viernes, 21 de agosto de 2009

N° 84 - LA LEY DE LA MIERDAZA


LA CRITICA Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN:



Uno de los grandes problemas de sociedades tan frágiles como la nuestra, es la existencia de una democracia "representativa" que se des legitima rápidamente en el ejercicio del poder, por la incapacidad y la falta de resultados de los articuladores políticos, por su demagogia y su afán de satisfacer intereses personales antes que intereses comunes. En ese contexto, es también un problema, la falta de una cultura democrática que impregne de valores, de principios, de decencia y de coherencia la actividad política. Y es que no solo no hay partidos políticos desde el punto de vista de la organización y la institucionalidad, sino que no hay desde las elites políticas, desde las clases dirigentes y mucho menos desde las bases partidarias, la capacidad de entender que debe ponersele parámetros al ejercicio del poder; que este debe ser fiscalizado y permanentemente cuestionado para evitar que las debilidades humanas afloren. Por oposición lo que hay es una búsqueda del poder a cualquier precio, el copamiento, el figurettismo y el ejercicio voluntarista del mandato.

En el contexto anteriormente descrito, la historia republicana esta tachonada de anécdotas que muestran un cavernicolismo y un cernicolismo político, totalitario, facistoide y dictatorial, para ejercitar y mantener el poder, bajo las banderas de un "si no estas conmigo estas contra mí" que se traduce en un "para mis amigos todo para mis enemigos la ley". Textos que se expresan en esa cárcel y en esos destierros y deportaciones de antaño, que sufrieron diversos personajes políticos o sindicales y que en tiempos modernos, evolucionaron a las "finas" prácticas montesinistas, que simplemente buscaron corromper o comprar la aceptación, la imagen y la palabra de los medios de prensa, para engatusar al pueblo en que este era el régimen redentor del Perú. Y es que en un país donde la obtención del poder es lo único que cuenta, donde el creer que todo puede justificarse, que tener el predominio de la verdad o no reconocer errores es un deporte nacional; si criticar o cuestionar es sinónimo de joder, pues hay que evitar que jodan.

De allí viene esa concepción cachaqueril de diversos sectores de la sociedad peruana con relación a la militarización de la democracia, a la necesidad de orden y disciplina, para solucionar nuestra carencia de un concepto de nación y de un camino a seguir. De allí viene esa vocación por la grita y el golpe cuando se carece de inteligencia (emocional y de la otra) de argumentos y de razones. Y es que en el fondo estamos acostumbrados a callar, a no enfrentar, a hablar por detrás. Porque por lo general preferimos jugar a ganador, acomodarnos con el poder y con el poderoso, satisfacer nuestros propios intereses y nada más.

El proyecto aprista que regula el derecho de rectificación y que llamado "LEY MORDAZA" tiene mucho de todo lo anterior. Ese proyecto prueba la ceguera de la clase política, la necesidad de la crítica y de la fiscalización para corregir errores o evitar abusos y excesos de poder, que finalmente hicieron que fuera retirado. A dos años del término de su mandato, el segundo gobierno de García es mejor que el anterior, pero no ha significado recoger las banderas reivindicativas que el país espera para alcanzar el desarrollo, el progreso, la igualdad y la inclusión de grandes mayoría nacionales, fundamentalmente de las zonas de la sierra alto andina y de la selva. En la perspectiva de mantener el poder, el APRA necesita no solo de un aparato propagandístico y de prensa que minimice el desgaste y le permita mantener su cuota de poder en el proyecto personal de García (que el APRA comparte con entusiasmo) por ser tres veces Presidente de la República; requiere de cerrojos y de leyes a medida, para evitar que se desnuden sus errores, sus debilidades y sus excesos.


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