El gran problema de la política y de los políticos en general, es que al abrigo del poder, nuestros ilustres personajes, consideran pasiva, sin capacidad de reacción e ignorante a las masas. En ese contexto, creen nuestros líderes, que en función del juego de palabras, de la demagogia o de la dádiva con la que llegan al poder, pueden seguir tonteando al elector, de la misma manera que manejan y manipulan a la militancia de eso que se suele llamar partidos políticos y que en la mayoría de los casos, no son otra cosa que, costras dirigenciales que se perpetúan en el poder y que se mueven en función de intereses personales. En el fondo de manera inconsciente o deliberada, acostumbrados a la chacra partidaria, nuestras cúpulas, cuando llegan al gobierno, terminan manejando al país equivocadamente en los mismos términos que manejan la interna o seducidos por la sensualidad del poder.
Y como no hay institucionalidad, ni conciencia cívica ni política, ni masas educadas y cultas; en un país fracturado, que no es una nación en el amplio sentido de la palabra o que mejor dicho, no tiene un proyecto de nación; el Presidente de la República (en contra de toda lógica o sentido común) se puede dar el lujo de decir que el Segundo Vice Presidente de la República ya dio un paso al costado, cuando lo que ha hecho este es no renunciar, hacer una declaración sin sustento jurídico ni real y sobre todo retar la majestad y la autoridad del primer mandatario de la nación. Es decir nos huevea el Presidente de la República y nos huevea el Segundo Vice Presidente de la República y para no desentonar los acompañan en el hueveo los Congresistas y los Ministros de Estado, que aplauden al Doc y expresan con su mejor cara, que "efectivamente Chejade ya dio medio paso al costado, ya fue separado de la bancada o que ya renuncio y que el asunto esta cerrado" .
Pero Chejade sigue como si nada hubiera pasado, despachando en el Congreso, asistiendo a comisiones, declarando su inocencia con calculado cinismo y utilizando los bienes del Estado, que le han sido asignados en su condición de Vice Presidente de la República; mientras Salomón Lerner expresa que Chejade ha cumplido con el mandato Presidencial de dar un paso al costado, pero que "está en evaluación" el quitarle los beneficios del cargo. Y la primera conclusión que uno hace es que apoyar este sainete, no es apoyar la gobernabilidad, sino ser cómplice de un irresponsable manejo de la cosa pública, de un chantaje político y de la falta de autoridad del Presidente de la República. Es aceptar una vez más, la dolorosa constatación de que los asuntos personales, de que el interés personal, prima sobre la institucionalidad democrática, sobre los valores y principios que encarna la Primera Magistratura de la Nación. Y en este juego de esconder la basura debajo de la alfombra, el ciudadano al que se debe la autoridad elegida, es burlado, subestimado, tratado como un sub normal o como un individuo que tiene que someterse al arbitrario uso del poder.
Y lo que cabe es rescatar la frágil institucionalidad democrática, reafirmar que hay capacidad de indignación y de reacción; demostrar que no solo la prensa cumple un papel de fiscalización y que el poder que emana del pueblo implica un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, lo que no es un clise político sino un fin en si mismo. En tal virtud, debería el Congreso de la República o mejor dicho la oposición al régimen, impulsar un procedimiento de vacancia del Segundo Vice Presidente de la República (que los despistados Congresistas oficialistas deberían apoyar para liberar a su líder) por incapacidad moral, de conformidad con el Art. 113º de la Constitución Política del Estado. En un país donde la palabra no vale, donde la gente y sobre todo los políticos, miente con absoluta facilidad. Donde la desigualdad es una realidad que los políticos revierten en palabras pero confirman con sus hechos. Se necesita sentar un precedente, cambiar la dinámica de los acontecimientos. Chejade se tiene que ir si o si. Porque una cosa es Humala bajo la influencia de la Sra. Nadine y otra bajo la presión de Omar Chejade.
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