Como el martes nos enfrentamos a Chile se me ocurrió escribir algo sobre la Guerra del Pacífico. En esa dirección, creo que nadie puede poner en duda el heroísmo, ni el amor por la patria de los peruanos en una de las páginas más gloriosas de nuestra biografía como país que es la Guerra con Chile. Pero eso es historia y la historia no es imparcial, esta marcada por el mito y la realidad para crear valores y construir nación. Cuando quien escribe estas líneas escribe sobre historia, lo hace sin pretensiones de historiador, sino con la simple vocación de un acucioso lector interesado en compartir su razonamiento y su lógica frente a determinados hechos porque este es un blog de opinión. Un espacio para expresar un permanente ejercicio de comunicación.

Es cierto que García Calderón fue un hombre probo y honesto que peleo en los Reductos de Miraflores y que su asunción al provisorio poder se dan en el marco del inicio de la ocupación chilena, cuando la soldadesca chilena ocupa Lima y se dedica a la pillería, al saqueo y la rapiña de cuanto bien de valor encuentran. El 7 de Marzo de 1881 el General Cornelio Saavedra, Jefe del Ejercito de Ocupación, dispuso una contribución de Un Millón de Pesos (S/ 1´000,000.00) de Plata, que debían pagar las familias pudientes, lo que significo que la oligarquía limeña, ante la salida de Pierola de Lima, a través de una llamada "Junta de Notables" de la capital, constituyera un Gobierno Provisorio con sede primero en la Escuela de Clases de Chorrillos (que no fue destruida por los chilenos) y luego en el Distrito de La Magdalena hoy Pueblo Libre, donde funciona el Museo Bolivariano. La razón del Gobierno Provisorio fue en principio la de evitar el mayor perjuicio para la ciudad y sus vecinos, de que este negociara la posibilidad de que el se encargara de cobrar el citado cupo. Es de allí de donde nace el mandato de García Calderón elegido por 134 votos y que derivo también en la búsqueda de la paz con Chile sin cesión territorial.
Aplicando un simple ejercicio de lógica y de razón, lo que queda claro es que las familias pudientes de Lima quisieron como se ha dicho, evitar a todas luces que la ocupación chilena afectara sus bienes y pusiera en peligro sus vidas. Que como en toda reacción humana, esta estuvo marcada por el miedo y por la defensa de sus intereses. Que lo que se busco es que el daño personal fuera el menor posible ante la incapacidad de defensa posible de la capital. García Calderón elegido Presidente Provisional se encargo de pagar los primeros 200,00.00 pesos y hasta el cese del Gobierno Provisional en Noviembre de 1881 el pago fue puntual. Es por esta razón que Cáceres no reconoce al gobierno de García Calderón y que lo hace recién cuando el mandatario, se niega a aceptar los requerimientos de cesión territorial, del pago de millones por gastos de guerra y otras pretensiones absurdas de los chilenos, buscando la intervención de Estados Unidos, quien pudo obtener una base militar y una carbonera en Chimbote por su mediación en la guerra favoreciendo la pretensión peruana de paz sin cesión territorial. Esto es finalmente lo que hace que los chilenos lo detengan, desconozcan su gobierno y lo deporten a Chile (con su mujer embarazada del escritor Francisco García Calderón que nació en Valparaíso. El otro de sus hijos fue el también escritor Ventura García Calderón) en un navío que ofende la majestad del cargo que ejerció. Durante su cautiverio García Calderón sufrio una serie de maltratos que significaban por su alta investidura vejar al Perú.
Es indudable que hubo un esfuerzo honesto de García Calderón por lograr la paz con Chile sin cesión territorial, pero también es cierto que el aceptar el pago de cupos y el ser recaudador del mismo para las tropas de ocupación, no puede ser bien visto, como tampoco puede aceptarse el dirigir y mantener un cuerpo de gendarmeria armado para la seguridad interna de la ciudad, cuando esas armas y esas milicias tenían la obligación y el deber moral de oponerlas contra el invasor. García Calderón tenía la obligación patriótica de organizar y encabezar de manera subterránea la resistencia y la defensa de la patria y no lo hizo. Su administración implica una forma pasiva y complaciente de enfrentar la guerra desde la perspectiva diplomática; la de negociar con el cuchillo del invasor en el cuello, la tarea de defender los intereses de la oligarquía limeña, pagando cupos y evitando un pillaje que latifundistas norteños y gente adinerada de esa parte del país no pudo evitar ante el salvaje paso de las hordas de Linch. Al final es cierto que negocio o hizo gestiones para lograr una paz sin cesión territorial y que no acepto el tremendista pedido del invasor y por ello la alta sociedad limeña fue sobrepasada de todas maneras, vejada patrimonial y físicamente, por el invasor. He aquí un García Calderón entre el mito y la realidad para que ud. saque sus propias conclusiones.
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