jueves, 3 de septiembre de 2009

N° 85 - NARCOTERRORISMO Y CRISIS DE ESTADO

EL VRAE EN DEBATE


Es una costumbre muy peruana, hablar con diminutivos, pasarse a la vereda de enfrente, mirar al costado o minimizar el hecho frente a los problema. Y mucho de todo esto hay en el desborde del Estado Peruano, por parte de lo que es hoy, una nueva forma de subversión en las zonas de cultivos de coca: El narcoterrorismo.

Con relación a los últimos ataques contra el ejercito y las fuerzas policiales en la zona de VRA que han dejado en su última incursión, un saldo de tres muertos, ocho efectivos heridos y un helicóptero destruido, definitivamente hay que ser concluyentes en que, no estamos frente a remanentes senderistas, estamos frente a una nueva forma de violencia terrorista, estamos frente a una asociación ilícita que por su grado de complejidad, desnuda las carencias de un aparato gubernamental que no da la talla; no porque tenga exclusiva responsabilidad el gobierno de turno, sino porque independientemente de los gobiernos que se han sucedido desde 1980, se trata de una política de estado que no ha tenido en democracia, continuidad, claridad, ni definición. Una definición que hay que aclarar que la dictadura fujimontesinista la enmarco en un doble discurso. Como una guerra de baja intensidad frente al terrorismo, que era a la vez complaciente y estaba coludida con el negocio del narcotráfico. En ese contexto, el narcotráfico no tenía necesidad de una alianza estratégica con el terrorismo o esta alianza no era muy visible y así pudieron Fujimori y Montesinos, descabezar el movimiento subversivo, neutralizarlo o reducirlo a las zonas de ceja de selva; y aparentar un combate frontal al narcotráfico, que en medio de un discurso político efectista, los presentaba como vencedores del fenómeno subversivo en el Perú.

Con el retorno de la democracia de las republiquetas, del exceso del gesto y de la pose; la dictadura de la ratería y de la rapiña (que no era menos proclive al gesto, a la pose y a la corrupta costumbre de comprar el papel, la tinta y la imagen fabricada) aprovecha su presencia parlamentaria para pescar hoy ante los dolorosos hechos, a río revuelto. Para aparecer como los eficientes de ayer en medio del problema y de una sociedad sin memoria. Y eso explica que la Sra. Keiko quiera pontificar sobre soluciones anti terroristas, que una bravucona Rosa María Cuculiza se rasgue las vestiduras frente a su escaño, con la indignación que nunca tuvo por las tropelías de los capos de su banda; y que su lugarteniente, el Sr. Raffo, hable de la estrategia que en tiempos de Vladimiro Montesinos, no era otra cosa que complicidad y favorecimiento.

En medio de un régimen que no tiene claro como hacer para esta nueva crónica y buen gobierno, con el que quiere lavar su imagen Alan García, el Vice Presidente Giampietri quiere declara el VRAE zona de combate. Y el Ministro Rafael Rey, lamenta no tener la ayuda norteamericana contra el narcoterrorismo, mientras a renglón seguido, afirma sin rubor, que sí hay estrategia y que lo que se quiere desde la oposición, es mellar la imagen del gobierno.

Y lo concreto y lo real, es que estrategia, sin recursos, sin logística ni inteligencia operativa; sin decisión política, ni políticas de estado en lo social y en lo económico; no van a dar resultados. Que, el fantasma de la realidad colombiana o del México del Siglo XXI, es un espejo en el que debemos comenzar a mirarnos, no para maquillar el problema, sino para enfrentarlo a partir de esas experiencias. Con la fragilidad de nuestras instituciones, el poder del dinero del narcotráfico, nos puede terminar cobrando un precio muy alto. Un nuevo mesías, un nuevo Fujimori que nos obligue como siempre a volver a comenzar en encontrarle el camino a la institucionalidad democrática. A ser verdaderamente una nación y un Estado moderno.

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