La crisis Argentina no es económica, es política y lleva muchos años, las últimas dos décadas para ser más exactos. Un país que es sin lugar a dudas el más europeo de América Latina, esta sumido en un folklórico nepotismo, propio de una republiqueta, donde la cereza del pastel es que Kirchner le deja el poder a su mujer, un acontecimiento político que tiene muchas lecturas y que obligaría a un análisis mayor, porque tiene que ver con el populismo, el clientelismo, la falta de cultura política y la ignorancia de las masas. Porque el electorado en realidad voto por su marido, porque se distinguió de esas tradicionales formas de gobernar en los últimos años, que obligaron al pueblo a pedir "que se vayan todos". La señora Kirchner, en realidad casi no hizo campaña y se arropó en la popularidad y en la maquinaria político electoral del partido de su esposo en el poder.
En el escenario anterior, la estatización de las AFP, ha sido presentada como una acción del gobierno encaminada a proteger los aportes de los trabajadores ante la caída de la rentabilidad de los fondos privados de pensiones (por la crisis financiera internacional) pero en realidad la medida no es otra cosa que una medida coyuntural, cortoplacista. Una confiscación y un caballazo del gobierno argentino, que le permitiría hacerse de más de treinta mil millones de dólares (US. 30,000.00) para cubrir el déficit fiscal de una economía de sesgo populista, con control de precios, moras en el servicio de la deuda, que tiene cerrados los mercados crediticios internacionales y que se ha endeudado con Chávez por mil millones de dólares, entregando bonos de deuda pública pagaderos el 2015, por el que se pagara 46% más. Una operación que tiene que ver sin duda con el financiamiento de su campaña y con el escándalo del maletín. La estatización, además de haber significado la caída de la bolsa, es una mala señal para la inversión de capitales, aunque se diga que se descarta un nuevo “corralito” como el del 2001, que va a generar sin duda (desde la oposición) un emplazamiento a las políticas populistas y demagógicas del peronismo kirchniano que fracaso al querer hacer lo mismo con el agro.
La verdad es que el gobierno de Cristina Fernández tiene delante de sí, el reto de mantener la credibilidad y la aceptación de las políticas gubernamentales que emprendiera su esposo, un capital político que le sirvió para sucederle, para diferenciarlos de quienes gobernaron antes, pero que comienzan a dilapidar en pareja, por sus compromisos electorales con el chavismo. Por el apremio de mantener ese populismo clientelista que tanto daño ha hecho a la Argentina y a las democracias latinoamericanas.
En el escenario anterior, la estatización de las AFP, ha sido presentada como una acción del gobierno encaminada a proteger los aportes de los trabajadores ante la caída de la rentabilidad de los fondos privados de pensiones (por la crisis financiera internacional) pero en realidad la medida no es otra cosa que una medida coyuntural, cortoplacista. Una confiscación y un caballazo del gobierno argentino, que le permitiría hacerse de más de treinta mil millones de dólares (US. 30,000.00) para cubrir el déficit fiscal de una economía de sesgo populista, con control de precios, moras en el servicio de la deuda, que tiene cerrados los mercados crediticios internacionales y que se ha endeudado con Chávez por mil millones de dólares, entregando bonos de deuda pública pagaderos el 2015, por el que se pagara 46% más. Una operación que tiene que ver sin duda con el financiamiento de su campaña y con el escándalo del maletín. La estatización, además de haber significado la caída de la bolsa, es una mala señal para la inversión de capitales, aunque se diga que se descarta un nuevo “corralito” como el del 2001, que va a generar sin duda (desde la oposición) un emplazamiento a las políticas populistas y demagógicas del peronismo kirchniano que fracaso al querer hacer lo mismo con el agro.
La verdad es que el gobierno de Cristina Fernández tiene delante de sí, el reto de mantener la credibilidad y la aceptación de las políticas gubernamentales que emprendiera su esposo, un capital político que le sirvió para sucederle, para diferenciarlos de quienes gobernaron antes, pero que comienzan a dilapidar en pareja, por sus compromisos electorales con el chavismo. Por el apremio de mantener ese populismo clientelista que tanto daño ha hecho a la Argentina y a las democracias latinoamericanas.
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