
ENTRE LA CRISIS O EL CINISMO.
No es difícil escribir sobre lo que uno vive o padece a diario. Cuando uno participa de las frustraciones y la indignación de miles de peruanos frente a un sistema que no funciona, que esta marcado por la incapacidad y la corrupción y que de alguna manera responde al poder político o a determinados intereses económicos. En ese escenario, en el que la "independencia" constitucional o institucional, es solo un membrete; el que un miembro del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial (para "chifarse" a una nena a la que pretende) haga ostentación de su poder y se vaya de boca, es no solo una muestra de la utilización del poder para poner o sacar jueces, sino sobre todo, una muestra de la caricatura moral que marca a muchos de los personajes que están alrededor del poder en el Perú desde la perspectiva del Estado, sea este político o no.
Y es que escuchar al Presidente de la Corte Suprema, escupir al cielo y mirar a otro lado, pretendiendo alegar estúpidamente, que los avances tecnológicos son una muestra de avances en la administración de justicia peruana o que el hecho de la provisionalidad es el que genera problemas en la institución que conduce, obligan a pronunciarse sobre el tema. Y lo concreto y lo real, es que el problema de la administración de justicia, es un problema que tiene que ver con el tipo de seres humanos que lo conforman, es un problema de personas y de personajes, que el Sr. Alejandro Toledo no quiso enfrentar, porque le convenía tener jueces obsecuentes para abrir las puertas traseras a los escándalos propios, familiares o partidarios que vendrían en su gobierno.
Un poder como el Poder Judicial, subordinado históricamente al poder político y marcado por la corrupción, en un país donde la moral y la ética no existen -porque el imperio de la mentira, del trinquete o de la falsedad, se quieren siempre imponer a la verdad y a la razón- puede tener la mejor infraestructura, tecnología y logística y seguir tan ineficiente como hasta ahora. Puede tener, señores magistrados con estudios de capacitación, maestrías y doctorados en Universidades como "Alas Peruanas" o en otras del deficiente sistema universitario peruano y seguir evacuando resoluciones, donde no solo el derecho, sino la lógica, el criterio y el sentido común se ofenden. Puede tener a la mayor parte de sus jueces como profesores (en un país en donde lo que faltan son maestros) y no enseñar gran cosa a las nuevas generaciones de abogados. Y esto hace que pueda tener igualmente (como de hecho tiene) jueces probos, justos y capaces; cuya presencia, cuyo trabajo y cuya imagen se diluyen en medio de la fangosa y grotesca realidad de la justicia peruana.
Y cuando uno ve que el Presidente de la Corte Superior de Lima es un connotado y reconocido aprista, cuando uno ve que nuestros ilustres legisladores crean una institución para nombrar jueces y fiscales, que puede ser conformada por enfermeros, dentistas o como lo pretende ahora, por un miembro del SUTEP; resulta claro que el instrumento de control y de manipulación esta siempre presente, que basta que las piezas adecuadas se coloquen el el lugar preciso, para tener jueces obsecuentes o a la altura de las necesidades de la justicia ciega, sorda y muda que se administra a pedido en el país. Y es que este es el mismo Poder Judicial o CNM que absuelve al Alcalde de Pucallpa Luis Valdez, el que no expulso a los vocales Supremos Francisco Távara y Jorge Solís. El mismo Poder Judicial o CNM que repone a los amigos de Mantilla y hasta pretende nombrarlos o terceriza sus funciones, porque un dentista o un enfermero no saben de derecho. Y es que la ética y la moral y los principios, en este país son relativos, tienen un doble estándar, a veces son y a veces no son.
Una revolución moral, un cambio de actitud, una lucha frontal por la decencia, los valores y los principios, es lo único que va a hacer posible que instituciones como el Poder judicial cambien, porque implicarían un nuevo tipo de persona humana o de ciudadano en el Perú. Esa misma revolución es la que se requiere en la política y que tiene que estar de la mano con la educación. Para eso se necesita una modificación y un cambio en la manera de percibir el Perú y de entender el Estado; pero en éste país el peruano es primero yo, segundo yo y tercero yo. En éste país hay mucha gente que no quiere el cambio porque le conviene que el país siga como esta. Que la política, que los partidos y que instituciones como el Poder Judicial sigan como estan. Aunque tengan en la boca siempre un demagógico discurso por la seguridad jurídica, por el respeto a los valores democraticos y la necesidad de la inclusión social.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario