El tema de la gobernabilidad en el Perú es un asunto de antigua data. Huamán Poma de Ayala escribió en 1615 un manuscrito al Rey Felipe III donde denunciaba el maltrato de los castellanos, a los indios o a los naturales de estas tierras; "Nueva Crónica y Buen Gobierno" manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Real de Copenhague - Dinamarca, es un alegato por una reforma del gobierno virreinal frente a la explotación, el maltrato y el abuso.

La lucha de los caudillos por el poder en la Guerra con Chile, es una dolorosa muestra de lo anteriormente expuesto. Piérola en medio del conflicto con los Chilenos, enfrentando en Lima peruanos con peruanos, para derrocar al General la Puerta; negandole armas y apoyo logístico a Montero en el sur, gobernando con un ojo en la Guerra y con el otro ojo buscando conservar el poder, es un claro ejemplo del personalismo y el egoísmo de nuestra política. En los años sesentas, la pugna por el poder y la búsqueda del triunfo electoral en las elecciones de 1969 (que pondría a Haya de la Torre en la Presidencia de la República) llevó a la colación APRA-UNO a hacer oposición por oposición al primer gobierno de Belaunde (que fue de lejos mejor que el segundo belaundismo) posteriormente el militarismo mesiánico, el segundo belaundismo, la debacle populista del gobierno de Alán García, el Fujimorismo cleptocrático y autoritario; pasando por Toledo, por el segundo gobierno de García y hoy el gobierno de Ollanta Humala, han tenido problemas de gobernabilidad, es decir no han ejercido la autoridad en el mejor sentido de la palabra (el Arequipazo, el Baguazo, Cajamarca hoy) no han satisfecho las expectativas populares, ni materializado reformas necesarias y sustantivas, como las del Estado o como el Proyecto Nacional que haga que un norte definido, que políticas públicas, le den valor social, inclusión y correctivos al modelo económico. Y lo que hoy tenemos es el modelo económico que genero la tecnocracia y la decisión política del fujimorismo en un estructura política arcaica, sin partidos y marcada por la falta de cuadros y de liderazgos fuertes.
Así como hay un desface entre el colegio y la universidad, en la actualidad la escenografía política peruana no tiene actores significativos, no hay partidos políticos, no hay partidos de masas. Los partidos sumidos en la mediocridad y alejados del calor popular estan en crisis. Y lo mas grave es que el denominador común, es que no hay voluntad de las cúpulas para renovarse, ni gente con capacidad de enfrentarse a estas y forzar ese objetivo. Los cuadros dirigenciales en la interna de la mayoría de partidarios, no tienen peso intelectual ni político, estan arropados por los caciques domésticos y por el clientelismo interno, ante la ausencia de una oposición orgánica interna basada en la alternancia de visiones de partido y de país; razón por la cual ya en el ejercicio dirigencial, las soluciones fragmentadas se diluyen rápidamente por su propio carácter inorgánico y parcial, en un contexto en el que no hay permeabilidad a la critica, al intercambio y a la confrontación de ideas; lo que hace que cualquier cuestionamiento sea contrario a la particular y subjetiva idea de que "hacer partido" es apoyar al dirigente de turno incondicionalmente, así no de la talla, equivoque el camino o lo haga mal.
El problema al interior de los partidos, es que como no se hace docencia política, como el partido no forma, como se puede pasar de militante a dirigente partidario facilmente y de dirigente partidario a conducir el gobierno, gracias al simple poder (que cualquiera puede alcanzar en un país como este) después vemos espectáculos como el de la Ministra de Salud bailando con el Puma Carranza, funcionarios contratando vedettes en reuniones de instituciones públicas como en el PRONAA o todos esos actos con los que nos ha deleitado la política criolla, donde no hay sentido común, criterio ni respeto a la majestad del cargo. Y esa es la gran dicotomía de que una cosa es con guitarra y otra cosa con cajón. Desde capitán a paje, desde Presidente a funcionario, en el Perú, concretamente en la política, el discurso por la toma del poder es uno y ya en el ejercicio del gobierno termina siendo otro.
El problema al interior de los partidos, es que como no se hace docencia política, como el partido no forma, como se puede pasar de militante a dirigente partidario facilmente y de dirigente partidario a conducir el gobierno, gracias al simple poder (que cualquiera puede alcanzar en un país como este) después vemos espectáculos como el de la Ministra de Salud bailando con el Puma Carranza, funcionarios contratando vedettes en reuniones de instituciones públicas como en el PRONAA o todos esos actos con los que nos ha deleitado la política criolla, donde no hay sentido común, criterio ni respeto a la majestad del cargo. Y esa es la gran dicotomía de que una cosa es con guitarra y otra cosa con cajón. Desde capitán a paje, desde Presidente a funcionario, en el Perú, concretamente en la política, el discurso por la toma del poder es uno y ya en el ejercicio del gobierno termina siendo otro.
Gobernabilidad es un concepto que involucra politicamente a todos, a gobierno y a oposición. Un buen gobierno no es solo un ejercicio eficiente del poder en la busqueda de progreso y desarrollo, un buen gobierno implica también un ejercicio responsable de la capacidad fiscalizadora, correctiva y de busqueda de objetivos de beneficio común, de partidos políticos y grupos de presión o poder. El problema es que un partido histórico como el APRA ha sido electoralmente reducido a su mínima expresión, que el PPC, que es otro de los partidos con institucionalidad también busca el camino de su reinvención. Que, en oposición a éstos, hay otros partidos que se creen "históricos", por los años de vida que tienen y la agonía en la que hoy viven; por los municipios que ganan (y que no responden después a su dirección política) y por los criterios cuantitativos de tipo electoral con que se engañan a si mismos e ignoran que en política el carácter "histórico" de un partido lo da el permanente magisterio, la presencia y la dirección de las masas populares y no simplemente el tiempo de existencia o el mantener el registro; mientras que otros partidos como el Fujimorismo o GANA PERÙ, son partidos con presencia, con posicionamiento coyuntural pero igualmente con una frágil institucionalidad que hace incierto su futuro como actor y protagonista más allá de su líder.
Los sucesos de Cajamarca nos han demostrado que no hay intermediación política, capacidad de representación, confrontación política, técnica o ideológica de la partidocracia representada en el congreso frente a las masas manipuladas por operadores políticos regionales, que lo que buscan es el poder local, el convertirse en caciques y negociar con el gobierno nacional. Y como lo único que se busca es el poder y no hacer docencia política u orientar y conducir a las masas, nadie le quiere decir al pueblo que esta equivocado por el temor demagogico, populista y oportunista de perder votos. Y en ese contexto, lo que se ha visto es el triste espectáculo de congresistas y partidos, que si no están mudos, actúan a destiempo o se suben de manera oportunista a la ola de las reivindicaciones ambientalistas y terminan después desdiciéndose o moderando su discurso cuando los vientos cambian.
A tenor de lo anterior es indudable que el diálogo, la participación popular y la busqueda de consensos son importantes, pero que no puede perderse de vista el principio de autoridad, que en democracia es diferente al de autoritarismo. La gobernabilidad implica partidos fuertes y articulados, con presencia y predicamento popular, que se nutre de cuadros y/o de liderazgos que tengan claro no solo el camino, sino que tengan visión del futuro por construir.
Situaciones como la de Conga, nos ponen frente a una realidad que nos marca como país: Las flaquezas de la gobernabilidad en la busqueda de los grandes objetivos nacionales para las grandes mayorias nacionales. De lo que se trata es de un manejo eficiente del poder, con institucionalidad, educación, cultura cívica y política, de valores y principios democráticos. Del ejercicio responsable del poder y lo que ello implica. No se trata de la simple pugna. Las sociedades desarrolladas, las economías de escala, han logrado el progreso encontrando la armonía entre "el agua y el oro". Allí debemos apuntar en época de elecciones y fuera de ella. Se trata de buscar hacer gobernable el país y no regarla.
PD: Curiosamente después de escribir el presente artículo nos enteramos de la renuncia del Presidente del Consejo de Ministros Salomón Lerner Ghitis.
Los sucesos de Cajamarca nos han demostrado que no hay intermediación política, capacidad de representación, confrontación política, técnica o ideológica de la partidocracia representada en el congreso frente a las masas manipuladas por operadores políticos regionales, que lo que buscan es el poder local, el convertirse en caciques y negociar con el gobierno nacional. Y como lo único que se busca es el poder y no hacer docencia política u orientar y conducir a las masas, nadie le quiere decir al pueblo que esta equivocado por el temor demagogico, populista y oportunista de perder votos. Y en ese contexto, lo que se ha visto es el triste espectáculo de congresistas y partidos, que si no están mudos, actúan a destiempo o se suben de manera oportunista a la ola de las reivindicaciones ambientalistas y terminan después desdiciéndose o moderando su discurso cuando los vientos cambian.
A tenor de lo anterior es indudable que el diálogo, la participación popular y la busqueda de consensos son importantes, pero que no puede perderse de vista el principio de autoridad, que en democracia es diferente al de autoritarismo. La gobernabilidad implica partidos fuertes y articulados, con presencia y predicamento popular, que se nutre de cuadros y/o de liderazgos que tengan claro no solo el camino, sino que tengan visión del futuro por construir.
Situaciones como la de Conga, nos ponen frente a una realidad que nos marca como país: Las flaquezas de la gobernabilidad en la busqueda de los grandes objetivos nacionales para las grandes mayorias nacionales. De lo que se trata es de un manejo eficiente del poder, con institucionalidad, educación, cultura cívica y política, de valores y principios democráticos. Del ejercicio responsable del poder y lo que ello implica. No se trata de la simple pugna. Las sociedades desarrolladas, las economías de escala, han logrado el progreso encontrando la armonía entre "el agua y el oro". Allí debemos apuntar en época de elecciones y fuera de ella. Se trata de buscar hacer gobernable el país y no regarla.
PD: Curiosamente después de escribir el presente artículo nos enteramos de la renuncia del Presidente del Consejo de Ministros Salomón Lerner Ghitis.
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