
......O LO MISMO DE SIEMPRE:
Uno de los problemas del ser humano, es que en situaciones de conflicto con sus semejantes, mientras que la cultura lo obliga y lo condiciona al diálogo y a la solución pacífica de las controversias, el fuero interno, el instinto, los intereses personales o de grupo, "la política", lo inclinan desde el ejercicio del poder y la demagogia o desde la ceguera de la ignorancia, a esa creencia de que subestimando la inteligencia ajena o puede engañar a medio mundo o tiene el predominio de la verdad absoluta y por tanto, debe imponer sus ideas, en medio de situaciones que tienen que ver con intolerancia, la prepotencia, la violencia y la falta de respeto al prójimo.
En los lamentables sucesos de La Curva del Diablo, hay mucho de todo lo anterior. Un gobierno que impone un Decreto Legislativo (el 1093) sin mayor consulta con las poblaciones o comunidades interesadas, que defienden sus derechos originarios; en un marco en el que de lo que se trataba es de sacar a como de lugar el TLC con los Estados Unidos. Un gobierno que (una vez más) frente a una crisis social, no supo enfrentar el problema. Un Congreso (como institución) que tampoco dio la talla. Y del otro lado, comunidades campesinas ignorantes, radicalizadas, que se sienten olvidadas e ignoradas por el estado, que están resentidas y que por tanto, son manipuladas por intereses políticos que supuestamente los apoyan, pero que simplemente los usan para sus fines personales. En esa línea está una oposición política, demagógica, cantiflezca, que solo tiene el objetivo del rédito político y no la búsqueda del interés nacional. Una oposición que no ha tenido la capacidad de hacer docencia política y explicar lo que no puede explicar: Que no toda la norma es mala; que es una instrumento de base para el desarrollo de la amazonia, que puede perfeccionarse; que sus críticas de punto común, solamente se sustentan en frases hechas, en hablar de entregísmo, de pro imperialismo, de depredación de recursos naturales, pero no en fijar una base técnica de las objeciones a la norma. Y es que en el Perú los partidos políticos actúan de una manera cuando son gobierno y de otra manera cuando son oposición.
En este escenario, se han producido sucesos lamentables (sobre los que alertamos en nuestro artículo PREBURRICACIONES) una nueva vorágine de violencia, con actos de barbarie, con un significativo número de muertos (de ambos lados) con una reacción de la clase política, del gobierno y de la oposición, que los pinta de cuerpo entero, como la caricatura que siempre dibujan en sus rostros, una caricatura a la que el pueblo le da la espalda. Un gobierno donde Alan García, Mercedes Cabanillas y Yehude Simons han mostrado sus grandes dotes de cinismo e histrionismo. Una oposición política que solo ve culpables en el gobierno (y en el partido aprista) donde las nacionalistas, las "Cahahuancas" y las "Supas" se han llevado las palmas y creen que el aprovechamiento político de la situación, es lo más conveniente para el país y para sus intereses personales.
Y lo que viene es previsible. A partir de las primeras declaraciones de García; que acusa veladamente a los grupos étnicos de estar penetrados por Chávez, por los terroristas o los narcotraficantes. Que no ve errores en un operativo policial que costo tantas vidas. Que tiene una Ministra del Interior que no tiene la menor intención de renunciar y unos indígenas que persisten en sus críticas, en el bloqueo de carreteras y en el enfrentamiento. Al final, lo que viene es lo mismo de siempre o más de lo mismo, el drama de la republiqueta, dependencias de solución de conflictos como las de la Presidencia del Consejo de Ministros, que no solucionan nada; la ceguera, la soberbia y la incapacidad del gobierno o de los gobiernos de turno frente a las espectativas populares o la crisis social. Una oposición cuya visión de país no es ni siquiera electoral, es electorera. Que le da al tema simplemente un carácter político, porque como muestran como se ha dicho, desconocimiento técnico del tema. quieren la "derogatoria" a como de lugar. Y en un país pobre, sin cultura política harto de su clase política y de sus gobiernos y gobernantes, ser oposición mediática o coyuntural, es ser "patriota", "nacionalista" o hacer el papel del bueno o del defensor del pueblo por un momento.
Estamos nuevamente ante un hecho doloroso, ante una situación que enluta a la familia peruana, que tiene la marca de nuestra incompetente y demagógica clase dirigente y la ignorancia y el folklorismo de nuestras masas. Ante un hecho que tiene el signo de un país agobiado por el burocratismo y la indiferencia, sin instituciones sólidas ni políticas consistentes, sin cultura cívica, sin educación, ni conciencia política. Lo que queda claro es que podemos tener a economía en azul, podemos crecer económicamente, pero mientras no haya una revolución de la educación y de la cultura, mientras sigamos teniendo masas ignorantes y políticos incapaces y demagogos, nada va a cambiar. Este va a ser el país de unos pocos, el exceso de retorica, de gesto y de pose que nos ancla a la pobreza de espíritu y a la mediocridad.
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