jueves, 7 de octubre de 2010

N° 119 - MARIO VARGAS LLOSA



NOBEL DE LITERATURA EN UN PAÍS SIN POLÍTICAS CULTURALES




Este es un país de contrastes y contradicciones. Mario Vargas Llosa es elegido Premio Nobel de Literatura 2010 y el país que se alegra con la nominación, no solo carece de políticas culturales, sino que el gobierno pretende cerrar la Escuela Nacional de Arte Dramático, la Escuela Nacional de Ballet, el Conservatorio Nacional de Música, la Escuela Nacional de Folclore y la Escuela de Bellas Artes, unificándolas y fusionandolas por decreto al seno del Ministerio de Cultura, ese burocrático engendro alanista para pavonearse de ser un gobierno que se preocupa por la cultura. Para mayor ironía se inaugura al costado del Parque Universitario, un "Parque de la Cultura Luis Alberto Sánchez", (como si un poco de verdor, de bancas y luminarias en la grisácea Lima simbolizan la preocupación por la temática) otra manera de curarse en salud, en un país donde la cultura y la educación no son una prioridad, porque mientras más ignorante e inculto sea el pueblo, la élite va a poder gobernar el país y manejar los intereses que la sostienen como mejor le parezca. Una cosa es que haya bienestar, dinero, crecimiento y otra educación, cultura, conciencia cívica, política. Nuestros gobernantes quieren que seamos en algunas cosas un país del primer mundo y por eso gonfalonean lo del crecimiento económico, pero en otros temas, quieren que seamos tercermundistas, que seamos un pueblo que estire permanentemente la mano, un pueblo al que se le puede y debe huevear y mentir para llegar al poder. Un pueblo egoísta sin conciencia ni concepto de nación, al que el patrimonio del Estado o la cosa pública, no importan porque solo interesa el "yo" y "lo mío" y por ello los pillos, los rateros, los demagogogos, los mediocres, los figurettis y los sinvergüenzas que abundan en la política criolla, tienen posibilidades políticas de estrenarse o reinventarse electoralmente hablando y el pueblo que los elige o los reelige, es así el electarado de siempre, en un país que carece de un proyecto nacional, que avanza a bandazos en medio de complejos adánicos o de los intereses personales o partidarios que terminan mediatizando el interés general.

En ese contexto, Mario Vargas LLosa, es después de varias nominaciones un peruano galardonado por su contribución a las letras y a la cultura universal; el escritor de un país que no se caracteriza precisamente por la promoción y difusión de la cultura, por políticas culturales que tiendan a elevar el nivel cultural y educativo del pueblo. Y lo más probable es que desde el gobierno y desde el poder, la cosa quede en las medallas, los diplomas, el homenaje publicitario para el rédito político partidario o institucional o en la edición popular de libros, cuando lo que debe merecer el premiado y el premio, es más allá del natural orgullo nacional, el compromiso por que salgan en el país más Vargas LLosa en la literatura y en la cultura peruana. El compromiso por un debate técnico por replantear con objetividad y eficiencia los fines y el presupuesto del Ministerio de Cultura y la educación en el Perú. Por una estrategia para que escritores jóvenes que representan la renovación y la vigencia de nuestras letras y cultura tengan posibilidad de publicar, de desarrollarse como escritores aquí o afuera a través de becas gestionadas por el Estado en convenio con gobiernos o instituciones públicas o privadas de otros países. Para que haya un mejor nivel de educación en el país.

El premio es finalmente otorgado antes que a un país, a un escritor disciplinado, a un intelectual comprometido con su patria nativa, con la libertad y con la democracia, con los principios elementales de la dignidad humana. Un escritor con una visión de futuro obsesionado por retratar la naturaleza de lo humano frente al mundo exterior, con suficiente capacidad de indignarse ante el abuso, la intolerancia y el exceso de poder. Un escritor profesional que ha sabido cincelar cada obra con la maestría de un peruano ilustre universalmente reconocido y apreciado.

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