Y LAS LIMITACIONES DEL DERECHO INTERNACIONAL:
La presentación de la Memoria Peruana a la Corte Internacional de Justicia de la Haya, es la expresión de los hechos y de los fundamentos de derecho, en los que se sustenta la demanda presentada en Enero del 2008 por el Perú. La posición del país frente al diferendo marítimo con Chile, es sin lugar a dudas un trabajo técnico jurídico de primer nivel, que ha significado la unidad de criterio de diversos sectores del país, pero que no puede ser manejado o utilizado con triunfalismo ni con patriotismo demagógico, para conseguir réditos políticos, como los que impulsaron la definición de la controversia, por un gobierno como el de Toledo que necesitaba un elemento aglutinador frente a su desgaste político o como lo que han significado, las líricas, odálicas, demagógicas y aburridas declaraciones de los líderes políticos peruanos frente al tema.
En lo sustantivo, la posición peruana se basa en el hecho de que, ante la existencia de una superposición de las zonas marítimas proyectadas desde las costas del Perú y de Chile, la Corte debe delimitar el área de la controversia mediante una línea equidistante que signifique derechos exclusivos del Perú sobre el triangulo externo que se forma (casi 70,000 Km2) y que se encuentra dentro de nuestras doscientas millas de mar territorial.
El problema es que el proceso va a ser materia de un estrategia jurídico política y diplomática del país sureño, que mantenga el predominio marítimo chileno sobre la zona, una estrategia que dilate el fallo. Que pasa por plantear la excepción de incompetencia bajo el argumento de que el Tribunal no tiene competencia para resolver un asunto ya definido con anterioridad por acuerdos de pesca que, firmados en los años 50 del siglo pasado, definen el límite marítimo entre los dos países.
Que la razón jurídica nos asiste, que existen precedentes, que el texto de los acuerdos no menciona la palabra límites o el vocablo acuerdo, es un hecho secundario frente a la necesidad de que en principio el fallo nos sea favorable y que Chile acepte una resolución, que si le es contraria puede no acatar, basándose en el principio de soberanía y en la fuerza de las armas. La desobediencia norteamericana en 1986 ante el fallo adverso por su participación militar en Nicaragua, es un claro ejemplo de las limitaciones del derecho internacional y por ende, del poder de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, para cumplir y hacer cumplir sus fallos, Consejo de Seguridad incluido.
El gobierno del Perú y su clase política, deben actuar con prudencia, sin triunfalismo ni demagogia; deben iniciar una ofensiva diplomática para obligar a que Chile exprese esa voluntad de respeto frente al fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya. El problema no es el frente interno (más allá de los excesos y las poses patrioteras de los políticos) el problema es el frente externo. La diplomacia chilena siempre ha sabido moverse mejor que la peruana en cuestiones de conflictos bilaterales. Durante la Guerra del Pacífico diversas compras de armas y navíos fueron bloqueadas; tiempo después, en el contexto del Tratado de Ancón, se terminaron quedando con Arica, en los cincuentas sacaron acuerdos de pesca por los que mantienen el statu quo y hoy en día, el Tratado de Libre Comercio, le es por donde se le mire, mayoritariamente ventajoso para sus intereses e inversiones en el país. En el mundo contemporáneo, las relaciones internacionales tienen un peso específico y un valor significativo frente a los intereses de las naciones, en un contexto en el que la justicia, es humana (no divina) y no todo lo justa que quisiéramos. Al final la historia de nuestros vecinos del sur es una clara demostración de que aquello de "Por la razón o por la fuerza", no es solo un lema: Es una norma de convivencia que no tiene nada de pacífica.
En lo sustantivo, la posición peruana se basa en el hecho de que, ante la existencia de una superposición de las zonas marítimas proyectadas desde las costas del Perú y de Chile, la Corte debe delimitar el área de la controversia mediante una línea equidistante que signifique derechos exclusivos del Perú sobre el triangulo externo que se forma (casi 70,000 Km2) y que se encuentra dentro de nuestras doscientas millas de mar territorial.
El problema es que el proceso va a ser materia de un estrategia jurídico política y diplomática del país sureño, que mantenga el predominio marítimo chileno sobre la zona, una estrategia que dilate el fallo. Que pasa por plantear la excepción de incompetencia bajo el argumento de que el Tribunal no tiene competencia para resolver un asunto ya definido con anterioridad por acuerdos de pesca que, firmados en los años 50 del siglo pasado, definen el límite marítimo entre los dos países.
Que la razón jurídica nos asiste, que existen precedentes, que el texto de los acuerdos no menciona la palabra límites o el vocablo acuerdo, es un hecho secundario frente a la necesidad de que en principio el fallo nos sea favorable y que Chile acepte una resolución, que si le es contraria puede no acatar, basándose en el principio de soberanía y en la fuerza de las armas. La desobediencia norteamericana en 1986 ante el fallo adverso por su participación militar en Nicaragua, es un claro ejemplo de las limitaciones del derecho internacional y por ende, del poder de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, para cumplir y hacer cumplir sus fallos, Consejo de Seguridad incluido.
El gobierno del Perú y su clase política, deben actuar con prudencia, sin triunfalismo ni demagogia; deben iniciar una ofensiva diplomática para obligar a que Chile exprese esa voluntad de respeto frente al fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya. El problema no es el frente interno (más allá de los excesos y las poses patrioteras de los políticos) el problema es el frente externo. La diplomacia chilena siempre ha sabido moverse mejor que la peruana en cuestiones de conflictos bilaterales. Durante la Guerra del Pacífico diversas compras de armas y navíos fueron bloqueadas; tiempo después, en el contexto del Tratado de Ancón, se terminaron quedando con Arica, en los cincuentas sacaron acuerdos de pesca por los que mantienen el statu quo y hoy en día, el Tratado de Libre Comercio, le es por donde se le mire, mayoritariamente ventajoso para sus intereses e inversiones en el país. En el mundo contemporáneo, las relaciones internacionales tienen un peso específico y un valor significativo frente a los intereses de las naciones, en un contexto en el que la justicia, es humana (no divina) y no todo lo justa que quisiéramos. Al final la historia de nuestros vecinos del sur es una clara demostración de que aquello de "Por la razón o por la fuerza", no es solo un lema: Es una norma de convivencia que no tiene nada de pacífica.
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