jueves, 9 de abril de 2009

N° 62 - SÍNDROME DE ABSTINENCIA

VEINTE DÍAS SIN ESCRIBIR NADA:

Veinte días sin escribir nada, sin dejar salir ese deseo de comunicación constante que esta alejado de vida literaria, de afanes de escritor, de la publicidad y de la fama que impide disfrutar de la libertad y la privacidad o del placer de cepillarte a una hija de Eva en el más estricto secreto, sin que te caigan los urracos, sin que le vengan con el chisme a mi mujer sus familiares o mi propia hermana, que es la versión femenina de Caín y que "me vendería" más rápido que como lo vendieron a José sus hermanos. Alguna vez en México, en un artículo en EL UNIVERSAL, reproduje la idea de César Calvo del porque algunos escriben poesía; y es que según Calvo (que fue una gran escritor y una excelente persona) hay quienes escriben poesía para que la tía diga a sus amigas, que su sobrino escribe poesía. Más allá de las razones por las que soy un escritor marginal, por estar veinte días sin escribir, el "síndrome de abstinencia" me ha afectado; siento un gran complejo de culpa y una gran frustración por no poder sentarme a escribir, porque tengo una gran responsabilidad conmigo mismo y con mis lectores. Porque es deprimente ver pasar la vida, la noticia y no retratarla en el papel a tu manera.

En el tintero se quedaron las declaraciones de Benedicto XVI sobre los preservativos, los ascos de la Iglesia Católica Norteamericana y de algunos sectores conservadores sobre un Obama vestido con el hábito dominico, retratado a la manera de San Martín de Porres. Como entender esa reacción, la hipocresía de los sectores que hoy controlan el Vaticano, de detenerse en cosas intrascendentes y sin embargo, mirar a otro lado el escándalo de los curas pedófilos y las cuantiosas reparaciones económicas que se ha tenido que pagar por el perdón de dichos pecados.

Dándole vueltas al tema, dejamos pasar el estropicio de un Alan García mesiánico y auto suficiente, que expresa sin rubor que puede bloquear al candidato que él no quiere que sea Presidente de la República, como ya lo demostró en el pasado. Una declaración que muestra la frivolidad y la soberbia del poder, la perdida de la perspectiva que genera la falta de estabilidad emocional y de equilibrio en una personalidad que es la expresión del animal político tipo. La prueba clara que la clase política peruana ignora al pueblo, lo utiliza, lo sabe ignorante y por tanto manipulable. Allí esta la cantinflesca explicación de la forma de ser del peruano y su relación con las razas, que dio un Alan García que cree saberlo todo o tener autoridad para saberlo todo o para decir cualquier estupidez. Cuando de lo que se trata es que la majestad del cargo le obliga a no hacer el ridículo. el Presidente de la República caricaturiza el cargo, el mandato, como lo hizo Toledo y lo hacía un Fujimori criollo y populachón sin oposición política alguna, al igual que García.

Es que aquí en el Perú todo es subjetivo, particular, todo responde a intereses personales o de grupo. Así ha sido siempre. Frente al accidente, a la lamentable perdida del periodista Álvaro Ugaz, sus colegas de profesión, que critican el espíritu de cuerpo, el que otorongo no come otorongo, esta vez solo se refugiaron en la pena y en el dolor y no dijeron nada sobre el exceso de velocidad y el hecho de que el difunto manejaba en estado de ebriedad. Es que la objetividad es relativa, es que la verdad tiene sus parámetros. Que guardar las apariencias vale más que la cruda realidad del error que sirve como ejemplo para el colectivo.

Y en este panorama, el régimen publicito como en los mejores tiempos de Fujimori y de Toledo, el artículo de THE ECONOMIST sobre el hecho de que la economía peruana, a pesar de la crisis, será una de las que mas cresca en la región y no solo eso, la publicación prevé que el Perú en el 2010 será la tercera economía con mayor expansión en el mundo detrás de China e India. El problema es que el crecimiento es de unos cuantos, que no hay redistribución de la riqueza, que no hay una significativa disminución de la pobreza sobre todo rural y que esa es la solución o la carta que Alan García y el exitoso modelo peruano, mercantilista, busca para hacer del APRA un PRI del Siglo XXI, gobernando con una derecha que históricamente no ha logrado un estado nacional. Y en estos veinte días me quede sin escribir sobre el TLC con Chile, que dice el gobierno que es solo un "acuerdo comercial", como si los asuntos con Chile no fueran desde todo punto de vista asuntos que tienen que ver con la seguridad nacional, por razones geopolíticas, económicas, históricas. Como si la relación comercial con Chile fuera un asunto ligth, un tema menor, inmaculado y sin aristas, que no mereciera un debate político, ni el ser llevado al Congreso con arreglo a la Constitución Política del Perú. El problema es que el gobierno por réditos políticos, no prioriza el interés y la seguridad nacional. Esa ha sido siempre la actitud "latinoamericana e integradora" de nuestra clase política frente a los vecinos del sur.

Trato de resumir veinte días sin escribir, veinte días entre las tensiones propias de otra de mis grandes pasiones profesionales, que es el ser abogado; veinte días en medio de la evidencia de que a los cincuentas, los años comienzan a pesar. Que uno se va volviendo mas lento, aunque tenga el espíritu joven y el ánimo dispuesto. Creo que a los hijos de mi mujer, que son mis hijos, pero que prefiero verlos como compañeros de viaje (porque creo en la individualidad y no en la propiedad de los seres humanos) les repetiré el algún momento la frase que me decía mi padre: El que llegaran a mi edad y este país seguirá siendo en esencia el mismo. Mientras tanto seguiré luchando por construirles un país mejor, seguiré navegando quijotescamente contra la corriente encima de unos maderos amarrados; seguiré siendo flamígero e irreverente hasta el fin de mis días. Porque espero morir con muchos años encima (disfrutando de los hijos de los hijos de mi mujer, que tal vez ya no sean mis compañeros de viaje sino quienes me den el adiós) pero vital y lúcido. Porque si la vida es lucha, lo peor que me podría pasar siendo viejo, es terminar mi película; reblandecido, bombero e incontinente.

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