domingo, 5 de junio de 2011

N° 150 - HUMALA PRESIDENTE






LA VERDAD Y LA REALIDAD DE LOS TIEMPOS SIGUIENTES:








El pueblo en una decisión dividida, opto por entregar un mandato, que no es mayoritario pero es un mandato al fin, a Ollanta Humala Tasso. El 05 de junio del 2011, el electorado rechazo el regreso al poder de la hija de quien materializo un régimen cuyas sombras cubrieron las luces de sus obras y que en medio de un gran escándalo de corrupción (que derrumbó su régimen y su tercera reelección) renuncio por fax a la Primera Magistratura de la Nación. Humala es el ganador de la elección del 05 de Junio; que en el caso de haber ganado Keiko Fujimori nos hubiera mostrado al mundo como un país ignorante, sin dignidad y sin valores democráticos. Habrá que darle al Comandante el beneficio de la duda, la posibilidad de que no son reales, todos los temores que generó y que genera su conducta inicial, su ideología radical y su primera oferta electoral.




No estamos, sin lugar a dudas, frente a un gran líder, frente a un político de polendas. En un país como éste cualquiera puede ser Presidente. Antaño bastaba unos galones, alguna tropa y algo de huevos para llegar por la vía del cuartelazo a la Casa de Pizarro. Y hoy en día, ante la falta de partidos políticos, ante la ausencia de una clase política articulada y de liderazgos significativos, un poco de audacia, algo de sentido de la oportunidad y de suerte, bastan para estar en el momento preciso a la hora precisa, hacer química con un pueblo sin mucha educación y sin cultura cívica ni política y ganar la elección, capitalizando el descontento popular por un modelo económico que no llega a todos los sectores sociales y que da la espalda al mundo alto andino.

Lo que viene a partir de mañana para Ollanta Humala, es en principio significativo, estamos ante el primer gobierno nacional de izquierda por la vía electoral en el Perú, un gobierno que no se puede quedar simplemente con el mundano sabor de la victoria. El régimen de GANA PERÚ, en un país sin proyecto nacional -que hace que la política se contraponga a la economía y la economía a las ideologías y las ideologías a los valores y a los principios democráticos- debe tener presente que no puede ignorar a la otra mitad del electorado que no voto por él; debe ser consciente que debe crear confianza en los actores económicos y evitar la turbulencia en los mercados. Ollanta Humala como Presidente de la República electo, tiene ante si el reto de desnudar su realidad y su verdad y está por tanto en la obligación de dar un mensaje claro, de que lo que se dijo después de la primera vuelta, no fue parte de la escenografía electoral de siempre, sino la expresión honesta y sincera de un esfuerzo de concertación, por mejorar el modelo económico, por hacerlo más inclusivo, más redistributivo y menos mercantilista.

Si Ollanta Humala no es el hombre que encarne y lleve adelante sus promesas y su cacareada vocación democrática, ni tampoco el programa presentado después de la primera vuelta, con que reemplaza el radical programa original. Si como Presidente nos muestra que su distanciamiento de Hugo Chávez solo fue coyuntural y estratégico; si la apertura que mostró recibiendo apoyos interesados y especulando en posibles alianzas, es una mentira (porque estos son posteriormente ignorados) el problema no va a ser de aquellos que por conveniencia lo auspiciaron buscando ganarse alguito (porque hoy solo hablan de un triunfo en el que solo son convidados de piedra) el problema va a ser del país, porque sin partidos políticos, con una precaria institucionalidad democrática, con la fracturada, ignorante y clientelista sociedad que tenemos; el sectarismo ideológico, el populismo y la demagogia que comienzan siempre a brotar como verdad, cuando en política se debela la mediocridad, la ambición de poder, el engaño, la corrupción, la incapacidad y la mentira; puede allí comenzarse a construir un proyecto autoritario (que no es solo de cinco años) y que va a tener a la mano (por los vínculos de armas del Presidente y el aroma del poder) al partido político más organizado del país: la Fuerza Armada.

El Comandante tiene delante de si, el juicio de la historia, el soporte de una izquierda (que no es ni moderna ni tiene un programa con aires modernidad); ha sido avalado por líderes que como Toledo, no quieren perderse el estar en la foto; y por partidos históricos, que no tienen cuadros -sino necesidad de poder para no morir- que de partido solo tienen el nombre y la vigencia del registro. Y Ollanta tiene sobre todo, el respaldo del pueblo que lo eligio, que ha cifrado en èl una gran espectativa, no solo por una oferta electoral que los reivindique social y económicamente, sino porque se busca un liderazgo que los incluya en las virtudes de la modernidad, del progreso y del desarrollo. En Ollanta Humala esta el dar la talla. En Ollanta Humala Tasso está en demostrar que la izquierda en el Perú, esta a la altura de otras izquierdas democráticas latino americanas, sin calco ni copia, sino como creación heroica de nuestra propia identidad parafraseando a Mariátegui.

En un futuro reciente, habrá que ver, si como en el caso de Toledo, la familia presidencial, concretamente "sus papís" y su hermano Antauro, no le dan el folclórico color de siempre al poder en el Perú. Si los puentes en lugar de tenderlos en la interna en diversas direcciones, no se terminan tendiendo a Caracas o a Cuba. Si estamos frente a un proyecto autoritario o a un gobierno democrático que busca justicia social, modernidad y desarrollo. Solo el tiempo disipara las dudas y los temores. Nos enfrentara a la verdad y a la realidad que viene después del triunfo. Que los dioses nos sean propicios.


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