martes, 17 de febrero de 2009

N° 55 - CHAVEZ AD INFINITUM


LA ENMIERDA CONSTITUCIONAL:

Venezuela no es una República Bananera, es una República Petrolera. Una típica democracia latinoamericana con masas ignorantes, poco educadas y sin conciencia política, que estaban hartas de sus líderes políticos, de sus partidos y de la manera en que se gobernaba el país. Venezuela ha sido en el pasado reciente, como lo es ahora, un estado con ingentes recursos provenientes del petróleo; con dinero para que el gobierno de turno gaste a manos llenas o desarrolle con éxito políticas clientelistas, populismo y demagogia, supuestamente en beneficio de los sectores más necesitados. Como si el Perú y su clase política con su Alan García, su Alejandro Toledo, su Gustavo Espinoza, su Velásquez Quesquén, su Torres Caro, su Vitocho, su Lourdes Flores, su Ollanta Humala, encontrara petrolero y nadando en dólares (por los precios y las exportaciones petroleras) nos vendiera con políticas clientelistas y demagógicas, esta democracia de utilería. Como si Fujimori, además del desgaste, la crisis y la mediocridad de la clase política peruana, hubiera impedido que el video Kouri-Montesinos viera la luz y hubiera tenido razones oleaginosas, para seguir gobernando por siempre jamás.

Esa caricatura de democracia llanera de ACCIÓN DEMOCRATICA de Carlos Andrés Pérez y del COPEI de Rafael Caldera, que hizo crisis, tuvo en Hugo Chávez Frías, su “chino uniformado, su hombre de inteligencia, su general victorioso”, un militar populachón, hablantín y desenfadado, que ganó la elección de 1998 y se tiro abajo de un plumazo, todo el andamiaje seudo democrático de la partidocracia venezolana. Hugo Chávez con mensaje socialista y bolivariano de nuevo cuño, pretende dentro de un nuevo marco constitucional hecho a su medida, construir una democracia socialista para el Siglo XXI y eso implica levantar desde 1998 (pero recicladas) las mismas banderas que levanto la revolución castrista. La Venezuela del 2009 es como hemos dicho, una dictadura con armazón democrático y un amplio apoyo popular producto del descrédito de los políticos tradicionales y de los partidos políticos; que si remontan resultados y alguna victoria le arrebatan a Chávez, no es porque aprendieron la lección o se modernizaron, sino por los excesos del propio militar.

Y si Chávez gano el referéndum para modificar la Constitución Bolivariana, utilizando una impresionante maquinaria electoral que se sostienen en los programas sociales, esta es una enmienda que le hace daño al estado de derecho, al país y ver eso es cuestión de tiempo. La modificatoria constitucional le permite postularse indefinidamente a la reelección y permite igualmente la reelección indefinida en todos los cargos de elección popular. Un espaldarazo popular al dictador pro castrista, que proclamó a los cuatro vientos que “después de él el diluvio”. Más allá de la posibilidad de reelegirse indefinidamente, hay que ver si la crisis económica internacional, la caída de los precios del crudo, la política asistencialista, de cooperación a otros países con dinero del pueblo venezolano y el embalse de la economía que se está produciendo en el país, no va a terminar pasándole la factura y rompiendo ese nexo con el pueblo del singular gobernante venezolano. Lo que hay en Venezuela es una dictadura latinoamericana del Siglo XXI, con dinero, con fachada democrática, respaldo popular y el mismo complejo adánico de siempre. Por último, Chávez no es Castro, ni los servicios secretos venezolanos son tan eficientes como los cubanos. Eso pone los excesos anti imperialistas del llanero a tiro de los servicios secretos norteamericanos.

En el contexto anterior y mirando al Perú, yo me quedo con el Chávez Peruano, con el ex Alcalde de Chosica, Alejandro Chávez Luna, un hombre honesto que esperemos que en las próximas elecciones pueda vencer a esa especie de corrupta dictadura que ha instalado Luis Bueno Quino, cuestionado Alcalde de Chosica, ligado a pillerías y escándalos que van más allá de lo estrictamente privado. Un político que se ha venido reeligiendo con malas artes y el clientelismo y el chantaje propio de la baja estofa política.

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