
CRÓNICA DE UN REENCUENTRO
"La vida es una caja de luz
donde se mata la sombra"
OSCAR LIMACHE
En estos días, por circunstancias propias de la vida, he regresado a mis recuerdos adolescencia, a ese transito entre lo que representó para mi, la esclavitud del colegio y la libertad de la universidad. A tomar contacto con mis compañeros de La Salle, a tratar de identificar en fotos que me llegaron por el correo, gente que como yo, ha perdido pelo, pinta canas o tiene varios kilos de más; y que no veo hace treintaicinco años, cuando compartí con ellos, el último año de secundaria. Y esto garcias a que, el "Ñato" Rosas, un carismático y singular hermano de las Escuelas Cristianas de La Salle, me cambió de aula, con el argumento de que, como el más veterano de la Promoción 1975, bajo el mote de "el abuelo"; identificaba a un alumno revoltoso, vago, irreverente y algo lumpesco (tanto para la disciplina escolar como para sus convicciones religiosas) que "le malograba" el salón en el que era profesor titular.
Habiendo hecho la secundaria en siete años, a mis diecinueve años, sabía que la matemática, la física, la química o la biología no me iban a servir en la vida para un carajo. Yo lo único que quería era terminar el colegio. Aún recuerdo ese primer día de abril de 1975 y su lapidaria frase:: "Anda busca tu salón". El salón donde fui bien recibido, donde encontre los compañeros con los que espero reencontrarme en algunas semanas para desenredar juntos ese hilo sentimental que me regrese a mi, a 1975 y a ellos a buscar seguramente en el baúl muchas cosas más.
En esa grata ilusión por el reencuentro y el recuerdo de una época en la que uno comienza a definir el futuro, artículos periodísticos me permitieron ubicar, y reencontrarme igualmente, en la Feria Intinerante del Libro de San Miguel, al poeta Oscar Limache, Premio COPE de poesía 1988, con "VIAJE A LA LENGUA DEL PUERCOESPIN", vecino de Maranga, a quien la Cámara Peruana del Libro, le hacía un homenaje por su obra, su contribución a la promoción cultural, a las letras y a la literatura peruana. Limache fue uno de los alumnos de ciclos superiores que en 1976, nos recibieron a los cachimbos de la Facultad de Lingüística en San Marcos. Como no lo veía hace más treinta años, no podía faltar al homenaje de alguien, con quien, aunque lejos de la pretensión de ser su par poeta, tenía yo una afinidad literaria, un ejemplo y el recuerdo lejano de conversaciones gratas, interesantes y nutritivas. Tan nutritivas que cada año que lo deje de ver representan hoy por lo menos, un kilo más en su literaria humanidad.
De esas épocas en las que Lingüística estaba en el tercer piso de la Facultad de Derecho de San Marcos, recuerdo igualmente con afecto a Don Mito Tumi, otro poeta sanmarquino de la Facultad de Literatura, dedicado hoy a quehaceres periodísticos y a quien abusando de su paciencia, entre las Clases de Rumano, cargoseaba yo mostrándole mis poemas y buscando su aprobación, mientras me decía solemnemente que hay que escribir para los críticos y no para el pueblo. Yo que hacía mis pininos en la literatura y descubría Eielson o a César Calvo, frente a Oscar Limache o a Mito Tumi, me sentía como el soldado raso frente a tenientes o capitanes de la literatura.
Y el tiempo ha pasado. Y uno se da cuenta que el tiempo no pasa, que esta allí, anidado en nuestros recuerdos, en nuestras emociones, en nuestras vivencias. Y como decía Oscar Limache en su disertación por el homenaje recibido, en el juego de la vida, de lo que se trata es de voluntad para hacer cosas. Esa voluntad que admire y aplaudí, cuando hace más de veinte años, veía con satisfacción las publicaciones de su editorial LLUVIA EDITORES. Esa voluntad que le falta a mis compañeros de la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres, para reunirnos, reencontrarnos y no solo vernos y saludarnos mientras litigamos en los pasillos del Poder Judicial.
Cuando recojo estos recuerdos y los anido por un deseo de comunicación constante, que no es otra cosa que transmitir sentimientos, emociones y afectos (que en mi caso no necesariamente se plasman en una amistad en el absoluto sentido del concepto) percibo que los seres humanos, en la experiencia de vivir y de compartir el mundo, debemos darnos un tiempo, para encontrarnos con nostros mismos, para buscar las olas del mar que en nuestras vidas vienen y se van, aunque no sean las mismas aguas.
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