lunes, 20 de abril de 2020

N° 522 - LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL DEL 2021

Y LA CULTURA DE LA DESCONFIANZA:






Vamos a cumplir doscientos años de vida republicana. Se nos viene encima un proceso electoral, en medio de la coyuntura de una crisis sanitaria nunca antes vista por la humanidad. Pero nuestra corrupta y mediocre clase política, no ha encontrado en ésta pandemia, mejor argumento para buscar como siempre -bajo el pretexto del costo de la elección o de los tiempos- satisfacer sus intereses de clase, quedarse un tiempo más, insistir en lo  de las "listas cerradas y bloqueadas". Al final ellos detentan el poder y pueden llevar su pretensión hasta el extremo a ver que pasa, mostrando su falta de empatía, ignorando de que el pueblo no los quiere, los rechaza, desconfía y repele a una clase política que históricamente no ha estado a la altura de las circunstancias en la construcción de una nación, en la forja de una identidad nacional ni de un proyecto de nación.

Desde los inicios de la vida republicana, pasando por la reconstrucción del país después de la Guerra del Pacífico o considerado el pasado reciente de la caída del fujimorismo, la ausencia de una clase dirigente de solera, de una visión de país, de un concepto real de identidad nacional, nos ha llevado a ser a poco de tener doscientos años de vida republicana, un país que se aferra a la comida, al pisco -del que se han apropiado los chilenos para llamar a su aguardiente-  al fútbol, a la música o a una bandera, para definir nuestra identidad. El problema es que esos son solo rasgos, elementos de la identidad, que es mucho más. Una amalgama de elementos bajo el principio de la conciencia del valor de lo colectivo, en un proyecto de nación, que nos identifique y nos lleve a trabajar por el bien común, por el futuro, por el progreso y no por el beneficio personal o de grupos.

Cuando Bolivar deja el Perú en 1826, los caudillos militares se disputaron el poder. Sin un liderazgo civil significativo, el poder de las armas impidió que las ideas de Sanchez Carrión de Francisco de Paula Gonzales Vigil o  de Bartolome Herrera, marcaran una visión republicana articulada del futuro. Y lo que hubo en esos primeros tiempos fue un escenario tan cambiante políticamente como el de ahora, en el que lo único que importaba era el poder.  El Perú de entonces, era un país marcado por las armas y la violencia, que definía su sistema político como el de un "militarismo republicano". 

Nuestra fragilidad democrática, la falta de identidad y de un proyecto de nación, se puede ver claramente en la invasión chilena al Perú para combatir a la Confederación Perú-Boliviana. La derrota en la batalla de Yungay a manos de tropas chilenas comandadas por el General Manuel Bulnes Prieto, en enero de 1839, no tuvo mayor significación para la clase política peruana, para un país sin memoria histórica y nos plantó cara al escenario de 1879. Es decir, se metieron en 1839, se volvieron a meter en 1879 y no sería raro que en un mundo donde escasee el agua y los recursos naturales, la historia se repita y nos encuentre tan desorganizados, tan frágiles institucionalmente y tan desarmados como antaño. (*)

Sin articular un extenso territorio con el ferrocarril en boga en esos tiempos -el metro de Lima es la versión moderna de esa falta de visión- sin aprovechar realmente la riqueza del guano, sin organizar el Estado, sin desarrollos ni fomento de la educación y de la cultura -en el entendido de su importancia- para elevar el nivel de las mayorías. Sin fomentar una migración que genere un "mestizaje fecundo" como lo llamaba el maestro Luis Alberto Sánchez, fue difícil construir una república de ciudadanos, que tampoco se quiere formar hoy, porque en medio de una economía neoliberal más rentable es manipular masas ignorantes y seguir usufructuando el poder. Me viene a la memoria el ejemplo de Argentina, su constitución liberal de 1853 que no puso limitaciones a la inmigración extranjera y que hizo de Argentina ese gran país de mosaicos europeos y universales, que el populismo terminó destruyendo.

La invasión chilena en contra de la Confederación Perú-Boliviana, significó  además de lo que implico  vergonzoso  por la invasión y la derrota, la humillación de  de tener que  escuchar  años después, durante la Guerra del Pacífico, que la principal marcha de guerra de los victoriosos ejércitos mapochos era la "Marcha de Yungay".  Tras la debacle de la Guerra del Pacífico, donde el heroísmo no pudo sustituir a la ausencia de patria ni de Estado, Cáceres representa una vez más el personalismo adánico,  el caudillismo militar, que no es  necesariamente un buen estadista ni un buen administrador. Y en un país quebrado y sin recursos, el "Contrato Grace"   fue lo primero que tuvo a mano para entregarle por sesenta y cinco años a esta empresa, la concesión de los ferrocarriles construidos por los británicos, a cambio de un préstamo bastante significativo. Un dato que me viene a la memoria, es que los británicos también construyeron los ferrocarriles en Argentina y que algunos barrios o estaciones  como Banfield por ejemplo llevan el nombre del primer gerente del ferrocarril que fue un inglés. El equipo de fútbol del mismo nombre, fue fundado y conformado inicialmente por británicos. En esa misma dirección, la estación de Temperley y el equipo de futbol, llevan el nombre de otro ciudadano inglés aquerenciado en Buenos Aires, que donó los terrenos para la construcción de la estación del ferrocarril.

 El proyecto reeleccionista de Cáceres y el Partido Constitucional, tras la muerte de Morales Bermúdez,  chocó con  el  último levantamiento exitoso de civiles contra un gobierno constituido. Una  revolución poco estudiada, pues el movimiento de montoneras se dio en todo el Perú y no solo en Lima -como equivocadamente se cree por el cuadro que ilustra el ingreso de Pierola- y que tuvo una dimensión nacional, cuyo epílogo es reitero, esa imagen de Pierola -que se encontraba curiosamente  exiliado en Chile- a caballo entrando por "Cinco Esquinas". La Revolución de 1895, tiene mucho de ironía pues una de las más entusiastas acciones de Cáceres durante su gobierno, fue organizar  el ejército regular y este termina vencido por montoneras y "partido" en fuerzas militares leales al gobierno y/o a los insurgentes. Ni Cáceres ni la gente que lo acompañó en el poder tuvo la visión de generar un concepto de patria, de nación, una identidad nacional, que insisto construya ciudadanos, porque parafraseando al buen libro de Alberto Vergara "sin ciudadanos no hay república". (**)

Con Pierola se da inicio al proyecto bipartidista entre civilistas y demócratas, que recibe el nombre de la "Coalición Nacional" e  implica una época de bonanza económica, de reconstrucción, de organización del estado y de búsqueda de institucionalidad y de construcción de país. Pero el bipartidismo supuestamente de la gente más ilustrada y capacitada, termina en un proyecto agobiado por los intereses personales, marcado por la mediocridad y la corrupción y por darle la espalda a las ideas de la Generación del Novecientos, la más brillante generación de intelectuales que ha tenido el Perú. 

Como sucede en el Perú de hoy, Pierola da la Ley de Reforma Electoral, la Ley  1896 que crea la Junta Electoral Nacional y el voto público y directo. Stalin decía que "no importa quien vote, lo que importa es quien cuente los votos" y  eso paso en el Perú de ese entonces. Tras ponerse de acuerdo Pierola con los civilistas, es elegido Don Manuel Candamo, pero tras enemistarse con éstos -que controlaban el gobierno- poco se sabe que Don Nicolás de Pierola, quiso ser Presidente de la República, en las elecciones del 2003, cuando ganó Candamo; en las elecciones del 2004 cuando ganó Pardo y que en 1900, postuló  sin éxito a la Alcaldía de de Lima. Con la "Patria Grande" de Leguia, una vez más nos encontramos con la ausencia del crear ciudadanos y ciudadanía, con ignorar el concepto de pertenencia, el valor de lo colectivo. El proyecto con diversos matices que nos integre y nos de una visión de futuro esta ausente. Los gobernantes se preocupan por lo material y no por el alma nacional. El progreso económico es el resultado de la construcción de la identidad nacional, pero el progreso económico no genera identidad nacional, tiende más bien a generar individualidad, egoísmo, división.

Después de la caída del fujimorismo, la clase política, terminó incurriendo en los mismos vicios, en las mismas corruptelas y la misma mediocridad histórica que juraron no repetir y que origina en el Perú a lo largo de su historia proyectos autoritarios y populistas. Esa incapacidad que no tiene visión de estado, que se detiene en el carroñerismo de la política, que sólo prioriza el interés personal, la manipulación de la ignorancia de las masas y un electoralismo demagogico para llegar al poder, ha impedido desde los inicios de la república a las clases dirigentes, construir una identidad nacional, un proyecto coherente y articulado de nación; ganándose la desconfianza y el descrédito de un pueblo, que vota porque está obligado a hacerlo, pero no porque crea en sus políticos y en sus promesas. 

Sin partidos políticos, sin líderes respetados y respetables, la gente deslegitima rápido a quienes elige. Esto ha pasado con "la gentita" que vive su "cuarto de hora de poder" "por dios y por la plata" en el Congreso de la República. Con medios de comunicación como los actuales, comunicar las propuestas no es difícil y la elección se puede llevar a cabo dentro de las limitaciones propias de la situación, pero en el plazo establecido. Sin partidos de masas, sin los líderes de antaño  porque los de hoy reúnen solo gente a  la  que acarreen o a la que algo regalen, la propaganda tendrá que ser diferente y lógicamente los tiempos de la elección más  cortos. El ciudadano común y corriente va a querer y quiere el cambio en el tiempo establecido -sin Vizcarra de por medio- porque tiene la percepción de que nada va a cambiar, que estos señores quieren quedarse en el poder o ganar tiempo para acomodar sus fichas. Que su interés y no el interés del pueblo es lo que prima. Y lo anterior porque no hay presencia político partidaria,  ni propuestas frente a la crisis sanitaria. Ni tampoco hay intención de que el elector vea una voluntad de cambio.

Tampoco hay formas inteligentes ni seductoras de plantear la postergación de las elecciones. En lo personal yo si pienso que es absurdo y poco práctico, que los gobiernos asuman el 28 de Julio. Que deberían asumir los días 02 de Enero y tener así periodos completos de gobierno que deberían reducirse a cuatro años. Esa podría se una justificación razonable.

 Más allá del gasto de las arcas fiscales por la crisis sanitaria, dinero y crédito externo hay. Los ilustres "Padres de la Patria" lo que quieren es quedarse un tiempo más en el poder. Los que esperan que sus patrones o los caciques partidarios se acomoden mejor. Quieren quebrar la reforma electoral por la que votaron hipocritamente, ese es el objetivo político. Este es simplemente un juego de poder. El asunto es que no hay un candidato presidencial que ilusione o genere confianza. Que la historia del Perú está marcada por nuestras carencias como nación. Que la gente no confía ni cree en los políticos ni en la política. Y que el convencimiento general es que la política y la democracia hoy, es "cambiar unos pendejos por otros" para que nos gobiernen. Penoso.


(*) Marcha Yungay del Ejercito de Chile.  https://youtu.be/yIHOtQc-BdU
(*)(*) Alberto Vergara. "CIUDADANOS SIN REPÚBLICA"

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