sábado, 11 de julio de 2009

N° 76 - EL SEÑOR DE SIPAN


JAVIER VELASQUEZ QUESQUEN PRIMER MINISTRO


Es indudable que entrando a su cuarto año de gobierno, con el desgaste propio del régimen y los problemas de gobernabilidad que enfrenta el segundo gobierno de Alan García, no hay mucha gente independiente y de prestigio que quiera ser Ministro de Estado, en un gobierno que no ha querido asumir el reto de realizar reformas profundas, que se ha contentado con mantener el rumbo y lograr el objetivo y la política de estado, de reivindicar históricamente al Presidente de la República, en la perspectiva de un tercer mandato presidencial, en un país que hoy no tiene liderazgos significativos y desequilibrantes para decirlo en términos futbolísticos.

En el contexto anteriormente citado, cuando la ciudadanía esperaba un nuevo gabinete, un gabinete que le de confianza e ilusión, que realmente exprese un derrotero alejado de intereses personales o partidarios; el elegido como Primer Ministro es no solo un militante aprista, sino un hombre cercano a Jorge Del Castillo (con lo que el mensaje al interior de Alfonso Ugarte es claro) y el que sea militante aprista no esta mal, es comprensible, pero este nombramiento, en la coyuntura política actual y habiendo militantes apristas con mayores pergaminos y experiencia política, resulta además de tomado con pinzas, poco conveniente para los intereses del propio gobierno y de la nación.

En lo sustantivo, su gestión como Presidente del Congreso no ha sido buena, no ha encumbrado un liderazgo importante ni política, ni administrativamente, ha estado chamuscada por denuncias de compadrazgos políticos, de clientelismo partidario (de extracción lambayecana) por escandalosos trinquetes que salieron de su propio despacho y que obligaron a renunciar a su secretaria personal. Velasquez es en concreto un operador político por excelencia, un militante leal a determinados liderazgos partidarios, un hombre de segundo nivel en el APRA que es encumbrado como Presidente del Congreso, en medio de las pugnas internas (de los que están por encima de él) pero de allí a nombrarlo Presidente del Consejo de Ministros; un cargo que requiere otro perfil, una visión de estadista, una creatividad y una sensibilidad que sin duda el político lambayecano no tiene; hay una gran distancia. Indudablemente que los nombramientos del nuevo gabinete responden a un juego político interno que no es disparatado y tiene una lógica personal, partidaria, pero no basada en los intereses del Estado y del país.

Que puede hacer en el Ministerio de Defensa, un hombre como Rafael Rey Rey, que frente a lo que es una aparente política de estado, de renovar nuestro armamento, de seguro va a volver al ingenuo mensaje de paz y amor de gobiernos anteriores frente al armamentismo chileno. Un hombre que mientras los vecinos del sur compran y compran pertrechos de guerra, fiel a sus creencias religiosas, va a hablar de pacificación en la región, de que no vamos a incentivar la carrera armamentista. El nombramiento podría entenderse más allá de los intereses del Estado, en la perspectiva de un ministerio reservado para los aliados del APRA; un nombramiento que renueve la alianza más allá del último tramo del régimen, para afinar la candidatura aprista del próximo proceso electoral. Y lo del Ministro del Interior es sinceramente preocupante. Ya antes probaron los apristas, que no es lo mismo ser Director de la Policía que Ministro de Estado pero insisten en lo mismo. Su afán de apristizar la policía es de vieja data; más que un nombramiento eso parece una obsesión.

En el caso del Ministro de Comercio (invitado en UN) queda clara la fragilidad de las lealtades o de los amores partidarios, al igual que en el caso del Ministro de Vivienda, que siendo elegido alcalde por SOLIDARIDAD NACIONAL, el que dicen que es "el partido" de Castañeda; ni siquiera pidió permiso, ni necesito renunciar, simplemente se puso el fajín, juramento y punto. Mención aparte merece el nombramiento de Aurelio Pastor en el Ministerio de Justicia. Hombre igualmente cercano a Jorge Del Castillo, Pastor es un político que indudablemente tiene futuro y al que el cargo le va a servir para sus perspectivas futuras y para definir si realmente es algo más que un político mediático y articulado.

Uno de los problemas de la política y de la democracia peruana, es que los políticos o los aspirantes a políticos, se quedan solo en la ilusión y en la meta de ser congresistas o alcaldes o regidores y eso implica no solo un tipo de trabajo politico, sino un perfil de personaje. Los partidos no forman gente con visiones de estado, solo alimentan intereses personales que se quedan en trinquete, en la componenda, en el gesto, en la pose y en la coyuntura. Y por esa razón, a la hora de llegar al poder, cuando las cosas no son muy fáciles, se termina nombrando como generales a capitanes. Haciendo que la gente, el ciudadano común y corriente y los medios de comunicación independientes, más allá de la tregua política obligada, en lugar de sentir confianza en sus gobernantes, se sienten simplemente a mirar que pasa.

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