sábado, 7 de marzo de 2009

N° 57 - LOS ANCLAJES DE LA CLASE POLÍTICA PERUANA


LAS DECLARACIONES DE FOXLEY Y EL TLC:


El Canciller Chileno Eduardo Foxley, se convirtió en una versión más diplomática y refinada del General Donayre, dijo criticando a los congresistas nacionales que presentaron la demanda de in constitucionalidad al TLC firmado con Chile, que los políticos peruanos están anclados en el siglo antepasado, lo cual no es cierto porque están anclados en el tiempo nomas. Pero él no puede decirlo, no puede expresarse así, no puede ofender a quienes nosotros si podemos enrostrar en la cara; su espíritu de cuerpo, su demagogia, su oportunismo y su mediocridad, en aras de sagrados intereses de la patria, entre los que figuran primero el suyo.

Foxley que es la cabeza visible de una de las diplomacias más eficientes y reputadas del continente, sabía que no podía expresarse de esa manera, que no podía condenar en esos términos el rechazo de un sector de la clase política peruana al TLC con su país. Pero la relación con nosotros es bastante compleja y diversa, tiene su lado adjetivo, sus puyazos, su folklorismo latinoamericano y su momento para cobrar facturas pendientes. Facturas como la de las bolsas del general de la alegría. Y Foxley dijo lo que dijo porque es la mejor manera de que Chile exprese a la clase política peruana lo que piensa de ella, porque saben que ya no hay en el Perú políticos de solera como los que cobijo antaño, hombres de la talla de Luís Alberto Sánchez o Manuel Seoane o el mismo Armando Villanueva. Hoy la clase política peruana es “el Dr” Velásquez Quesquén, el “Dr Anaya”, el “Dr Torres Caro” o la “Dra Cuculiza” para cumplir con la igualdad de géneros, aunque no nombremos a otras ilustres congresistas, que achoradas, ahombradas y rasgandose las vestiduras, creen que el ser mujer y no la inteligencia las debe mantener en el Congreso de la República. Políticos de gesto y de pose, de cubileteo, de intriga y de trinquete. Como Alan García cuyos labios hablan de futuro del Perú, pero cuya mente y corazón están fijados en el 2016.

Porque si en algo nos diferenciamos de Chile, es que no solo no lo podemos alcanzar en su capacidad bélica, sino en su concepto de nación, en su institucionalidad y en el nivel de su clase política, una clase política con una visión y un concepto de Estado, forjado desde la época de Diego Portales y consolidada en el tiempo. Porque el Perú puede tener un crecimiento sostenido, pero tiene igualmente pobreza y su clase política no puede (por sus taras) hacer estado y construir una nación. Porque aquí cada quien ve su interés personal y su conveniencia, porque tenemos políticos que se quedan en la coyuntura, en la elección y el electoralismo y que en lugar de mirar el futuro del país, lo que miran es el futuro propio.

Y los anclajes reales de la clase política peruana, de los que Chile tiene conciencia desde 1879 (por eso lo del siglo antepasado) es esa falta de líderes y de estadistas que a veces no sabemos valorar en su momento, como Belaunde y Paniagua. Es esa caricatura que convierte en populismo de estado un gobierno inaugurando hospitales que no funcionan. Es la realidad de un sistema de partidos, de una partidocracia en la que lo único que hay es mediocridad, mezquindad, demagogia y clientelismo y que (en lugar de dar a luz) termina abortando personajes que juran por Dios y por la plata, que cutrean con facturas bambas de pollo a la brasa, que en privado afirman que primero tienen que ver su interés personal. Esos son los padres de la patria, esa es la elite política del Perú esa es nuestra clase dirigente, la que nos conduce a un futuro que siempre nos ha sido esquivo, que siempre se nos va postergando y vemos lejano.

Al final este TLC es la prueba de la irresponsabilidad política de quienes ocupan el poder en el Perú; de la necesidad de activos políticos de los gobiernos de turno a cualquier precio. Por tratarse de Chile este TLC debió obligatoriamente pasar por el Congreso, debió merecer un amplio y detallado debate. Pero como se trata de Chile, Alan García la pega de gran hermano del Pacífico, de latinoamericano, de amigo de Chile y ve en el TLC una forma de negociación por lo bajo o de concesión sin papel por lo de la demanda marítima. Claro que la clase política peruana, olvida históricamente que el araucano nos ve como cholitos, que se siente superior, que se sabe más fuertes. Y como su inversión económica es mayor nos van a terminar engullendo y no van a hacer ninguna concesión en lo de la demanda marítima. García comprenderá entonces ante los tambores de guerra; que con los chilenos, se es estratega, negociador o cojudo.

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