viernes, 19 de septiembre de 2008

IDIOTAS E INFELICES

GARRIDO LECCA EN SU LABERINTO


Las desafortunadas expresiones del Ministro de Salud Hernán Garrido Lecca, en medio de la huelga médica, han significado que se desnude el personaje, que se trasluzca una personalidad autoritaria, prepotente, intolerante e insensible. Un político que confunde planos, que cree que sinónimo de autoridad es el abuso. Que piensa que la confrontación, la provocación y el efecto mediático (de poner a la opinión pública a su favor) es la mejor forma de enfrentar un conflicto laboral.


Alguien dijo alguna vez que la mediocridad con poder es peligrosa. Y es verdad. El ejercicio del poder envanece, obnubila; no es solo cuestión de capacidad, de inteligencia, tiene que ver con las formas y las maneras, con el don de gente, con la sensibilidad con los gobernados. El compromiso con un país y su futuro no se determina simplemente en función de objetivos, de determinadas metas. Hay que buscar la unidad de gobernantes y gobernados, en razón de generar consensos y ganar la confianza ciudadana. Ese es uno de los aspectos sustanciales del liderazgo, el del hombre al que la gente lo sigue, no porque detente el poder o por su dinero, sino porque lo siente cercano, imaginativo, hábil, cálido, docente, comprometido con su problemática con el futuro del país, a punto tal que es el guía. Eso fue Haya de la Torre, Belaunde u otros lideres políticos de antaño, como Villanueva, Ulloa, Ortiz de Zevallos, Luciano Castillo, Sandro Mariátegui, Mario Polar, Carlos Malpica o Javier Alva Orlandini, cuya diferencia con lo que hoy existe en la escena nacional es abismal.

Y cuando uno ve reacciones como las de Garrido Lecca, uno recuerda que el anecdotario de la política peruana esta plagado de actitudes similares, como la histórica patadita de Alan García. Que en los partidos políticos lo que mas abunda no es precisamente gente con calidades personales, como la decencia, la honestidad, la sencillez y la capacidad, sino personajes como Anaya, Torres Caro o la Canchaya de hoy, que son lo mismo que los Mufarech, los Valdez, los Saavedra Mesones del por Dios y por la Plata de ayer nomás, pasando por los Siura o la Marthas Chávez de un pasado reciente. Es que esa es la gente que nutre el Congreso de la República o las Alcaldías y demás puestos públicos, porque la falta de cuadros, de institucionalidad y docencia en los partidos; el dinero, la sobonería y el clientelismo han prostituido la política. Porque los líderes con pies de barro, los mandoncitos y los prepotentes que todo saben, que se sienten dueños de la verdad y que miran por debajo del hombro al común de los mortales, son personajes característicos en la fauna política peruana, tan proclive a la adulación y a las granjerías del poder.

Garrido Lecca insulta, ofende, en su pataleta bota gente de tercer nivel, que supuestamente le hizo llegar tarde a una cita protocolar de manera arrogante y autosuficiente, ante un auditorio en el que se despacha a su antojo, porque éste simplemente calla. Y cuando el audio sale a la luz retrocede, se disculpa, trata de acomodar los hechos haciéndolos ver como una reacción indignada ante la burocracia estatal y aferrándose al cargo anuncia que no va a renunciar.

Lo concreto y lo real es que no hay solución a la huelga médica. Que el gobierno no puede desconocer los justos reclamos del gremio y expresar después de manera intransigente, que simplemente no se pueden financiar las propuestas. Que hacer ilegal la huelga es atentar contra un derecho constitucional que el APRA alega y agita cuando es oposición e ignora cuando es gobierno. Ahora bien, es cierto que hay cosas que indudablemente en materia económica no se pueden hacer, que el efecto inflacionario de la economía se tiene que manejar. Que hay muchos gremios o sectores con expectativas y reivindicaciones laborales que igualmente reclamarían soluciones. Pero esa es la parte interesante de la política, del arte de gobernar; el encontrar soluciones imaginativas, pragmáticas, políticas o técnicas, pero soluciones al fin.

La democracia es la búsqueda de consensos y no como en el caso de los médicos, de ignorar o imponer criterios en determinadas coyunturas que no tienen que ver necesariamente con afectar el principio de autoridad a partir del ejercicio del poder. Al final se trata de formas muy latinas de entender la política, la democracia, el principio de autoridad, el arte de gobernar y la relación con los subordinados.

En el epilogo de este grosero incidente, Del Castillo hace de traductor del “descontextualizado” Garrido Lecca, le da su respaldo y termina así habiendo más de un idiota. Una solución lejana y los sufridos pacientes infelices.

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