domingo, 29 de noviembre de 2020

N° 546 - DIOS HA MUERTO: NIETZSCHE

 DIEGO ARMANDO MARADONA:


El futbol es un deporte de masas y las masas no actúan en función de la razón, lo hacen en función de emociones y de sentimientos. La muerte de Diego Armando Maradona, me recordó la frase de Nietzsche de que "Dios ha muerto". La metáfora del filosofo alemán, se refiere al hecho de que la idea de Dios, no tiene que actuar como fuente de un código moral, porque es el hombre el que la desecha o lo mata con sus actos. Y esta frase adquiere vigencia con la muerte de Maradona, considerado "el Dios" del futbol. Una vigencia que se magnifica con la frase del "negro" Roberto Fontanarrosa sobre la humanidad y la trascendencia de Maradona para los argentinos. "No importa lo que Maradona hizo con su vida. Lo que importa es lo que hizo con la nuestra".

Para las masas, para la gente que gusta  del futbol. Para los argentinos que aman el ir detrás de una pelota y que convirtieron a Maradona en un símbolo de la "argentinidad", ese "dios" coquero, licencioso y pecador que venció a la pobreza de Villa Fiorito con la magia de sus gambetas, murió hace tiempo, pero siguió viviendo, siendo "dios"; y lo seguirá siéndolo por siempre jamás. Ese es el valor que el mundo le reconoce al Diego.

Quienes  señalan a Maradona con el dedo acusador por sus demonios internos, ignoran que no podrán romper con el sentimiento de las masas. Con el mito de sus virtudes, de su talento futbolístico y de la sensibilidad que dicen sus amigos y sus colegas que mostraba siempre -como todo ser humano- más allá de sus pecados. Al "dios" humanizado por el futbol, se le perdona todo. Es el mito y la leyenda de los predestinados del Olimpo. En su libro "Yo soy el Diego" Maradona habla tímidamente de lo que guarda en su corazón, de lo que nadie sabe, pero que piensa que esta en su vida como filmado.

Si los hombres para justificarnos en la vida creamos nuestro propio "dios" , queda claro que el "Dios" del futbol fue la expresión más humana de esa divinidad que forjamos a nuestra imagen y semejanza. Creo que a estas alturas -por esas ironías que tiene la vida-  nadie podría imaginar que a Nietzsche le gustara  tanto el futbol después de muerto y que terminara premonitoriamente anunciando la muerte de "Dios".



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