53° ANIVERSARIO DEL MANGUERAZO DE LA MERCED:
El Manguerazo de La Merced, es la expresión auténtica de un hombre que encarnaba un ideal y los principios por un país mejor. La Merced es la gesta de una bandera que se levanta para señalar el camino de un movimiento político partidario y de una comunidad de hombres de bien, en la lucha contra la pobreza, el subdesarrollo y la miseria moral de quienes ven las arcas del Estado, como un instrumento de riqueza y de poder. Belaunde no fue nunca un general en su laberinto, fue un líder que estuvo a la altura de sus responsabilidades, del compromiso con la gente que creía en él para conducir las riendas de la nación. Un hombre que enfrentó el reto que el destino le ponía al frente, porque conciente de las limitaciones que podía enfrentar en el gobierno, tenía la confianza en si mismo y el genio suficiente para superar las dificultades. Y es que la bandera que levantó Belaunde ese lejano 1° de Junio de 1956, expresó hasta su muerte y más allá de ella, un pensamiento y una acción política, con sensatez y buen criterio, con creatividad e imaginación, con decencia, solera democrática y solvencia programática.
53° años después del Manguerazo de la Merced, no se puede negar que el legado de Belaunde no es exclusivo de quienes están inscritos en ACCIÓN POPULAR. Que ese patrimonio político pertenece ya a todos los peruanos, porque ACCIÓN POPULAR, como el heredero institucional y político del legado ético y moral de Fernando Belaunde, es hoy una expresión más de la crisis de los partidos políticos en el Perú, que busca encontrar nuevamente el camino, reconstruirse, renovarse y confundirse nuevamente con el pueblo, como una alternativa de progreso y de bien común, en la que se sientan representados los peruanos, como se sintieron representados por el histórico líder acciopopulista. En una época en la que los peruanos creen que la política no es solo la vanidad del poder, el gesto, la pose y el beneficio personal; el ciudadano común y corriente, el ciudadano de a pie, es consciente que en nuestro evangelio democrático hay una palabra que no solamente lo define, sino que es un acto de fe: ¡Adelante!.
El 1° de Junio de 1956, Fernando Belaunde irrumpió en la escena nacional para marcar una ejecutoria política, un ejemplo de vida y de conducta democrática, que el tiempo se ha encargado de resaltar, en un país donde los no se respetan las formas y las buenas maneras y donde los liderazgos suelen ser populacheros o de papel. Con sus virtudes y sus defectos, el hombre, el arquitecto, el político, ha dado paso a una figura que la historia recuerda por su honestidad, por su espíritu visionario, por su terquedad en el respeto a las formas y las maneras democráticas y por su afán en construir un país diferente.
Ese 1° de Junio de 1956, Belaunde asumió el reto de liderar una corriente de cambio y renovación en la sociedad peruana, con el coraje cívico de encabezar un movimiento joven en medio de las dificultades que ello representaba. El Belaunde de 1956 fue un político y un líder en el amplio sentido de la palabra, que tenía como su mejor arma, una idea clara y un ideal concreto de lo que era y debería ser el Perú. En esa coyuntura, aún quienes lo combatieron o quienes no compartieron o no comparten sus ideas, no podrán negar que en esa entrega a la causa del Perú, no hubo jamás cálculo político, ni especulación electoral de carácter personal que menoscabara su talante democrático y su inmaculada imagen pública.
El Manguerazo de La Merced, es la expresión auténtica de un hombre que encarnaba un ideal y los principios por un país mejor. La Merced es la gesta de una bandera que se levanta para señalar el camino de un movimiento político partidario y de una comunidad de hombres de bien, en la lucha contra la pobreza, el subdesarrollo y la miseria moral de quienes ven las arcas del Estado, como un instrumento de riqueza y de poder. Belaunde no fue nunca un general en su laberinto, fue un líder que estuvo a la altura de sus responsabilidades, del compromiso con la gente que creía en él para conducir las riendas de la nación. Un hombre que enfrentó el reto que el destino le ponía al frente, porque conciente de las limitaciones que podía enfrentar en el gobierno, tenía la confianza en si mismo y el genio suficiente para superar las dificultades. Y es que la bandera que levantó Belaunde ese lejano 1° de Junio de 1956, expresó hasta su muerte y más allá de ella, un pensamiento y una acción política, con sensatez y buen criterio, con creatividad e imaginación, con decencia, solera democrática y solvencia programática.
53° años después del Manguerazo de la Merced, no se puede negar que el legado de Belaunde no es exclusivo de quienes están inscritos en ACCIÓN POPULAR. Que ese patrimonio político pertenece ya a todos los peruanos, porque ACCIÓN POPULAR, como el heredero institucional y político del legado ético y moral de Fernando Belaunde, es hoy una expresión más de la crisis de los partidos políticos en el Perú, que busca encontrar nuevamente el camino, reconstruirse, renovarse y confundirse nuevamente con el pueblo, como una alternativa de progreso y de bien común, en la que se sientan representados los peruanos, como se sintieron representados por el histórico líder acciopopulista. En una época en la que los peruanos creen que la política no es solo la vanidad del poder, el gesto, la pose y el beneficio personal; el ciudadano común y corriente, el ciudadano de a pie, es consciente que en nuestro evangelio democrático hay una palabra que no solamente lo define, sino que es un acto de fe: ¡Adelante!.
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