imposición de patrones culturales hispánicos sobre la cultura nativa, con esa percepción de superioridad de un ser humano sobre otro, por factores diversos que no vienen al caso detallar. Lo bueno de todo esto, es que en la sociedad actual, en los patrones culturales del mundo moderno, estas cosas se sancionan porque todos tenemos los mismos derechos y somos iguales ante la ley. Aunque eso es en las formas, porque en la interna de las familias peruanas, lo común es que se escanee con quien se casa fulanito, si la familia del novio o de la novia o el hijo que esta por venir es Chesse o no. Una trivialidad que forma parte de nuestra idiosincrasia, de la particular manera de ser de los peruanos. Donde un natural de raíces y facciones indígenas, se siente criollo por haber nacido en el Callao y cholea o discrimina al individuo que frente a un espejo podría ser su hermano, porque ha nacido en un recóndito paraje del ande peruano.   

En mi caso personal (y la idea del presente artículo es que cada quien evalúe cual discriminador es el o su familia) yo no me hago problemas. Me siento un mestizo que reivindica sus raíces, una historia familiar como la de la gran mayoría de peruanos que tiene de todas las sangres.  Yo particularmente hasta donde he investigado, tengo de indio, de negro, de hispano y de galo. Por el lado paterno no hay mayor problema, se reivindica la peruanidad y el gambito chalaco, la mexicanidad como principio y la mezcla de una mexicana neta, de una india mexica como mi abuela Graciana y un blanco de ojos claros como mi abuelo Eusebio, le dio a mis tías Floria, Nilda o Elvira, esos ojos verdes o celestes, que de seguro más de uno en la familia hacían votos por que heredaran nuestros hijos y que se quedaran con ellas.

En el caso de mi madre, la cosa si es un poco complicada y hasta ahora genera debate en los sectores mas conservadores de la familia. Los Navarrete somos café con leche. Mi abuela Luisa era blanca, fue hija de un oficial francés de apellido Cornivet que cambio su apellido a Cornivel y que supuestamente llego en la misión que vino a reorganizar el Ejercito Peruano (y digo supuestamente porque si la misión llego en 1896 la historia recibida no calza) y que se estableció en el Pozuzo tras quedarse en el Perú. Mi hipótesis en función de hechos consumados, es que fue uno de los tantos franceses que vino a fines del siglo XIX al Perú para hacer una nueva vida, que fue oficial del ejercito francés pero no parte de la misión y que efectivamente participo en la fundación de la Bomba Francia Nº 1. En el caso de mi abuelo, Felipe, desde mi modesto y objetivo punto de vista era negro. La  tradición oral recibida, dice que su padre era hijo de una negra que trabajaba como ama en casa de unos españoles y el bisabuelo Bernardino, negro ladino (ladino se dice del negro que habla castellano) cunda y seguramente bien armado, termino tumbándose a la hija de los patrones

Que mi abuelo no era negro chivillo es verdad....pero para mi negro es negro. Y si no fuera así,  algunos de mis tíos no hubieran salido, con pasas en la cabeza, que han heredado sus hijos y los hijos de sus hijos, porque la sangre en fuerte. Y para acabar pronto, si no tuviéramos de inga o de mandinga, la mayor parte de la familia no sería hincha de Alianza Lima (a excepción del suscrito que es hincha del Sport Boys del Callao) y "el Zambo" no sería "el Zambo". El problema de mis abuelos, es que no todos sus hijos salieron café con leche, que algunos de mis tíos tiraron para Vive  la France, salieron leche, salieron blancos y entonces hay diversas clases de negro, hay negros claros y negros oscuros y la jeta se vuelve boca y los labios se vuelven finos. 

Al final creo que esto es parte de nuestra peculiar forma de ser de los peruanos en el arte de discriminar. Seguramente mi familia va a estar  mañana deseando que campeone Alianza Lima. Que como todos los seres humanos descendemos del Cuerno de África, la cosa queda en la interna de la familia, que el debate queda concluido hasta una próxima oportunidad en la que nos reunamos para un convivió o a través del face (una modernidad que une y entretiene) cuando volvamos a recordar a los que ya no están o los viejos tiempos y donde el abuelo deja de ser identificado por el color y marcado sí, por el sentimiento que nos produce el ancestro. A partir de esa afirmación, yo puedo entonces colgar orgullosamente una foto de mis antepasados para ilustrar éste artículo y reivindicar mi negritud aunque no sea aliancista.


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