
SOLIDARIDAD CON CARMEN ARISTEGUI
Una de las cosas que aprendí en la tierra de mis ancestros, en el México gobernado por el PRI, es que no se puede hablar mal del Presidente de la República, ni de los Militares, ni de la Virgen de Guadalupe. De hecho la institución Presidencial es respetada y fuerte; en tiempos de Revolucionario Institucional, marcaba el espectro político de la República Mexicana y digitaba a través del destape o del dedazo, a su sucesor en la Primera Magistratura de la Nación. Algo que era impensado en épocas del predominio político del priísmo, era ver en la televisión, golpes, travestis o malas palabras. La caja boba, dominada por TELEVISA, era tremendamente conservadora, con una relación cercana a la del Genaro Delgado Parker (de su mejor momento) con los gobiernos de turno y sin ácidas o mayores críticas al inquilino de Los Pinos.
En ese contexto, la radio y alguna prensa escrita del interior del país o revistas y diarios de circulación nacional de la época, como La Jornada o Uno más Uno en el Distrito Federal, rompían con el monocordismo, la complacencia y la tolerancia al régimen tricolor de turno, en un modelo de libertad de expresión que no solo era (una libertad de expresión) sin serlo realmente, sino que es necesario ubicarnos en el contexto de un país que tiene un alto y doloroso número de periodistas muertos por hacer bien su trabajo, por enfrentarse a los poderes fácticos de diverso tipo. Allí esta la emblemática muerte de Manuel Buendía, articulista del Diario Excelsior asesinado en 1984 por denunciar corrupción ligada al narcotráfico desde los más altos niveles del ejecutivo federal, la de Francisco Ortiz Franco, Sub Director de la Revista Z de Tijuana a manos del narcotráfico y el hecho que México es el país con un mayor número de periodistas muertos en latinoamérica por ejercer su labor.
Al romperse el predominio político del PRI y llegar al poder el PAN y un político pintoresco y populachón como Vicente Fox, las cosas cambiaron algo en el país y sobre todo en la televisión mexicana; llegaron los madrazos, los hombres vestidos de mujer, las Lauras Bozzo y la coprolalia; licencias que años atrás eran impensadas para el masivo televidente azteca. Y cuando se creía que un asunto tan huidizo como el de la imagen presidencial había dejado de ser un tema tabú y podía tratarse con plena libertad, la reconocida periodista Carmen Aristegui, es despedida de la estación de Radio-Tv donde trabajaba, por el hecho de poner en el tapete el tema del gusto por la bebida del Presidente de la República o para decirlo de la manera más mexicana posible, por especular "si anda hasta atrás" el Presidente Calderón. Y todo por la colocación en días pasados, de una manta en el Congreso de la Unión por legisladores del Partido del Trabajo (PT) que acusaban de borracho al gobernante del partido azul.
El hecho es repudiable, es escandaloso, un atentado a una ya golpeada libertad de prensa y a la dignidad de la persona humana, no solo porque Felipe Calderón como candidato juró defender la falta de libertad de expresión que criticaba en época del PRI, sino porque lo que hizo Carmen Aristegui, fue simplemente comentar un hecho, recoger una noticia que es pública y darle el tratamiento periodístico que el tema merece. A la reconocida periodista mexicana, la conminaron a pedir disculpas y como no lo hizo la botaron del trabajo a pesar de su credibilidad y su gran sintonía. Demás esta decir que la especulación, en un país donde el alcoholismo es un grave problema, tiene sustento: Gastos de más de Cuatro Millones de Pesos al año (US. 334,000.00) en compras de licor, caídas bastante confusas en actos públicos, trabadas de lengua en discursos políticos, ojos empedados y hasta reconocimiento televisivo en época de campaña electoral presidencial de que le gustan sus traguitos.
Mientras en México la gente se pregunta (sobre Don Felipe Calderón) si es pedo este güey; en un contexto que genera despidos y debate por el contraponer la libertad de expresión con el respeto a lo que significa la figura presidencial; en el Perú por el contrario, parece no importarlnos el tema y los electores están dispuestos a satisfacer nuevamente los gustos espirituosos de Alejandro Toledo. Y van a volver a pagar a través de la Jefatura de la Casa de Gobierno, no solo grandes sumas de dinero por consumo de finos licores, sino el sueldo de "Galleta" como asesor de esparcimiento de Palacio y los viajes de "merecido descanso" a Punta Sal de la pareja toledana. Finalmente, estamos frente a dos maneras diferentes de ver la institución. Aquí en el Perú, la figura Presidencial no es intocable, muchas veces es maltratada injustamente o criticada con fundamento, por el hecho de que (para desgracia de los peruanos) nuestros gobernantes resultan pintorescos, caricaturescos, mentirosos y folkloricos. En el Perú, esta absoluta y totalmente probado que cualquier hijo de vecino puede ser Presidente de la República ......lo más pior es que repiten el plato.
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