
El tema de la semana ha sido la "legalista" choteada de AMÉRICA TELEVISION, de la periodista Rosa María Palacios, que es sin lugar a dudas, un personaje en la prensa peruana, una señora que a las once de la noche, llenaba en la caja boba un espacio de periodismo independiente, plural, inteligente, que dejó la también tormentosa salida de César Hildebrant. El programa de la Sra. Palacios era un espacio acucioso y democrático, más allá de que guste o no su estilo de chancona y de sabelotodo, que incomoda al común denominador de mediocridad que domina la política criolla.
Pero el asunto de la salida de Rosa María Palacios no puede verse como un hecho aislado, el problema es que no se trata solo de un asunto que afecta la libertad de expresión, el cierre de un espacio crítico a la realidad y a la política peruana por intereses que pueden ser de diverso tipo. En un país como éste, eso no es novedad, se ha dado siempre, en mayor o menor grado, con gobiernos dictatoriales o con gobiernos que encarnan esa democracia de trastienda que sufrimos a lo largo de nuestra historia y que nos agobia en los últimos tiempos, gobiernos que por angas o por mangas pretenden controlar a la prensa, evitar la crítica y propiciar un periodismo adulón, panegírico y franelero que sirva a sus intereses. El problema es que hoy la sociedad y la política peruana esta dominada por el mercantilismo y por el pragmatismo, por la ignorancia y la mediocridad; que no hay partidos políticos, que no hay ideologías, no hay lideres políticos de magisterio y de solera. Y en ese contexto, lo que se termina defendiendo, son intereses particulares, incongruencias, faenones, negociados, cutras y cuitas personales y no los grandes intereses nacionales.
En el Perú de hoy se han perdido valores y principios; se ha perdido ese romanticismo y ese sentimiento idealista por la patria grande, por la patria nueva, que es necesario tanto en la religión como en la política. Y el pragmatismo que domina la escena contemporánea, en un país donde las masas son ignorantes y pedigüeñas, hace que el cambio sea una simple frase, que la demagogia se convierta en propuesta y en acción y el poder del dinero en compromiso. Estamos en medio de una sociedad desgastada por la corrupción y el imperio de los intereses personales, por la falta de valor de la palabra empeñada, donde una frase efectista, puede cambiar un concepto o un Plan de Gobierno, las veces que sea posible. Lo que significa como en el caso del Sr. Ollanta Humala, que el pensamiento de toda una vida se puede variar de momento, por una coyuntura determinada; que en buen romance implica, que no se tienen ideas claras para gobernar y que explica también, el que se tenga un discurso diferente para cada auditorio que se visita.
Y es que estamos frente a una sociedad donde el estado y el principio de autoridad están menoscabados; donde los gobiernos pierden credibilidad y presentan tantos flancos visibles que prefieren no complicarse. Allí están los conflictos sociales, los Anduviris y sus Lescanos. Lo que se impone en el país hoy en día, es la Ley del más Fuerte. Y ante la fuerza del dinero, el pueblo exhibe la fuerza de la grita, de la violencia, del tumulto y de la turbamulta aunque falten razones. Uno y otro por diversos métodos, terminan quebrando la ley, burlando el estado de derecho.
Aquí hay crecimiento económico, pero también es cierto que estamos en un franco proceso de descomposición social y moral por la falta de un concepto de nación y un estado nacional, por la corrupción, por la ignorancia de las masas y el "pragmatismo" de nuestros líderes políticos, por la mediocridad de los referentes y de los conductores (líderes o grupos de presión o poder) del proceso político social. El caso de Rosa María Palacios es una simple arista dentro de un contexto y una dinámica acelerada de eclosión social. Y si como nación no entendemos la necesidad de recobrar el sentido por la ética, de los valores, los ideales y los princios. Si no entendemos la prioridad de ser solidarios, mejores y un pueblo más educado e instruido. Si el nuevo gobierno, en medio de las contradicciones internas que comienzan a aparecer y de las frágiles alianzas por el poder y el protagonismo electoralista y demagógico, que no tiene una sólida base programática. Si en esa coyuntura el Presidente Ollanta Humala no da la talla; vamos a Calcutizar nuestra sociedad y a recibirnos de República Bananera para terminar siendo más de lo mismo. Efectivamente como decía Raymondi, unos mendigos morales y culturales sentados en un banco de oro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario