
ENTRE EL JODER Y LA GLORIA:
Rafael Correa Delgado está en Lima para la transferencia del mando presidencial. Indudablemente la CÁMARA PERUANA DEL LIBRO ha considerado que su condición de Jefe de Estado, de Presidente de la República y el que el político ecuatoriano la pegue de escritor, le da realce a la FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE LIMA. La mera verdad que más allá de Rómulo Gallegos, autor de Doña Barbara uno de los clásicos de la literatura latinoamericana y de Don Domingo Faustino Sarmiento, autor de Facundo, un interesante ensayo sobre la vida del caudillo Riojano Facundo Quiroga y las pugnas entre federales y unitarios por la construcción de la Argentina; lo cierto es que son pocos los ejemplos de políticos, a los que se les reconoce como verdaderos escritores o como intelectuales de nota, como es el caso de los antes citados, que llegaron a ejercer la Presidencia de la República en Venezuela y Argentina.
En la época actual, las aficiones literarias de los políticos pasan simplemente por darle un "áurea de intelectualidad" a su trabajo político, por pegarla de ideólogos o por recibirse de lumbreras, pero en el fondo estamos generalmente frente a bodrios cuyo valor literario, histórico, sociológico o político es bastante pobre o discutible. Luis Alberto Sánchez, es uno de los contados casos en el escenario peruano, al que habría que añadir la chinchosísima pero brillante Martha Hildebrant y al historiador Pablo Macera para hablar de personalidades que pasaron por el hoy Congrezoo de la República. Como bien ha dicho Jose Barba Caballero en un artículo publicado en CORREO hace varias semanas, lo mejor de la sociedad peruana esta fuera de los partidos y como en tierra de ciegos el tuerto es rey, la "intelectualidad" de los partidos, es finalmente un ejercicio fofo, de hueveo, de gesto y de pose, que no trasciende al enriquecimiento de la cultura nacional.
El problema es que el entretenido y "académico" texto de Correa Delgado, que es una simple recopilación de artículos periodísticos, choca con la condición de jefe de estado del autor, con los indicadores y las políticas públicas implementadas por él, que no han llevado al crecimiento económico sino que mantienen al país del guayas como una nación dependiente, con un alto índice de desempleo y una estructura industrial manufacturera pequeña. Correa se queda en la retórica porque como Presidente no ha impulsado al Ecuador a un modelo económico de desarrollo que solucione o mitigue el diagnóstico; lo que hace que el mandatario ecuatoriano se quede en el membrete de escritor, de escritor o de intelectual que deja la marca del poder, por el solo hecho de escribir un libro. Entre el gusto por joder a quienes lo critican y la gloria de los adulones, de los corifeos y los incondicionales se mueven siempre al final de cuentas quienes gobiernan ironicamente repúblicas que parecen bananeras por su falta de institucionalidad y los regodeos de sus caudillos.
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