lunes, 27 de octubre de 2008

N° 37 - FINANCIAMIENTO Y CORRUPCIÓN

ENTRE "LA CHANCHA" Y EL RECURSO PERMANENTE:


Este asunto de los petroaudios, de las corruptelas en la política peruana; de los políticos que se mueren por los empresarios o inversionistas, para obtener recursos que le permitan financiar campañas personales o partidarias, es un tema de actualidad en la agenda y el debate político. Y lo es porque a pesar de consignarse en la Ley de Partidos Políticos, ningún partido ha puesto en funcionamiento hasta ahora, políticas o proyectos para financiar sus campañas; que signifique igualdad de oportunidades para todos y no el carácter selectivo que le da el dinero a la política.

Con un candidato proyectado, lanzado o proclamado y con posibilidades de ganar próximas elecciones, los aportantes, las donaciones y los fondos de campaña vienen solos, lo cual es tan desinteresado o amical, como cuando uno invita a una amiguita a la que le ha puesto el ojo a comer. En política lo anteriormente expuesto es moneda corriente y el problema es que situaciones como esas, crean compromisos que condicionan a una persona o a un partido. Que hace que se termine haciendo lobbys como los de León Alegría; que se impulsen leyes con nombre propio o que se defiendan muchas veces, en forma grosera determinados intereses. Eso hace que los cargos públicos de elección popular sean en política solo para los que tienen medios económicos y no para los mejores cuadros, que muchas veces se ven relegados o desplazados, por una actividad que se convierte así en elitista.

Si se está en una coyuntura en la que los partidos políticos y los políticos están desprestigiados, des legitimados; en la que es necesario una re ingeniería total y un cambio en la manera de entender la política y la forma de actuar políticamente; es imprescindible presentar a la ciudadanía, al elector y a la opinión pública, formas creativas para romper, en época electoral, con ese pase de sombrero condicionado. El mismo mecanismo que termina definiendo la histórica combinación de la victoria política: “el dinero de los ricos y el voto de los pobres para llegar al poder”. Porque si no se trabaja en estos fueros, se va a seguir esperando a los “empresarios nacionalistas, a los amigos desinteresados y preocupados por el futuro del país”, que apoyan económicamente al partido y/o a sus candidatos pero que siempre terminan cobrando lo suyo  y no se buscan formulas diversas de financiamiento partidario, se va a terminar dependiendo de los congresistas, de que los miembros de las cédulas parlamentarias cumplan con pagar el aporte económico que les corresponde por la gestión congresal;un aporte que en los partidos chicos y poco disciplinados u organizados no se da.

En una democracia de partidos bastante débil y des institucionalizada, con partidos de fachada y sin cuadros técnicos consistentes, es lógico que no haya creatividad ni interés. Y en ese contexto, lo que se tiene que rescatar es el marco ético y moral del compromiso que implica un aporte de campaña y la necesidad de generación permanente de fondos.

Alguna vez alguien dijo machistamente por allí, que las promesas de una elección son como las promesas de enamorado “Prometer hasta meter. Una vez de metido nada de lo prometido”. En esa dirección, cabe preguntarse si un aporte o un apoyo de campaña, debe significar obligatoriamente satisfacer un interés particular, ir en contra de la ética, de la moral y de los principios de un político o de un partido y en contradicción con el interés nacional.

Los santos están en los altares, hasta ahora no se ha entronizado a ningún político en esa condición. Ello porque en la historia universal, los ejemplos de que esta actividad esta lejos de Dios y mas cerca de Satanás, son abundantes. Y la explicación tiene que ver con una equivocada percepción de impunidad, con la ceguera del poder, con el deseo de poseer más.

Ante la afirmación anterior, no cabe duda de que la institucionalidad democrática es el mayor freno cultural para que un ser humano pueda, en un determinado momento o frente a una determinada situación, caer en la tentación de satisfacer un interés particular o de grupo. De allí la necesidad de fortalecer las instituciones democráticas, de allí la necesidad de que se re-valore el concepto de hombre público. Que en él prime el interés colectivo, los principios, la ética, la moral y los valores democráticos. Que tenga en claro que el carácter de un donativo o de un aporte de campaña esta libre de compromisos que afecten el interés nacional que está obligado a buscar por encima de todo. Aunque si la gente tiene un problema congénito y es chueca desde la cuna, no hay más que detectar la enfermedad a tiempo.

En entender esos parámetros, que convierten a la política en una Divina Comedia; en ejercitarse en el arte de caminar por el fuego y no quemarse, en evitar ser una mercancía que se ofrece al mejor postor. En dignificar una actividad que tiene que ver con el interés colectivo, con el bienestar nacional, con el futuro y el destino de un país. En todos estos conceptos y en algunos más, está la verdadera definición del político y de la política. Lo otro sería insistir en la definición y el concepto que el pueblo repite con hartazgo y con indignación.

Por todas estas consideraciones a la luz de la Ley de Partidos Políticos hay que buscar auto generar recursos propios. Si los partidos están preparados para gobernar, si tienen los técnicos para trabajar por el país, esos técnicos pueden trabajar en empresas del partido y generar dinero, salvo que su capacidad e inteligencia sea sólo para el puesto público y el sueldo del estado. Si hay un partido con imaginación y creatividad deben buscarse mecanismos para juntar recursos y hacer inversiones que sean rentables en activos o en papeles. 

Si la realidad nacional es una agenda permanente, los partidos como escuelas de civismo, deben fomentar o asociarse para crear institutos de estudios políticos de alto nivel, de estudios de la realidad nacional con rango universitario, que permita además que los propios militantes se capaciten. Si no se hace esto, seguiremos haciendo simplemente “chanchas” para hacer política o para conseguir dinero en cada elección. Cuando de lo que se trata, es de que los partidos en el Perú, tengan un flujo permanente de recursos, para no depender de nadie. Para no tener que arrodillarse ante los poderosos.

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