jueves, 9 de abril de 2009

N° 63 - SENTENCIANDO LA SENTENCIA


FUJIMORI EN SU HORA 25:



Es cierto que la sentencia a Fujimori es un hecho histórico porque crea un precedente, porque es la primera vez después de Leguia aunque en circunstancias diferentes, que en el Perú un gobernante es extraditado, juzgado y sentenciado. Es indudable que la sentencia ha desatado un amplio debate nacional (entre juristas y legos) que la gente va a pronunciarse a partir de sus intereses, de sus simpatías políticas, de sus afectos y sus odios. Que evacuada la sentencia, los peruanos (tal como lo revelan las encuestas) como somos sensibles, sentimentalones y no tenemos cultura política, ni principios o valores democráticos y cívicos, vamos a tener con Fujimori un sentimiento de compasión y de pena. Que la desintitucionalización del país, las raterías, la corrupción y el saqueo de la cosa pública, se van a minimizar con la obra pública hecha y va a pensarse colectivamente ante el supuesto exceso, en el indulto, en la “injusticia” con el autoritario y (cuando no) mesiánico gobernante y sobre todo, se va a comenzar a especular con los ojos en el 2011, en el beneficio político de la hija. Porque los peruanos siempre buscamos sacar partido o ventaja de cualquier situación; el que gano yo que nos ha impedido un concepto de nación, una conciencia colectiva frente al patrimonio nacional, frente a la cosa pública.

Si partimos de que el Poder Judicial peruano esta en crisis y no es (ni ha sido nunca) un poder independiente, la condena de veinticinco años impuesta al gobernante peruano japonés, lo reivindica de alguna manera, pero tiene indudablemente sus vacíos, sus defectos y su tufillo político de corte alanista, para cubrirle las espaldas a un gobernante que tiene también una deuda con los derechos humanos. En lo estrictamente formal, el proceso ha sido bien llevado y la sentencia tiene coherencia. La precisión de que las víctimas de Barrios Altos y La Cantuta no eran terroristas, no la vicia de nulidad, porque es un hecho que si bien no debió ponerse, forma parte de la argumentación de los jueces. Lo que queda por ver, es si la sala suprema que va a verificar el recurso de nulidad, va a estar a la altura de las circunstancias y confirmar la sentencia. Si las deudas o la complicidad o el silencio del Fujimorismo con vocales seducidos por la corrupción de entonces y que se quedaron en el sistema, no nos den una amarga sorpresa. Como sorprenden las gerontocráticas y cantinflescas declaraciones de Javier Valle Riestra defendiendo lo indefendible.

En este panorama, para desgracia del futuro político del país, de cara al 2011, Keiko Fujimori aparece bien posicionada en las encuestas. Y con una clase política retórica, tradicional demagógica, ligada a la derecha y por más crecimiento que haya, de espaldas a los sectores más pobres del país, un gobierno que miro al mundo andino, que dio la imagen de firmeza y de orden, tiene sin lugar a dudas posibilidades de éxito electoral, en una coyuntura en la que quienes comparten con el fujimorismo el mismo espacio político, probablemente no se pongan de acuerdo para enfrentar una naranja política, que de nuevo en el poder sería perjudicial, porque haría todo lo posible para liberar al japones y materializaría una casa de brujas con quienes se le enfrentaron. Al final de cuentas, Fujimori es culpable por los delitos de lesa humanidad que se imputan. Sabía lo que ocurría en la lucha anti subversiva, estaba enterado de lo que pasaba en los servicios de inteligencia, dio la orden para los operativos y felicito a los victimarios. Lo demás es parte del mito, de la ignorancia de un pueblo que si reeligió a García, puede poner a los Fujimori nuevamente en Palacio de Gobierno. Esos son los riesgos de vivir en un país tan grande como el nuestro.

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